Un placer para los fanáticos del fútbol: el 14 de junio comienza la Eurocopa y el jueves 20 será el turno de la Copa América, es decir, un puñado de partidos se disputará en forma simultánea.

Ya ocurrió hace tres años.

La primera se disputó, extraordinariamente, en 12 países debido al 60º aniversario del evento, y pese a la pandemia, igual hubo una buena cantidad de público en estadios inmaculados donde la pelota corría en forma regular.

El torneo sudamericano fue en Brasil. Y exceptuando la final que animaron la Verdeamarela y Argentina, jornada a la que asistieron poco más de cinco mil personas, el resto de los encuentros se disputó sin gente y en canchas de bajo nivel, que fueron muy criticadas por los propios protagonistas.

Este 2024 ambas competiciones vuelven a coincidir. Y si bien la Conmebol pretendió acortar la brecha organizativa entre ambas competiciones designando como sede a Estados Unidos, uno de los países del primer mundo, las distancias continúan siendo relevantes.

Cada una de las 24 selecciones de la Eurocopa recibirá US$ 10 millones, en tanto el campeón cobrará 30 millones de la misma moneda.

En total, la UEFA repartirá US$ 360 millones.

La Conmebol tiene una chequera un tanto más estrecha: solo repartirá US$ 72 millones entre los 16 países.

Por participar, cada una de las escuadras recibirá US$ 2 millones. Y a partir de ahí el bono va en alza, al punto que el monarca ganará US$ 16 millones, el subcampeón US$ 7 millones, el tercero US$ 5 millones y el cuarto US$ 4 millones.

La venta de entradas también marca un contraste.

Los tickets para los 36 partidos de la fase de grupos de la Eurocopa están agotados desde hace varios meses. Y las opciones de conseguir un boleto en los juegos de eliminación directa son bastante reducidas.

¿Precios? El valor de una entrada para el partido inaugural (Alemania-Escocia) fluctuaba entre los US$ 55 y US$ 650. Asistir a la final tiene un costo que va entre los US$ 105 y los US$ 1.100.

En la Copa América la inversión es mucho más onerosa: para ver el juego de apertura (Argentina-Canadá) hay que desembolsar entre US$ 260 y US$ 3.500, principalmente espoleado por el atractivo de contar con Lionel Messi, que desde el año pasado milita en la MLS y llena estadios (y eleva precios) por donde va.

Ni hablar de las grandes definiciones. Una semifinal cuesta entre US$ 173 y US$ 7.000, mientras que para la finalísima los precios empiezan en US$ 719, las butacas más populares, y se empinan hasta los US$ 7.000 en las zonas más privilegiadas.

Deportivamente también hay brechas considerables.

Y el ranking FIFA marca una sin discución, pues solo dos escuadras sudamericanas aparecen en el top 10: Argentina (1º) y Brasil (5º). Las ocho restantes son del Viejo Continente y estarán en la Eurocopa. Se trata de Francia (2º), Bélgica (3º), Inglaterra (4º), Portugal (6º), Países Bajos (7º), España (8º), Italia (9º) y Croacia (10º).

La historia es más o menos similar si se toma como referencia el Mundial de Qatar: Argentina, campeón del mundo, y Brasil, que terminó en el 7º lugar, sacan la cara por Sudamérica. Entre los 10 mejores, Europa posicionó a Francia (2º), Croacia (3º), Países Bajos (5º), Inglaterra (6º) y Portugal (8º).

Más allá de los números, también hay apreciaciones. “Después de la Champions League, que es el gran fútbol, no vas a ver nada mejor: ni en un Mundial, ni en la Eurocopa, ni en la Copa América. ¿Por qué? Porque trabajan todo el año con buenos entrenadores. Cualquiera de los equipos que llegó a octavos de final pudo ganarla, pues juegan demasiado bien, cuentan con buenos jugadores, buenos técnicos… En la selección es más difícil, los tipos vienen cansados, gastados después de competencias largas, les cuesta asimilar la idea del entrenador en corto plazo y hay mucha presión por ganar”, dice Fernando Carvallo, DT campeón con Universidad Católica en 1997.

Profundiza: “La gran diferencia entre la Eurocopa y la Copa América, más que lo técnico y lo táctico, está en la idiosincrasia, que es muy diferente en Sudamérica y en Europa. Hay años luz de diferencia. En Europa el sentido del espectáculo es sagrado, lo cuidan, se dedican a jugar. Los equipos inferiores buscan jugar y ganar. El sudamericano tiene intrínsicamente incorporada la trampa; se tira al suelo, hace teatro, de los 45 minutos se juegan 20 o 18, hay 10 jugadores rodeando al árbitro, buscan cómo sacar ventaja… Y eso es difícil de cambiar. Muchas selecciones están dedicadas a no jugar; es distinto proponer que salir a no dejar jugar al contario. No buscan el resultado. En el tema técnico y táctico el gran juego ya se vio. No importa el 4-4-2, el 4-3-3 o las dos líneas de cuatro si no tienes control-pase y comprensión del juego. No hay técnica que supere eso. En Europa lo tienen bien incorporado y en Sudamérica no está tan avanzado”.

En individualidades, Europa también parece estar un par de escalones arriba. “Imagino que la estrella será (Kylian) Mbappé, pero también tenemos a Cristiano Ronaldo, Antoine Griezman, Romelu Lukaku, Kevin de Bruyne, los alemanes Toni Kroos y Jamal Musiala… Y en Sudamérica solamente imagino a Lionel Messi y Vinícius… ¿Quién más podría ser?”, se pregunta Julio César Romero, mundialista paraguayo en 1986.

Rodrigo Gómez, exfutbolista de la selección chilena y actual analista de Radio La Clave, ofrece un panorama más general de ambos torneos: “Alemania y Estados Unidos tienen la experiencia y los recursos para organizar eventos del más alto nivel. Me gusta más el torneo sudamericano, porque es más parejo. En cuanto a individualidades, en Argentina el nivel de Alexis Mac Allister es interesante; en Uruguay quiero ver a Darwin Núñez y Federico Valverde, y en Brasil tenemos a Vinícius Júnior, el mejor del mundo. Quiero ver el rendimiento de Venezuela, a Chile que tiene un nuevo técnico… Y en Europa, Alemania hace rato no lo viene pasando bien, pero este torneo se puede convertir en el renacer de una potencia mundial”.