La octogenaria historia del “Clásico del Pacífico” escribirá un nuevo capítulo este viernes, en Ñuñoa, en otra reedición del choque entre Chile y Perú, uno de los más reñidos y esperados de la región, que atesora momentos inolvidables para ambos países. Y cuya rivalidad escapa con largueza los límites de la cancha e incluso los que enseñan los libros de historia.

“Respeto, por aquí pasó el campeón de América”, fue el controvertido mensaje que rayó la Roja en el vestuario tras vencer 4-3 en el Estadio Nacional de Lima, en octubre de 2015, como respuesta al hostigamiento de la afición local en la víspera del partido.

Un ejemplo de la memoria reciente que recuerda la enemistad futbolística que garantizan los duelos chileno-peruanos, de esos que quedan grabados a fuego, como el no menos vergonzoso episodio de 1997 en las clasificatorias para el Mundial de Francia, cuando los hinchas chilenos agredieron al representativo incaico a su llegada al aeropuerto, apedrearon el bus que lo trasladó por Santiago, incordiaron la concentración peruana durante toda la noche con bocinazos y ruidosos festejos para rematar con una sonora silbatina que hizo inaudible el himno de la nación visitante en la ceremonia de presentación.

El duro recibimiento de los fanáticos peruanos en Lima provocó la reacción de la Roja, que llegaba como flamante campeón de América a la capital del vecino país.

La influencia y las consecuencias de la Guerra del Pacífico (1879 a 1884), que recién permitieron fijar los límites definitivos entre ambas naciones en 1929, asoma como un precedente notorio de la posterior rivalidad deportiva entre chilenos y peruanos. Sin embargo, no toda la “rabia futbolística” se explica por el conflicto bélico de fines del siglo XIX: el primer partido entre ambas escuadras, disputado en 1935, apenas seis años después del Tratado de Lima, no tuvo nada de violento, ni de poco amistoso. Fue al revés.

El encuentro, que ganó el local por 1-0, pasó a la historia por ser el primero y también por la pulcritud y por el respeto absoluto que hubo antes, durante y después del cotejo.

Esto enseñan los reportes de la época: “Cuando se presentan ambos equipos juntos, estalla una ovación. El juego fue limpio, correcto y caballeresco”, detallaba el extinto diario La Crónica, el 27 de enero de 1935.

Mientras que El Comercio, decano de la prensa peruana, inmortalizó el siguiente párrafo en la edición de ese día: “Antes que abandonaran los futbolistas peruanos el camarín, ingresó allí el presidente de la delegación chilena, doctor Arturo Flores Conejero, acompañado del Dr. Luis Picasso Rodríguez y el periodista Melliboscky. El origen de la visita del delegado chileno obedecía a un fin cordial y era nada menos que felicitar a la muchachada peruana por el triunfo. El gesto del doctor Flores fue justamente apreciado por los peruanos, quienes lanzaron un 'hurra' por el Equipo de Chile y sus dirigentes”.

“El Presidente Augusto Leguía trataba de vincular a chilenos y peruanos a través del fútbol. Gestiona para que venga a jugar el Santiago Football Club, en 1928, el primer equipo chileno en tierras peruanas, y ellos, para jugar contra Circolo Sportivo Italiano, salen con una bandera peruana, con cintillos con los colores patrios locales y se ganan el aprecio y el respeto del público, la gente aplaude a los chilenos”, contextualiza Jaime Pulgar Vidal, periodista e historiador peruano, quien asegura que “entonces no había resentimientos en la cancha. Si ya habían pasado 50 años de la guerra”.

“El concepto de clásico comienza a acuñarse desde la década de 1950, con ciertos partidos entre ambas selecciones, ensalzados por el nivel de los equipos y por factores históricos. Fue algo progresivo. En los 50 recién se consolidaba la selección peruana”, comenta José Carlos Yrigoyen, autor del libro “Con todo contra todos. Una historia de la selección peruana: 1968-2018”.

En la década del setenta coincidieron en las eliminatorias para Alemania 1974 y para Argentina 1978, lo que ayudó a espolear el encono. Y en apenas un lustro. Ni hablar cuando en la Copa América de 1975 la selección blanquirroja arrasó con la chilena antes de coronarse campeona continental por segunda vez en su historial.

“En la memoria colectiva pesan mucho las eliminatorias. Para el Mundial de 1974 Perú se sentía ampliamente favorito, más fuerte que Chile por más que también tuviera un buen equipo. Quedar fuera del torneo dolió mucho, tras perder el partido de desempate en Montevideo”, rememora Yrigoyen.

El historiador Jaime Pulgar Vidal se refiere al desquite: “Camino para Argentina 1978 Perú se cobra venganza y se apela mucho al nacionalismo: le gana 2-0 a Chile, que tenía a Elías Figueroa y Alberto Quintano, con un gol de cabeza del más bajito de todos: Hugo Sotil. Entonces se empiezan a engrandecer esas historias. Cuando termina el partido, el Presidente Francisco Morales Bermúdez bajó a la cancha, le pidió la camiseta al capitán de la selección, Julio Meléndez, se la colocó sudorosa como estaba y todo el estadio empezó a cantar el himno nacional”.

Los historiadores sostienen que Morales Bermúdez se aprovechó políticamente, pues “estaba muy cerca del centenario de la Guerra del Pacífico, con ambos países en dictadura. Durante los regímenes peruanos se empezó a correr el rumor de que Juan Velasco Alvarado (1968-1975) iba a recuperar los territorios perdidos en la guerra. Perú se sentía superior a Chile en muchos sentidos: habían comprado armas rusas, por ejemplo, y también tenía un muy buen equipo de fútbol”, explica Pulgar Vidal. “Entonces en ese contexto se exacerbaba mucho el nacionalismo. Se crea la canción ‘Contigo Perú’, que hoy todos cantan como si nada, y fue creada durante la dictadura”, advierte.

El periodista Julio Salviat intenta ser más preciso con la fecha original del clásico: “Diría que la rivalidad empieza en los 50, cuando se crea la Copa del Pacífico, que parte con victorias de Perú. La Guerra del Pacífico dejó marcados a ambos países y eso es un ingrediente para considerar en la rivalidad”, comenta Salviat.

Luego profundiza: “Otro concepto decisivo es la paridad de fuerzas. Somos países vecinos, ambos tuvieron equipos parejos, a Chile le costó ganar mucho en Lima, y Perú después del torneo de 1954 no ganó más en Santiago. Cosa que no se dio con Argentina, porque Chile era pan comido, ni tampoco con Bolivia, porque no era un rival a la altura de la Roja. Ese es un factor. Luego las clasificatorias en la década de 1970 ratifican y consolidan todo”, cerró el laureado periodista chileno.