Por las tardes, el sol llega de frente al arco oriente de una de las canchas de Juan Pinto Durán, el búnker de la Roja. Cristopher Toselli estaba justamente ahí y el rayo le daba directo en los ojos. Le patearon al arco, la pelota entró y Marcelo Bielsa detuvo el entrenamiento: “Nunca más te excuses en que el sol sea el responsable de un gol”, lo retó el “Loco” delante de todos. A Toselli no se le olvidó nunca.

Quizás por eso, con 33 años, el guardameta de Palestino, histórico de la UC con ocho títulos y un tricampeonato, no tiene problema en decir que tras 20 años bajo los tres palos —empezó a los 13 en las inferiores cruzadas— pudo y puede llegar más alto.

Sufrió tres lesiones graves en sus rodillas que lo mantuvieron hasta un año sin jugar. Hoy ataja en Palestino y, con dos socios, se involucró en un emprendimiento: Mentor Sport, cursos on-line destinados a preparar a los deportistas para el día después del retiro.

“No tengo idea qué habría sido yo sin el fútbol. Mentiría si digo algo. Estos cursos sirven para eso. Son útiles, de educación financiera, emprendimiento de negocios, coaching y liderazgo. Son cortos y adaptados a los horarios de los deportistas”, enseña.

En su caso, Toselli está lejos del retiro. “Tengo cuerda para rato, hasta los 40”. Y agrega: “Estoy como en la mitad de mi carrera”.

Estuvo en el origen de la “generación dorada”, tercera en el Mundial Sub 20 de Canadá 2007. La de Vidal, Sánchez, Medel e Isla, pero al final la vio de lejos porque el que atajó hasta hoy fue Claudio Bravo.

“Las lesiones derrumban el camino, pero nunca he estado con ganas de largar”, apunta. Tampoco lo bajan las decepciones, como fue quedar fuera de Sudáfrica 2010.

“Bielsa me llamó a su oficina y me lo dijo. Entendí que otros estaban mejor que yo nomás”, recuerda.

Más le dolió perder el título del Apertura 2013 con la UC ante O’Higgins. “Fui elegido el mejor de los mejores ese año, pero sentí que había fracasado por no ganar”, reconoce. Tampoco le fue bien en México, su única y breve aventura internacional.

“Era mi sueño jugar en el extranjero y duré muy poco. No estuve a la altura. Eso es todo”, admite.

“Es que soy muy autocrítico y no me escondo del error. Al final es como darle vueltas a algo que sabes que en el fondo cometiste. Prefiero ir de una y sin doble discurso: la cagué, me comí un gol y punto”.

“No lo es, pero soy así. Es asumir los errores realmente”.

“Claro. Soy súper autoexigente y las expectativas que tenía de mi carrera eran distintas… Pero, hay otra cosa que me pasó con los años: me costaba valorar lo que he logrado. En la UC conseguí muchas cosas, pero antes de ir al extranjero lo único que pensaba era en salir, salir, salir. Y cuando volví a la UC y ni siquiera jugaba, lo valoré mucho más, incluso estando en la banca. También quería más en la selección, donde estuve mucho tiempo pero jugué poco, pues Claudio (Bravo) es uno de los mejores arqueros de la historia de Chile. Hasta el día de hoy no estoy tranquilo ni relajado. Ojalá fuera así, porque sufriría menos, me pondría menos presión, disfrutaría mucho más. No es que tenga menos ganas ni nada, al contrario, estoy feliz en Palestino. Antes solo pensaba en el futuro, no en el presente. Ahora valoro más todo. En 2017 nos fue mal con Mario Salas y yo estaba colapsado con ese sueño de irme al extranjero, pues cada año lo buscaba y no lo lograba. Me fui, lo logré, no me fue bien y de vuelta valoré lo que tenía, hasta la gente que uno saluda todos los días. Antes era futuro, futuro, futuro. Me di cuenta de que era muy egoísta. No era una persona tan sociable, ahora veo más lo colectivo y mi trabajo es mejor en el colectivo”.

“Tengo contrato vigente con la UC hasta el próximo año. Desconozco lo que pueda pasar en diciembre. Hoy mi cabeza está en Palestino. La selección es un sueño y pienso que Bravo tiene fácil para dos años más y (Gabriel) Arias es capitán en Racing. Ambos lo tienen más que merecido y me parece perfecto, pero no quiere decir que… Igual estoy para que el técnico por lo menos lo piense”.

“Valoro la confianza que me tuvo el club y un técnico con mucho prestigio. Yo buscaba continuidad. Me hubiese quedado en la UC a pelear el puesto, pero iba a estar más incómodo que otros años. No iba a entregarme al 100% como otros años: jugar era una necesidad”.