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El trienio de Pablo Milad: los años perdidos de la ANFP

Sin pandemia como excusa, el fútbol sigue en el suelo: ninguna selección fue a un Mundial, los clubes están en el sótano sudamericano, su director deportivo Francis Cagigao fue un fracaso, la crisis que generó en el referato se eterniza, comete autogoles con el Gobierno, los ingresos de la Roja bajan radicalmente, se fue un sponsor histórico y las pérdidas de la ANFP no cejan: como salvavidas, US$8 millones asociados con casas de apuestas declaradas ilegales. El segundo semestre se resuelven tres millonarios juicios, y las eliminatorias parten con pronóstico reservado.
Antonio Valencia15 de julio, 2023
Todo presidente de la ANFP depende de la selección chilena. Para bien o para mal. Y Chile no clasificó a Qatar ni en la cancha -pese a que cambió sacó a Rueda y puso a Lasarte – ni en los escritorios, pues en la FIFA y el TAS también peridó en su afán de sacar del camino a Ecuador por el caso Byron Castillo.

Los errores, tropiezos y autogoles del actual presidente de Quilín se cuentan solos. Una de sus onerosas y grandilocuentes contrataciones terminó en fiasco: el español Francis Cagigao como Director Deportivo Nacional: asumió con ínfulas refundacionales y bajo su conducción se avanzó poco y nada en el fútbol de base –lo que hay se debe al plan del chileno Jorge Guerrero, a quien Milad primero alejó y luego recontrató- , y todas las selecciones involucionaron.

Además de la Roja adulta y el sonado fracaso de la sub 20, anota el retroceso de la femenina, que de pasar a jugar un histórico Mundial en Francia 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se quedó sin boleto a nada. Se fue Cagigao y su cargo, creado por Milad, no existe desde marzo de este año.

La depreciación de la selección lo grafican todos los números de sus contratos. Si la ANFP de Arturo Salah vendió los derechos de TV de la selección y sus derechos de explotación comercial en US$120 millones, con Milad bajó a poco más de US$70 millones luego de que la primera licitación fuese declarada desierta.
La indumentaria también bajó a la mitad: Nike pagaba US$7,2 millones al año entre 2015 y 2022, pero el contrato con Adidas conseguido por la administración Milad apenas supera los US$3 millones.

La Roja sin la “Generación Dorada” en pleno, excusan varios, vale menos que Colo Colo y la U, que firmaron con la misma marca por más de US$4 millones por año. Tampoco pasó inadvertido el adiós de Coca Cola, main sponsor de Chile por más de 60 años que, en tiempos de Mayne Nicholls, hace ya 13 años, dejaba más de US$6 millones por a las arcas de Quilín. Que no esté Coca Cola, un auspiciador “golden” que no se fue con Jadue ni con peores selecciones, como la Pedro García, no es una señal cualquiera. “No quieren estar y es por algo. Y si no están ellos, es como una revista de moda de couché que no tenga una marca de reloj o un perfume caro como aviso de primera página”, ejemplifican. Milad tiene ahora a Eduardo Berizzo al mando de la Rojo, con pronóstico reservado.

Los millonarios juicios con socios estratégicos y el severo déficit de caja de la asociación


El Grupo Turner pagó US$1.280 millones por los derechos de TV del campeonato profesional chileno para el período 2018-2033. Y, dicho está, por contrato exige fútbol en sus pantallas. Por lo mismo, en 2021 demandó a la ANFP US$52 millones por no transmitir las últimas fechas del torneo 2019 (estallido social) y los seis meses sin fútbol en 2020 (pandemia). Quilín contraatacó en tribunales reclamando indemnizaciones por US$32 millones porque TNT no transmitía entonces a toda la Primera B ni al menos un partido de la Primera División en televisión abierta.

El fin litigio se espera para este semestre. Se especula que como socios que son, llegarán a un acuerdo, a una especie de “empate moral”. Pero no es el único litigio. El juicio con final incierto es la demanda contra Nike, firma que dejó de pagar $4.200 millones a la ANFP acusando incumplimiento de contrato: entre estallido y pandemia, la Roja no jugó el mínimo de diez partidos por temporada.

El caso llego a tribunales en marzo de 2021.

Las arcas de la ANFP anotaron en 2022 una deuda de arrastre de $28 mil millones. Dicha cifra incluye otro lío que se resolverá en los próximos meses: el fútbol aún no ha pagado el fisco los impuestos por las ganancias que dejó la Copa América 2015, dinero que el COL 2015 traspasó a la ANFP y que Quilín repartió entre los clubes. Por lo mismo, desde 2019, la Tesorería General de la República ejecutó embargos en las cuentas corrientes de la ANFP por más de $4 mil millones. La deuda, sumando reajustes, intereses y multas, trepó por sobre los $9 mil millones.

En tribunales. La ANFP arguye que el deudor es el COL, no la Corporación, dejando al fisco en riesgo de no cobrar, el mismo fisco al que Quilín le pide terrenos gratis para levantar otra promesa incumplida: el nuevo Pinto Durán. En abril pasado, Bienes Nacionales le respondió con un rotundo “no” a la concesión gratuita de un paño de 12,5 hectáreas en Cerro Negro, San Bernardo, que, claro, la ANFP ya daba por seguro.

Los números de Quilín, con todo, siguen en rojo. En el ejercicio 2022, la ANFP registró un déficit de $1.474 millones, cifra algo menor a los $1.600 de 2021.

Con tanto lío de caja, Quilín vendió en US$8 millones por tres años el nombre del campeonato a una casa de apuestas on line, negocio declarado ilegal por dos ministerios, entre ellos el de Hacienda, por cuanto las casas de apuestas en línea no están autorizadas a operar y no pagan impuestos. “Es dinero sucio”, opinan varios. “La necesidad tiene cara de hereje”, retrucan. Casi todos los clubes tienen contratos con estas casas de juego.

Los equipos locales siguen lejos de la élite sudamericana
Si ninguno de los representativos nacionales clasificó a su respectivo Mundial, los rendimientos de los clubes en la competencia internacional son también paupérrimos.

Los resultados en la Copa Libertadores son los peores de los últimos cinco años. Apenas un equipo nacional, la UC, pasó a octavos de final en último lustro. En la actual edición no avanzó ninguno y Chile se entrampó en el antepenúltimo lugar del continente, superando apenas a equipos peruanos y venezolanos.
El balompié nacional, a duras penas, solo logra competir en la Copa Sudamericana, el torneo de segunda línea.

La paradoja es que nunca hubo tantos ingresos por TV para los clubes, pero pocas veces el nivel competitivo internacional fue tan bajo. Los derechos de televisión 2018-2033 aportan sobre US$80 millones al año directamente a los clubes.

Pero poco y nada en la cancha.

El mayor contraste, sin pandemia como excusa, lo refleja el alza del fútbol ecuatoriano a nivel de selección y de clubes: 14 jugadores que acudieron al Mundial de Qatar disputaron 4 mundiales juveniles. Y además clasificaron a los mundiales sub 17 y sub 20 de 2023. A nivel de clubes, al subtítulo en la Libertadores 2016, Ecuador sumó dos copas en la Sudamericana (2019 y 2022) y una Recopa (2023).

La crisis arbitral suma tres descabezamientos


Una de la primeras decisiones que tomó Milad lo persigue como un karma: a un mes de asumir en 2020, despidió el jefe de los árbitros Enrique Osses —hoy asesor de la Federación e México—, agudizando la crisis crónica en el referato.

A Osses lo echó aludiendo al cambio de ciclo —llevaba cuatro años—, motivos económicos, cambio de estructura y poder que aún no cuaja. “(Con Osses) había una estructura propia, impenetrable. Los árbitros actuaban por sí solos cuando ellos deben someterse a la ANFP”, justificó Milad.

En lugar de Osses puso a Jorge Osorio, a quien también terminó despidiendo. Luego, en septiembre de 2021, contrató a Javier Castrilli. Lo trajo para “limpiar” el referato, el “Sheriff” ejecutó más de una docena de despidos y Milad terminó claudicando ante una amenaza de huelga de árbitros que lo ponía en aprietos con TNT, que exige fútbol en su parrilla. Castrilli y sus colaboradores ya ganaron en primera instancia sus juicios laborales por despido injustificado por casi $240 millones.

Desde Osses a Roberto Tobar, Milad suma cuatro jefes de árbitros en tres años.
Y podría agregar un quinto.

La lucha de egos de Roberto Tobar y Julio Bascuñán —cercano a Osses— se ventila hasta en el tribunal de disciplina y en una tan inédita como ambigua licitación “a dedo” en el fútbol formativo y femenino sembró su primer escándalo (en junio no llegaron a arbitrar a dos partidos). Ni la empresa que ganó tiene claro cuándo empieza ni cuándo termina, ni tampoco los montos involucrados. “Todo eso se negociará con el ganador, que es amigo de Carlos Ulloa, un miembro de la comisión cuyo cuñado trabaja en la empresa ganadora”, aseguran.

Violencia en los estadios y desencuentros con el gobierno


No solo en lo referido a las casas de apuestas la ANFP se contrapone con las directrices de la autoridad gubernamental.

En mayo pasado, dos autogoles cometió la asociación que encabeza Milad justo la semana después de acudir a La Moneda —luego de cuatro infructuosas solicitudes— para coordinar esfuerzos y solicitar ayuda para frenar la violencia en los estadios.

Primero fue el desacato del fútbol a los Delegados Presidenciales que prohibieron por razones de seguridad la disputa de un partido entre Wanderers y Arica. Lejos de acatar la orden, Quilín igualmente permitió jugar, validando el partido.

Y segundo, el whatsapp filtrado desde el grupo de dirigentes de clubes en que Milad trató al Gobierno, entre otras cosas, de “populista”. Desde entonces, el directivo no apareció más en las citas de coordinación, pues asiste Felipe de Pablo, gerente de operacoines y seguridad de la ANFP.

El resultado de los desencuentros con la autoridad gubernamental no fue otro que el nuevo portazo a la eterna solicitud de los clubes para que Carabineros garantice la seguridad al interior de los estadios. “Un negocio privado no se resguarda con recursos públicos”, escucharon, una vez más, Milad y los clubes.

No solo eso. La Moneda está terminando de ajustar el proyecto para modificar la Ley contra la Violencia en los Estadios, un texto que contiene el aumento de exigencias en guardias especializados —y en consecuencia más caros— y la onerosa inversión en tecnología de punta para el control de acceso de público. Un gasto que, como negocio privado, en buena parte será costeado por el fútbol.


Antonio Valencia

es redactor de Deportes El Mercurio.

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