Santiago de Chile.   Sáb 27-04-2024
12:40

El feliz estreno de Gareca en la Roja: Ser como niños

El argentino Ricardo Gareca, el sagaz técnico debutante, aprovechó de la mejor manera el partido con Albania, porque la amplia convocatoria sanó heridas interiores, y el triunfo logró eso que habitualmente se dice, cuando se gana: recuperar la fe y volver a creer.
Photosport
Antonio Martínez23 de marzo, 2024
Claudio Bravo, después del triunfo de Chile sobre Albania, dijo varias cosas, pero para estos efectos vale una: “No me tiré al suelo en 90 minutos”.

La afirmación quiere ser un elogio para la defensa y el equipo en general, pero la alabanza revela, desde luego sin querer, un partido anómalo y extraordinario.

Algo raro debió ocurrir en esos 90 minutos que se jugaron en el estadio Ennio Tardini de Parma, para que el portero de uno de lo equipos no se haya revolcado en el pasto y tampoco se lanzó a un lado o al otro, no le colocó el cuerpo a las balas ni salió a cazar centros para luego caer bien y en redondo.

Un arquero que no se ensució ni se revolvió por el pasto en los 90 minutos, es un portero, como alguna vez se dijo, que podría haber jugado sentado sobre una silla al medio del arco y no habría pasado nada.

En realidad algo mínimo sucedió: salió con el puño a interceptar un centro, embolsó un tiro de distancia y la ocasión más peligrosa del rival se produjo por un error de la defensa nacional.

El argentino Ricardo Gareca, el sagaz técnico debutante, aprovechó de la mejor manera el partido con Albania, porque la amplia convocatoria sanó heridas interiores, y el triunfo logró eso que habitualmente se dice, cuando se gana: recuperar la fe y volver a creer.

El triunfo funcionó para dentro, engrasó a los jugadores y le dio la energía al plantel; y desde luego para el exterior: Chile y el resto del mundo.

Chile ganó por 3 a 0, aprovechó su oportunidad y la fiesta fue colectiva, propiciada por un técnico experimentado y astuto que sabe cómo tratar a una Selección de Chile cuyo cuesco duro se mantiene en la “Generación dorada” que sueña con terminar su vida en un Mundial. Pudo ser Moscú, no fue en Qatar, podría ser ahora.

Pero la frase del experimentado Bravo apunta al fondo del asunto: “No me tiré al suelo en 90 minutos”.

Para que ocurriera ese fenómeno, por un mínimo de rigor futbolístico y más bien un mínimo de esfuerzo racional, hay que analizar no solo a Chile y sus dones, sino también a Albania y sus virtudes, para concluir lo que estuvo a ojos vista: ninguna.

Sobre los albaneses y su juego lo mejor es correr un tupido velo y esas deficiencias, tan notorias, es lo que explica en gran parte que Claudio Bravo no se haya tirado al suelo.

El creyente dirá que Chile ganó por 3 a 0.

El no creyente que Albania es un equipo malo, y en Parma y frente a Chile, además de malo jugó mal.

En un hincha convive un creyente con un ateo, y no hay problemas con eso, porque es la misma persona, y un día sí, y al otro no.

Con Eduardo Berizzo se dejó de creer. Con Ricardo Gareca se empieza a creer.

El fútbol contiene, nunca hay que olvidarlo, componentes infantiles que son parte de la felicidad. Nada mejor que ser como niños.
Antonio Martínez

es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).

Relacionadas
A fondo con...