Hace cuarenta años, la Fórmula Uno tuvo presencia chilena con Eliseo Salazar. Desde entonces, repetir la experiencia se ha vuelto una quimera, tanto por las condiciones locales como por los montos que se manejan en la máxima serie del automovilismo mundial.

Para considerar los aspectos financieros, correr en la F-1 cuesta un dineral que pocos pueden cubrir. Hablar de platas ha sido siempre tabú en la categoría, pero a guisa de ejemplo, lo del ruso Nikita Mazepin grafica el fenómeno: su incorporación al equipo Haas, uno de los más pequeños de la serie, cuesta unos 25 millones de euros anuales, que paga íntegramente la empresa química rusa Uralkali, cuyo propietario es... el padre del piloto: Dmitry Mazepin.

Tampoco se trata solamente de dinero. “Para llegar necesitas que se dé todo. Está el caso del mexicano Sergio Pérez. Es un piloto excepcional, con auspicios de nivel mundial, con el apoyo de un mecenas como el empresario Carlos Slim y el respaldo de un país”, detalla el expiloto Pablo Donoso, el chileno que más cerca estuvo de correr en la F-1 después de Salazar.

Ocurrió cuando Donoso competía en Europa. “Gané carreras en la Fórmula BMW Junior y la World Series Light, y a fines de 2003 apareció la chance de un test con Minardi en Silverstone, en la pretemporada de la F-1 de ese año”, recuerda Donoso. Pese al ofrecimiento de uno de los equipos menores de la categoría, prefirió desestimarla.

“Es que el costo del test era una locura. No hablaré de cifras, pero probar en Silverstone de 9 a 12 del día, con opción de un par de horas más si los resultados eran buenos, costaba hasta la mitad del presupuesto de un año en la World Series. Pudimos hacer el test, pero no estaba seguro el ingreso a la F-1 y nos quedaríamos sin correr la World Series”, explica.

Donoso no se arrepiente de la decisión. “Lo veo así: tuve la chance, sonó mi nombre y claro que me habría gustado haber conducido un F-1, pero cuando entras al automovilismo hay que tener un plan, no solo hacer tests a tontas y locas. Si lo hubiera hecho, estaríamos hablando solo de eso y no de una experiencia de más de diez años”.

El plan al que alude Donoso lo está trazando Nicolás Pino. El joven piloto de 16 años está radicado en Europa con el objetivo final de llegar a la categoría mayor, algo que según su padre Manuel debería producirse después de 2024.

“Proyectamos que ese año Nicolás ya debería estar corriendo en la Fórmula 2”, explica su progenitor. El trabajo lleva más de ocho años desde que comenzó en los kartings en Chile, “pero si quería llegar lejos, no podía ser desde acá, porque no se puede”.

Manuel Pino dice que el plan de su hijo, asesorado por abogados especializados en deporte en Europa, es tan detallado que tiene claro los montos para dejar al joven corredor (o a cualquiera) a las puertas de la F-1: “Para subirte hay que invertir, como mínimo, ocho millones de euros. Hasta ahora, llevamos 1,3 millones, un año en la F-3 es del orden de un millón y la F-2 debería estar en los 2,2 millones”.

Eso es solo para llegar ahí, porque apropiarse de una butaca de algún equipo es mucho mayor. “No está muy claro cuánto es el monto porque hay varios factores, pero estimamos que con 15 a 20 millones de euros al año te puedes subir a un equipo de F-1. Y eso no incluye el costo de la vida y de vivir sin sueldo”, apunta Pino.

Desde España, donde espera poder volver a las pistas, Nicolás Pino confiesa sentirse como un “bicho raro”. “En Inglaterra, lo que más les llamaba la atención es que alguien de Chile que figure en los lugares que yo he llegado sin un main sponsor. No existen muchos casos así. Todos mis competidores tienen un sponsor principal, empresas e inversionistas detrás, que creen en ellos”, compara.

Pino corrió en la Fórmula 4 Británica en 2020, pero no alcanzó a terminar la temporada por falta de recursos (iba 13º en la tabla de puntaje). Ahora, todavía no encuentra butaca, luego de no poder conctretar las negociaciones para disputar la Eurofórmula Open (F-3).

El tema complica al volante: “Estoy full enfocado en el objetivo deportivo, pero no me permite dedicarme 100%. Tengo parte de mis actividades dedicadas a otras cosas que el resto no hace, porque cuenta con el apoyo. A mí igual me gusta, aprendo y me mantiene activo, pero lo ideal sería hacer ese trabajo extra porque me gusta, no porque lo necesito”.

Mientras la familia Pino y el staff de asesores, que incluye al portugués Duarte Félix da Costa, hermano del campeón de la Fórmula E António y que actúa como representante del piloto a través de su compañía Synergy Driver Performance, mantiene optimismo en los números.

Sin embargo, Donoso, quien ya estuvo cerca de pilotear un bólido de F-1, es pesimista sobre la opción de ver un chileno compitiendo ahí: “A la Fórmula Uno no le interesa la región. El último sudamericano que llegó fue el venezolano Pastor Maldonado y pagaba 40 millones de euros. El que tenga esa plata tendrá que pelear con otros con dinero, pero está más complicado porque nombres como Mazepin, el canadiense Lance Stroll o el italiano Antonio Giovinazzi son capaces de comprar y pagar un equipo”, asegura Donoso. Y luego remata: “Chile no debería pensar en poner un piloto en la F-1 o en la Fórmula E, debería pensarlo para el World Rally Championship, que es la categoría en la que organizamos una fecha mundial”.