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El extravagante Sacha Mitjaew: “Soy el DT que más joven dirigió en Primera”

Se estrenó con el buzo de La Calera en 1973 “con 27 años legales, pero 25 biológicos”, dice… Del básquetbol pasó al fútbol. Lo miraban como bicho raro. Dirigió 13 clubes en Chile, y cuenta que en 1999 René Orozco le ofreció la U. Él se ilusionó. Tiene anécdotas para regalar: puso a Cornez como wing derecho, vio futbolistas jugar para atrás, tuvo discotecas, servicentros, 15 micros y fue candidato a diputado. Es hijo de ruso y ucraniana: “Imagínese cómo estoy con la guerra”.
Foto: Felipe Báez
Antonio Valencia08 de abril, 2023
Sacha no se llama Sacha, sino Alexander Mitjaew Panasewitsch. “Mi padre era ruso. Mi madre, ucraniana. Imagine cómo estoy con la guerra ahora”, dice. Su partida de nacimiento dice “apátrida”, pero llegó al mundo en la Alemania de la posguerra. A Chile arribó en barco junto a sus padres. Tenía 5 años.

Sacha fue por breve lapso basquetbolista, no futbolista. “Fui seleccionado chileno”, afirma mostrando una añosa foto junto a otros recortes.

Entrenó a 13 equipos chicos del balompié nacional y a uno de Bolivia entre 1973 y 2003. “Salvé a seis clubes de irse al descenso”, dice.

Sus inicios fueron en Unión La Calera. Allí llegó como preparador físico del “Mosco” Venegas, donde pasó algo curioso. El DT titular, cuenta, no era muy riguroso. “La solución fue inédita: él trabajaba martes y jueves con el equipo y yo, miércoles y viernes. Yo igual miraba escondido sus entrenamientos. Hasta que se fue el ‘Mosco’ y me dejaron. En La Calera dirigí cinco o seis partidos. Fue en Primera División. Debuté contra Wanderers en Playa Ancha, ganamos 5-2 y me creí bueno al tiro, jejejé”.

¿Qué edad tenía?

“25 años. Mi edad fisiológica era 25, porque yo nací en 1948, no en 1946 como dicen mis documentos. Mi edad legal es 27, la misma edad que tenía Francisco Bozán cuando dirigió Barnechea, pero él en Primera B. Incluso con 27 años, soy el DT que más joven dirigió en Primera División”.

¿Cómo fue lo de su edad? ¿Se aumentó años?

“Cuando me pidieron jugar por la selección chilena de básquetbol yo tenía 16 años y medio, pero como no era chileno, sino apátrida, tenía que nacionalizarme, y para eso era menos engorroso ser mayor de edad, o sea, 18 años. Y como el acta de nacimiento con que llegué a Chile era un papel de una iglesia alemana en la posguerra, los dirigentes me dijeron: ‘Sacha, te inscribimos con 18 años en el registro civil’. Así era. Así fue”.

Su cargo en La Calera no duró mucho. “El Colegio de Entrenadores no me reconoció el cartón. Yo traía el título desde Europa de doctor el fisiología deportiva, estudié en Rusia en 1969-70, pero no me lo convalidaron. Con La Calera llegué a estar segundo del torneo, pero tuve que salir para que no castigaran al equipo. En 1975 ya era DT validado e iba a las reuniones del Colegio de Entrenadores donde estaban Fernando Riera, el ‘Zorro’ Álamos, Pedro Morales, ex jugadores del Mundial de 1962 que eran técnicos y entre medio yo”.

¿Y lo miraban como bicho raro?

“Claro, si yo no venía del fútbol, no había sido jugador. ‘¿Y este de dónde salió?’, decían. Cuando empecé a tener éxito, igual me miraban con recelo, quizás porque me hice muy cercano con ‘Lucho’ Santibáñez, que tampoco fue futbolista. Aprendí cosas de él”.

¿Lo malo también?

“No, no, enseñanzas tácticas y de manejo de camarín. Santibáñez tuvo un ayudante que fue jugador de básquetbol y PF. En cada camarín debe haber una dupla en que uno sea duro y el otro el bonachón. En mis equipos yo era el duro, pero tenía otras cosas también”.

¿Cuáles?

“Me gustaba innovar. En la reserva de Palestino fui PF (1972) y empecé a meter los entrenamientos los días sábado. En Coquimbo (1978) metí jornada doble mañana y tarde, imagine cómo reclamaban los jugadores, no me querían. Les enseñaba a a barrerse, a ir al piso, al ‘Chato’ Leiva, a Nelson Vásquez, y unos me decían ‘no poh profe, si eso es pa’ los brutos’. También innové en los calentamientos”.

¿Qué hizo?

“Saqué una estadística: en los primeros minutos de partido, los jugadores cometían el 50-60% de errores en los pases, y en los 15-20 minutos siguientes, los errores bajaban a un 20-30%. Entonces, mi idea era llegar al tiro a ese 20-30%, y lo conseguí en el calentamiento haciendo grupos de cinco con mucho toque para calentar el pie, así como en el básquetbol hay que calentar la mano. También tenía jugadas preconcebidas, como en el básquetbol. Todo me funcionó: en esos años existía el ‘Gol de Oro Concha y Toro’, un premio al equipo que hacía el primer gol del partido. Semana por medio nos ganábamos el premio. En 1985 u 86 le ofrecí mis estadísticas a Orlando Aravena, que estaba en la selección. No me pescó”.

Mitjaew, el primero de pie a la izquierda, y el plantel de Coquimbo Unido que dirigió en 1994. Foto: Revista Don Balón



Sacha —diminutivo ruso para el nombre Alexander— era inquieto. “Mi padre me decía: ‘Si hay una puerta cerrada, busca la que está abierta’. Una vez fui a ver los entrenamientos de Michels, el de Holanda”.

—¿Rinus Michels?

“Sí, pero antes de la ‘Naranja Mecánica’. Fue en 1971, cuando Michels entrenaba al Ajax, y yo estudiaba en Alemania. Fui una semana a ver sus entrenamientos. Cada partido tenía momentos: los primeros 25 minutos eran full time, después 10 minutos de tocar y manejar la pelota, y los últimos 10 minutos otra vez full. Eso se puede hacer hasta hoy. También fui a varios entrenamientos de Telé Santana en 1982, aunque eso fue gracias a Elías Figueroa, que es mi concuñado. Y hablar de Elías en Brasil era otra cosa”.

—Dirigió una docena de equipos y fue un DT “bombero”.

“A los seis clubes que me llamaron para que los salvara, a los seis los salvé. Y a los que tomaba desde el comienzo, terminaba peleando arriba, como en Trasandino (1976), que ganamos 11 partidos seguidos y llegamos a pelear la liguilla para subir. En Linares (1977) iban penúltimos y nos metimos arriba hasta que se me enfermó Marcos Cornez”.

—El arquero.

“Era extraordinario jugando con los pies también. Cuando se recuperó, me faltaban jugadores en el ataque, y lo hice debutar como delantero oficialmente contra La Serena. Jugó de wing derecho desde el primer minuto”.

—¿Y?

“¡Jugó horrible, jajá!”.

—Su innovación...

“En los entrenamientos era bueno como delantero. Así que nunca más. Marcos tenía 18 años. También hice debutar a Hugo Rubio en Rangers (1980) y a ‘Pindinga’ Muñoz en Linares (1979). Y bueno, cosas que me pasaron. Una vez logré el 100% de rendimiento con un equipo, jeje”.

—Imposible.

“Nadie más tiene esa marca. Tuve el 100% de rendimiento en Magallanes 1986: estuve un partido y lo gané. No me dejaron seguir dirigiendo porque Nasur alegó que yo ya había dirigido ese mismo año a Naval”.

—¿También es el DT que menos duró en un equipo, no? Cuatro días en La Serena.

“Tres días. Partí un jueves y el sábado renuncié”.

—¿Qué pasó?

“Me llevaron para salvar a La Serena, pero si bajaba a Segunda, el trato era que yo seguía dirigiendo. Pero el sábado que fui a firmar el contrato y me dijeron que era solo por el primer año. ‘Ah, no, entonces no sigo’, dije. Y me fui”.

—En otros clubes lo despidieron.

“De Audax (1983) me despidieron. Me contrataron con la condición de no bajar, llegamos a estar quintos, pero empaté dos y perdí dos, y quedamos novenos. Y me llama el presidente, ‘¿qué está pasando?’, me dijo, y como yo era mecha corta, no seguí. Además, yo no vivía del fútbol. Cuando voy pasando por el living de la casa del presidente estaba Caupolicán Peña, que siempre hablaba de las ‘formas’ en que debían comportarse los técnicos. Pero ahí estaba, listo. Y tomó al Audax (1984)”.

—Dijo que no vivía del fútbol, ¿de qué vivía?

“Tenía estaciones de servicios, gimnasios, discotecas de verano en la playa. También tuve microbuses de transporte público. Cuando dirigí a Trasandino, en la noche me preocupaba de los buses, en las mañanas de la mantención mecánica y a las 15:30 empezaba el entrenamiento en Los Andes. A las dos de la tarde agarraba el auto y partía a entrenar”.

—¿Dirigió gratis alguna vez?

“En algunos clubes firmaba contrato con sueldo según la ubicación en la tabla. Si el equipo estaba de la mitad para abajo, no me pagaban nada, si estaba octavo, sueldo completo, si estaba en los lugares de arriba, recibía más. En Trasandino me desconocieron eso y les dije, ‘sabís que más, chao’. Y me fui. No me amargaba. Me iba no más. Eso fue en 1989, y en 1990 con el Audax por segunda vez, lo mismo, y fue un año que el club terminó vendiendo a Marcelo Zunino y George Biehl. En 1987 me contrató Rangers por el Apertura, terminamos quintos, pero me querían echar y me echaron cuando yo ya tenía conversado a Carlos Caszely para que jugara otro añito más, y también a Miguel Ángel Neira, que se había alejado del fútbol recién. El siguiente técnico terminó último en el campeonato y bajaron. También me echaron de Palestino en 1984 porque un dirigente me dijo que no pusiera nunca de titulares a Toledo y Montenegro, pero los puse, ganamos 3-0 con dos goles de Montenegro. Me tenían el finiquito y listo. Yo era así, mecha corta”.

—¿Mandó curriculum a la selección?

“No, nunca. Para llegar a la selección hay que ser campeón y jugar la Libertadores. Me faltó dirigir un equipo grande. La única vez que estuve cerca fue de la U (1999). Me llamó el doctor René Orozco a una reunión en su casa en Villarrica. ‘Sacha, la cosa está entre Russo y tú’, me dijo. ‘Yo me inclino por ti porque he seguido tus buenas campañas’, me decía. Pero agregó: ‘Mira, como el torneo está por empezar, le prometí a César Vaccia que él partiera, así que démosle unas dos o tres fechas a él y después asumes tú’. ‘Ya, OK’, le dije yo. ¡Pero Vaccia empieza a ganar y a ganar y salió campeón dos veces!”.

—¿De verdad se ilusionó con la U? ¿Pasar de equipos chicos a la U?

“Sí, por algo me llamó el doctor Orozco. Pero en su lugar hubiera hecho lo mismo, si Vaccia estaba ganando”.

—¿De Santiago Morning qué cuenta?

“Yo estaba metido en los buses, llegué a tener 15 máquinas y era bien amigo de Demetrio (Marinakis), un día le dije que comprara al Santiago Morning que estaba en Tercera. Y compró el ‘Chago’. Me hice cargo del equipo y salimos campeones de Tercera. En 1997 me llaman de nuevo, y Demetrio quería que pusiera a tres jugadores: ‘Si no los colocai, te cago en la licitación de buses’, me dijo. El sábado llamo y digo estoy enfermo, no puedo ir. Pierden 1-0, con un equipo donde los jugadores usaban fajas para entrar la ponchera, y me echan la culpa a mí. No seguí”.

—¿Cómo le fue en Naval, en 1986?

“No partí bien, y los hinchas me gritaban. Pedí una reunión con los dirigentes, que eran marinos con jineta, y la hinchada. Para que fueran, propuse rifar tres botellas de whisky entre los fanáticos que llegaran a la reunión. Al partido siguiente empatamos con Cobreloa en Calama y los hinchas me decían ‘¡Bien Sacha, a la otra sale!’. Y así hasta que le ganamos 3-1 al Colo Colo de Salah y el ‘Cóndor’ Rojas”.

—¿Lo peor que vio?

“Jugadores míos que fueron para atrás. No diré el nombre, pero fue un arquero que se dejó pasar goles, primero un tiro de distancia que le pasó por al lado del hombro, y luego en un tiro libre. Y declara después: ‘No, yo le dije al profe que estaba lesionado del hombro y me mandó al sacrificio’. El lunes pedí que lo sacaran, pero me dijeron que no, porque el otro arquero que quedaba era muy malo. El martes me fui. Y me fui no más. Yo no dependía del fútbol”.

—¿Algo más?

“En 1976 salvé a Trasandino y llegamos a la liguilla final. Jugamos un partido extra con Audax para definir, perdimos, pero en Audax jugó uno que estaba suspendido, le digo a nuestro delegado, que era un coronel, pero él me señala que el tribunal de disciplina había levantado el castigo. Pero era falso. El jugador sancionado fue la figura. Nuestro delegado...”.

—¿Resultados raros?

“En 1982, como DT de San Antonio, no subimos por un resultado extraño. Antofagasta debía ganar por ocho goles para subir, y le hizo un 9-1 a Lota Schwager. Sospechoso. La famosa mano negra. El maletín, todo eso pensaba la ciudad entera. Me fui al Audax y a San Antonio lo tomó ‘Vachita’, César Vaccia, que fue mi ayudante, y bajaron a Tercera para nunca más volver”.

—¿A Bolivia cómo llegó?

“Solo. Fui en auto a Sucre y luego en Santa Cruz jugaba Mariscal Braun y conocí de casualidad en el estadio al presidente del club. Al tiempo me mandó a buscar”.

—Fue lo último que hizo en el fútbol.

“Me dediqué a otras cosas. Después fui candidato a diputado (2017)”.

Salió último.

“Con 450 votos más o menos (459). Esa vez me ahogó Leonel Sánchez. Organicé una cena de campaña en Linares para más de 500 personas y el invitado era él. Me cobraba $300 mil por ir, más barato que el ‘Chita’ Cruz, que me pedía $700 mil. Pero el día del evento no me contestó el teléfono y fui a su casa en Recoleta, me dijo que no podía ir porque había tenido un encuentro con amigos de la U la noche anterior. Bueno, llegué a Linares sin Leonel. Quedé como chaleco de mono: el candidato que promete llevar a Leonel y no llega Leonel. En fin. Puedo estar todo el día contando anécdotas. La gente mayor de 40 años aún se acuerda de mí en la calle y me pide selfies. Y yo estúpidamente aún pienso que puedo ser un aporte en el fútbol”.
Antonio Valencia

es redactor de Deportes El Mercurio.

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