Santiago de Chile.   Mar 27-05-2025
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Platko: las inéditas cartas en que la leyenda del Barcelona y Colo Colo narró sus dramáticos últimos días

Nació en Budapest, fue arquero y descomunal héroe de Barcelona de los años ‘20. Gardel le dedicó un tango. Rafael Alberti una célebre oda. Irremediable trotamundos, cruzó el charco y con el buzo revolucionó el fútbol chileno. Campeón invicto con Colo Colo ’41 y técnico de la Roja. Dirigió a Boca y a River. También al Barça, club al que, pocos meses antes de morir en 1983, le escribió tres misivas contando las penurias que, a los 85 años, él y su esposa sufrían en Santiago de Chile: "No se puede vivir de esta manera", relató. Complicaciones de salud y condiciones económicas que lo llevaron a pedir socorro al club, proponiendo colectas de una peseta por socio o partidos a beneficio, y ofreciendo sus medallas de campeón blaugrana. “El Mercurio” accedió al contenido de los desconocidos documentos. Y acá se enseñan los detalles.
Antonio Valencia30 de julio, 2022
La violenta final de la Copa de España de 1928 duró un mes, una semana y un día. Tres partidos, dos en mayo, uno en junio, entre la Real Sociedad y el Fútbol Club Barcelona en los Campos de Sports de El Sardinero de Santander, España.

Ferenc Plattkó Kopiletz, custodio del arco catalán nacido en Budapest en 1898, se volvió inmortal el 20 de mayo de 1928, en la primera de las tres finales. Llovía. Soplaba el viento. El mar Cantábrico y la grada fervorosa rugían de fondo.

Fue una batalla entre vascos y catalanes. Fue fútbol y nacionalismo. La hinchada rival le lanzó un gato muerto, negro como el azabache, pero el alto y corpulento portero húngaro castellanizado como Francisco Platko, ni se inmutó. Media hora más tarde cortó una jugada de gol cantado con un arrojo demencial que, literalmente, casi le costó la cabeza por una brutal patada donostiarra. Salvo el arco, la pelota quedó entre sus manos, pero brotó la sangre, lo sacaron del campo, le cosieron la herida con seis puntos y sobre el final del partido desoyó consejos. Regresó a la cancha cuando el equipo jugaba con nueve por lesión de Samiter, capitán de su escuadra, sacó del arco al insider que lo reemplazó –en época que no había cambios- y atajó lo inatajable hasta perder el vendaje. La herida se abrió de nuevo, pero la hazaña de antología ya estaba escrita.

La cabeza rota después de una brutal patada que recibió por salvar su valla de un gol seguro. A Platko lo sacaron sangrando por un corte que requirio seis puntos de sutura. Pero sobre el final volvió al campo con un vistoso vendaje para completar su oda a la fiereza y entrega que lo convirtió en leyenda.

UN TANGO Y UNA ODA


En esa tarde brava y temeraria había ilustres mirando el pleito. En la tribuna estaba el mismísimo Carlos Gardel. También el escritor Rafael Alberti. La admirada gesta del magiar en El Sardinero llegó a la letra de un tango (“El corazón de Platko te falta, ché chambón”, cantaba el Zorzal criollo que al día siguiente lo visitó en el hospital) y a las páginas de las revistas Papel de Aleluyas y Gaceta Literaria donde el poeta publicó la “Oda a Platko”, versos vívidos con un solo foco de veneración: la gesta del “Oso rubio de Hungría”.

Platko llegó al Barcelona en 1923 para reemplazar a otra leyenda, Ricardo “El Divino” Zamora, y su proeza y calidad quedó en los libros: con los azulgranas ganó la primera liga de España de la historia, tres copas del Rey y seis campeonatos catalanes.

El húngaro que revolucionó la táctica del futbol chileno con la WM, un 3-2-2-3 jamás utilizado en pastos hasta su arribo en 1939, dirigió a la selección chilena en dos etapas. En la foto, con la E de entrenador, al lado de Sergio Livingstone.

Colgó las botas en 1933, en el Basel de Suiza, y continuó su vida trotamunda –ya había jugado en el Middlesbrough de Inglaterra o el Sparta Praga de Checoslovaquia-, ahora con el buzo de entrenador. Fue técnico en Suiza, Francia, Portugal, Rumania, España, Estados Unidos (selección), Argentina y Chile. Dirigió dos veces a Barcelona (1934 y 1955), River Plate (1940 y 1943), Boca Juniors (1949 y 1953) y la selección chilena (1941-45 y 1950), y tres a Colo Colo.

Al mando del Cacique logró tres títulos, con el famoso invicto de 1941 incluido, y transformó el balompié local con la táctica inglesa –impuso la “WM” que aprendió del Arsenal-, la disciplina y el profesionalismo. El golero “azul heroico y grana”, como escribió Alberti en su poema, fue la mayor revolución de la historia del fútbol chileno, diría Sergio Livingstone en 1997.

LOS ÚLTIMOS DÍAS


Platko se quedó a vivir en Chile y murió con escaso dinero y lejos de los aplausos de un deporte que en esa época no recompensaba, como hoy, con millonarios sueldos a los cracks de su talla. El húngaro pasó sus últimos días en el departamento de calle Santa María con serios problemas económicos, dolores, frío, penurias y enfermedades.

En 2013, treinta años después de su adiós, se supo de un hallazgo: los anaqueles del Barcelona guardaban tres cartas que Platko envió al club desde Santiago de Chile contando sus miserias para pedir ayuda.

Detalle de una de las cartas enviadas desde Santiago por Platko al FC Barcelona.

Previa autorización del departamento jurídico del FC Barcelona, “El Mercurio” recibió transcripciones textuales de los documentos que Platko redactó con una máquina de escribir y que firmó, al final de cada hoja, con un bolígrafo azul. Por política del club, no es posible publicar las fotografías de las amarillentas carillas mecanografiadas.

La primera carta es del 10 de mayo de 1983, y va dirigida a su “querido estimado amigo” Nicolás Casaus, directivo blaugrana de origen argentino que luego llegó a ser vicepresidente del club. En ella, Platko expone la “grave situación” y el “sufrimiento” de su esposa Olga. Pide ayuda para afrontar gastos en “radiografías” y la “consulta con el doctor”, apelando a la recordada final ante la Real Sociedad de 1928 y sus actuaciones por el Barça. “No se olvidarán jamás el verso de ALBERTI”, un “admiradore de mi valentía con CARLOS GARDEL”.

En los primeros párrafos, el ex astro del club se ofrece “gratuitamente” para acudir a Barcelona para encontrar la solución técnica a los problemas futbolísticos del equipo que, señala, tienen a la afición catalana “amargada”.

Antes de la despedida cordial, el “Oso rubio” recuerda a Casaus que el “frío invierno” está por llegar y qué él debe tener “alguna manera” para auxiliar a su esposa.

En la segunda misiva, fechada el 26 de junio de 1983, Platko alerta del crudo invierno que enfrentan a punta de frazadas, pide ayuda por un medicamento específico, ofrece sus medallas, propone una colecta para recaudar fondos y hasta un partido a beneficio.

Pide llevar el mensaje de su carta al consejo directivo, adjunta la receta del remedio Honvan st 52 Asta, indicado para el tratamiento del cáncer, y plantea que, tal vez, los socios activos del club pueden conseguirle.

Más adelante describe el “muy crudo” invierno, con “0 frio” en las madrugadas y 11 grados de calor en el día, que deben aguantar en una pieza tapándose con “5 mantas” como única solución, narra con signos de exclamación. Platko enfatiza que a sus 85 años y los 77 de su esposa, deberán soportar de esa manera el clima hasta que llegue a Santiago la ayuda solicitada a su querido club.

En las líneas siguientes, propone que los “activos socios” puedan socorrer con una colecta, que con “1 peseta” por cada uno, dice, le vendría muy bien. No es la única idea que sugiere. También desliza hacer un partido benéfico y repartir las ganancias “50-50”.

Párrafo siguiente, Platko insiste en el favor de transmitir el contenido del texto a los directores del club y ofrece las “dos medallas de oro” que ganó con el Barça, recordando que fue campeón de España y cataluña “varias veces”.

La última carta no señala el mes, pero la desesperación de Platko es mayor por las dolencias que le causa el frío, por el alto costo de la calefacción que no puede enfrentar y por verse en la necesidad de vender sus trofeos.

“Santiago, 10 de 1983”, se lee en la parte superior, y va dirigida al señor Pedro Carreras, jefe de administración del FC Barcelona y agradece, de entrada, “la última envío de dinero” por un total de “U.S.A. 350”, aunque enseguida frase advierte no solo que le “falta mucho” para abordar sus gastos en médicos y medicamentos. También describe los “dolores” que está sufriendo a causa del frío que, para peor, no puede combatir como se debe porque el costo del gas y la electricidad subieron 70%. “No se puede vivir de esta manera”, lanza con crudeza.

En el pasaje siguiente escala otro peldaño de sus necesidades económicas: revela que está obligado a vender las medallas de campeón de España 1924-1925 y 1927-1928. Con todo, insiste en sugerir que los socios realicen “colectividades” para ir en rescate de un “verdadero héroe en la final de Santander”.

Platko murió apenas un par de meses más tarde, el viernes 2 de septiembre de 1983. El “Oso rubio de Hungría” se fue “medio olvidado y rodeado de un ambiente de penurias en tierras chilenas”, se lee en el diario catalán Mundo Deportivo en la edición del día después del fallecimiento de la leyenda.

Durante años se desconoció en qué lugar del Cementerio General de Santiago yacían sus restos, hasta que la Comisión Patrimonio del Club social y Deportivo Colo Colo los halló, en marzo de 2015, en el mausoleo de antiguos deportistas, pero equivocado en la tumba de Juan Ramsay, señalaron. “Nadie lo iba a visitar”, agregaron. En Chile no tenía familiares. Fue exhumado y trasladado a otro sitio. Hoy descansa en el mausoleo de viejos cracks de Colo Colo.
Antonio Valencia

es redactor de Deportes El Mercurio.

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