Era un hecho, pero restaba la formalidad: poco después de las 13:00 horas de este lunes 30 de agosto Cruzados anunció que Gustavo Poyet dejaba la cabina técnica de Universidad Católica.

Cercanos al uruguayo señalaron que el acuerdo de salida se acercó a los US$ 400 mil, que se explican en los cuatro meses de contrato que le restaban más premios pendientes por el rendimiento en la Copa Libertadores. “No es muy lindo estar en esta posición. Vine a Chile por un reto profesional y la Católica me dio esa oportunidad. Hubo muchos momentos en que me entusiasmé, pero no pudimos lograr la racha de triunfos ni consistencia sobre todo en el torneo local, lo que no nos permitió estar en la punta”, dijo Poyet al momento de la despedida.

Así el panorama, Cruzados enfrentará una misión compleja y contra el tiempo. Juan Tagle, presidente, no confirmó ni descartó un interinato, aunque miembros del directorio no son partidarios de esa idea. “No correspondería al estilo profesional en el que nos hemos manejado por bastante tiempo”, confidenciaron en la precordillera. Mientras, los encargados del primer equipo serán Rodrigo Valenzuela y Cristián Paulucci, en prácticas que se retomarán el miércoles.

En ese contexto, más la ambición de la UC por conquistar el tetracampeonato y el deseo de los directores de contar con un técnico experimentado, comenzó la búsqueda de un relevo para el charrúa, quien deja San Carlos con un 47,3% de rendimiento, producto de 13 triunfos, igual cantidad de derrotas y cuatro empates.

Para muchos miembros de la mesa, Rodolfo Arruabarrena es el indicado. El “Vasco” conoce cómo trabaja la UC: en julio de 2010 llegó como jugador, justamente cuando José María Buljubasich hacía sus primeras armas como gerente deportivo. “Cayó muy bien en el equipo, fue un tipo comprometido y sencillo”, dicen en la precordillera.

Después, Arruabarrena comenzó una carrera de técnico que tuvo en la banca de Boca Juniors, donde ganó la Copa Argentina y una Superliga, su punto más alto. “Le gustaba el juego de posición, lo hacía mucho. Los dos laterales se desplegaban en ataque, los centrales conducían y había mucha movilidad en el manejo de las posiciones intermedias. Siempre fue 4-3-3; después, cuando llegó Carlos Tévez, fue un 4-3-1-2. Era un equipo que presionaba arriba”, recuerda el periodista Martín Lemos, de radio Gol de Vestuario de Buenos Aires.

Hoy, el argentino está sin club, pues hace un par de meses fue cesado del Pyramids de Egipto. El dato no es menor, porque en 2019, cuando la UC buscaba técnico tras la partida de Gustavo Quinteros, Arruabarrena fue contactado, pero entonces dirigía al Al-Ahli de los Emiratos Árabes.

Sí hay un problema doméstico: hace dos años respondió negativamente a una posibilidad de volver a dirigir en Argentina, porque su familia vive en España.

Otra de las fichas de Cruzados es un viejo conocido: Juan Antonio Pizzi, despedido a comienzos de mes de Racing Club, quien es cercano a Buljubasich, pero también al director Felipe Correa, gerente de selecciones cuando “Macanudo” fue el conductor técnico de la Roja. Sus números en el equipo de Avellaneda no fueron auspiciosos: 32 partidos, 13 victorias, 11 empates y ocho derrotas (33 goles a favor y 30 en contra), con un 52,08% de efectividad, no muy distinto a lo de Poyet.

Los hinchas de la “Academia” no olvidan el bochorno que generó la final por la Supercopa argentina ante River Plate: 0-5 en marzo. “Era un equipo que atacaba poco, pero muy efectivo; no fue de mucha posesión. Se refugiaba cerca del área y luego lastimaba en muchos contraataques. Recuerdo buenos partidos con Colón y Sao Paulo, nada más”, sentencia Lemos a propósito del paso de Pizzi por Racing.

Algunos directores de la UC tampoco olvidan que Pizzi, días después de perder el partido decisivo del Apertura 2011 ante Universidad de Chile, apareció firmando en Rosario Central.

Pablo Guede es otro de los nombres que han sonado en San Carlos. El exTijuana, dueño de todos los clásicos cuando dirigió a Colo Colo, también está sin trabajo. A su círculo íntimo le ha manifestado que sería un gran anhelo dirigir a los cruzados. La dirigencia considera que es un buen nombre, pero que quizás no encajaría en el perfil.

Como indica la historia reciente, Cruzados va a manejar un as bajo la manga y del cual no habrá pistas ni sospechas. Así, por ejemplo, sucedió con Poyet, el gran fiasco de la dirigencia estudiantil en los últimos seis años.