“Hay que retroceder quizás hasta Marco Antonio Etcheverry (1993) para dar con un extranjero que se haya puesto la camiseta de Colo Colo y tenga rendimiento inmediato. El boliviano debutó con Vasco da Gama en el torneo Conmebol y maravilló de entrada. Julio Barroso (2014) y Justo Villar (2013) también respondieron de inicio, antes Vasconcelos (Severino, 1979), pero lo del uruguayo ha sido más notorio aún”, rememora el historiador albo Sebastián Salinas para calibrar el impacto de Maximiliano Falcón (23 años) en el equipo popular.

Procedente del modesto Rentistas, el defensor provocó un vuelco en la campaña alba. Hasta su llegada, Colo Colo enseñaba un 23% de rendimiento, con una media de 1,6 goles recibidos por jornada. En 16 juegos, apenas en dos el Cacique pudo entregar el arco inmaculado. Falcón debutó el 10 de noviembre frente a Antofagasta y desde ahí los números de elevaron: 52% de rendimiento, un promedio de 1,1 tantos encajados y cuatro encuentros de nueve sin goles en contra.

“Sinceramente no me sorprende el nivel de Falcón en Chile. Es un animal competitivo, no tiene temores. Posee un mecanismo mental notable, nunca se da por vencido y logra mejorar a sus compañeros, provoca un efecto dominó. Es rápido, agresivo, domina la técnica de salida, siempre tiene una jugada más que el resto, estamos hablando de un zaguero de nivel, de élite internacional. Uruguay es cuna de zagueros de raza. No tiene la estatura (Falcón mide 1,80 metro) que buscan los europeos en el puesto, pero sí todo lo otro: regate, gran juego aéreo —porque es tiempista—, agresividad controlada, resistencia, velocidad”, detalla Alejandro Cappuccio, técnico que lo consagró en Rentistas.

“Por fin le apuntaron con un refuerzo. Este uruguayo se parece a los centrales de antes, agresivo, como el ‘Chita’ Cruz o Atilio Herrera, capaz de trancar con la cabeza y con la pelota también sabe. El gol que saca con la cabeza en la línea ante Antofagasta, con la pelota que iba más debajo de la cintura, lo retrata; ya no hay de esos jugadores”, sorprende elogiando Leonel Herrera Rojas, zaguero del Colo Colo 73, siempre reacio a las loas.

“Contagia vitalidad, es generoso, pero hay que trabajarlo y sobre todo tranquilizarlo, porque se tiende a desordenar”, advierte Eddio Inostroza, exvolante que ganó tres títulos nacionales en Macul.

Falcón es oriundo de Paysandú y empezó jugando en el club local Huracán. A los 12 años dejó el colegio para trabajar de albañil y tres años después recién conoció a su padre. A los 16 años fue recomendado por captadores a Nacional de Montevideo, del que era hincha. Después de dos años le hicieron contrato en el “Bolso”, fue seleccionado juvenil de Uruguay, pero no quedó en la lista definitiva que disputó el Sudamericano Sub 20 2017. Tampoco llegó a debutar en el primer equipo tricolor. El DT Gustavo Munúa lo incluyó en una pretemporada con el plantel estelar, pero una varicela y la posterior paperas lo dejaron fuera de combate.

“A modo de promedio, del total de chicos que se forman en Nacional, un 10% llega al primer equipo y un 20% sigue en Primera en otros clubes; dentro de ese 20 está Falcón. Su característica resaltante era la velocidad; muy agresivo, eficiente en los duelos, ganarle un mano a mano era muy difícil, tenía reactividad y potencia en pocos metros. Jugó mucho de zaguero derecho junto a Agustín Rogel, que hoy está en el Toulouse. En su vida personal y en la cancha fue resiliente, tenía entereza”, sostiene Sebastián Taramasco, coordinador del fútbol formativo en Nacional.

Fabián Coito fue su entrenador en la Sub 20 charrúa. “Maxi era un jugador fuerte, temperamental, y en Rentistas creo se vio obligado a rediseñar su juego, agregó una salida clara, con buen pase a los mediocampistas, que parece fácil, pero hacerlo bien no lo es tanto. Empezó a entender el juego. Se merece el presente que vive en Chile”, detalla el actual seleccionador de Honduras.

En 2018 Falcón quedó libre de Nacional y con el sueño del debut inconcluso. “Todo pasa por algo”, es la muletilla del caudillo colocolino. Intentó enrolarse en Danubio, Rampla y Cerro, pero no tuvo suerte. Su destino estaba más abajo: Rentistas, por entonces en la Segunda categoría del fútbol uruguayo. “Logramos el ascenso y Falcón fue el mejor del torneo en su puesto y luego ganamos el título en Primera y repitió como el mejor defensor del campeonato”, sintetiza Capuccio, que solía llamarlo el “Excursionista” por sus repetidas y temerarias corridas al área contraria.

La estampa de Falcón tiene una reminiscencia en la década de los 80: se trata de José Luis Russo, zaguero uruguayo con idéntica melena, que destacó en el Deportes Iquique que llegó a la liguilla de la Copa Libertadores 1988. “Falcón se parece mucho al ‘Pete’ Russo, por apariencia y características; tienen esa impronta de los zagueros uruguayos, a veces se pasan de revoluciones, pero infunden respeto y los atacantes lo sienten. Russo era muy agresivo, pero jamás lo expulsaron. Falcón aporta lo que ya no entregan Insaurralde, Barroso y Zaldivia: agresividad”, comenta el DT José Cantillana, excompañero de zaga de Russo en el norte.