Santiago de Chile.   Sáb 03-05-2025
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La redención de Carlos Milano, el basquetbolista venezolano que dejó su patria y el béisbol para ser campeón en Chile

El pívot acaba de ser campeón de la Liga Nacional de Basquetbol junto a la Universidad de Concepción, siendo elegido el mejor jugador de las finales. Un premio al esfuerzo: luego de cuatro años en el país, recién esta temporada pudo brillar en los cestos locales. Un camino con pocos aplausos y que se inició con el béisbol, en su natal Venezuela. “Trabajar duro trae recompensas”, dice el poste. Esta es su historia
Foto: Liga Nacional de Básquetbol
Diego Aguirre Diez12 de septiembre, 2021
Nadie se sorprendió cuando por los altoparlantes del Coliseo Antonio Azurmendi de Valdivia nombraron a Carlos Milano como el jugador más valioso de las finales de la Liga Nacional de Básquetbol. El venezolano fue el pilar del quinteto de la Universidad de Concepción, campeón del torneo al derrotar al local en el cuarto juego de la serie. Todos aplaudieron al poste de 1,98 metros. Luego de cuatro años en las sombras del plantel estudiantil, Milano recibía una ovación que soñó por mucho tiempo, y que hasta hace unos meses parecía improbable.

Carlos Milano es oriundo de Curiepe, Venezuela, y desde pequeño su vida se dividió entre el básquetbol y el béisbol, los dos deportes más populares de ese país. “Hallaca”, como apodan a Milano debido a la típica comida caribeña, era pitcher sobre el diamante, y lanzaba tan bien la pelota que cuando tenía 18 años le ofrecieron jugar de manera profesional en República Dominicana. Y para allá partió.

“A esa edad, también me llamaron a la selección juvenil de básquetbol de Venezuela, pero me decidí por el béisbol”, dice Milano.

Pero el amor por los cestos no lo dejó en paz. Cuenta que en las concentraciones de su equipo se arrancaba un rato a jugar baloncesto a alguna cancha cercana. Por eso, en 2006, y cuando llevaba tres años como beisbolista, una grave lesión en su hombro lo empujó a dejar ese deporte.

Fue la excusa perfecta. “Tenía que operarme si quería seguir jugando béisbol, y decidí no hacerlo y me dediqué al baloncesto, mi gran pasión".

El poste viendo acción en la final contra Valdivia, donde fue la figura del plantel estudiantil que se coronó campeón. Foto: Liga Nacional de Básquetbol


Pasó una década disputando ligas de segunda categoría en su país natal, con el sueño de llegar a la primera división. No ocurrió. Pero en 2017, con 32 años, se le abrió una ventana para convertirse en profesional: un amigo que estaba en Chile hizo llegar un video suyo con un compilado de jugadas a la Universidad de Concepción.

Viajó al país y estuvo a prueba por catorce días. Y se quedó. No le aseguraron un puesto en el equipo, pero sí le dieron la posibilidad de estudiar en la institución penquista.

“Recibí una beca deportiva para estudiar, pero tuve que dejar a mi hija y esposa en Venezuela. Fue duro”, cuenta el pívot.

“Cuando llegué a Chile no fue fácil, y tuve que dividir mi tiempo entre los estudios, el básquetbol, y el trabajo. Me puse a trabajar en una agencia de la lotería de Concepción, en funciones administrativas. Lo hice para poder traer a mi familia”, confiesa.

Un año después, logró que su pareja e hija viajaran a Chile.

En la cancha, Milano no era considerado. “Tuve un rol secundario durante muchos años. Si se lesionaba un extranjero, me ponían a mi. O si algún refuerzo se iba de improviso, yo lo reemplazaba mientras llegaba otro, y así. Sabía que estaba para eso. Me mantuve ahí, esforzándome, sabiendo que en algún momento tendría más protagonismo”, cuenta el poste.

Milano con el trofeo de mejor jugador de las finales en sus manos. El estudiante de educación física de la Universidad de Concepción llegó en 2017 al país. Foto: Liga Nacional de Básquetbol

Y su momento de brillar llegó. Esta temporada, y luego de la renuncia del refuerzo extranjero titular, Milano atendió el llamado que había recibido una decena de veces. Se integró al equipo estudiantil, y lo demás fue historia: comandó al club auriazul a la final del torneo, y en la serie decisiva contra Valdivia descolló de tal manera que fue elegido el mejor jugador de las finales.

Milano cierra: “Pensé en muchas cosas cuando recibí el premio. Primero, en mi hermano, que falleció hace tres meses por el coronavirus. Luego pensé en mi equipo, porque gracias a ellos pude mejorar durante los años y ganar esa distinción. Me siento un chileno más y espero quedarme mucho tiempo más acá. El próximo año me titulo de profesor de Educación Física. Me gustaría ser entrenador de baloncesto. Enseñarles a los niños que todo es posible. Que trabajar duro te trae recompensas”.
Diego Aguirre Diez

es periodista de Deportes El Mercurio desde 2016, especialista en el área polideportiva, cubriendo tenis, golf, rugby, atletismo, básquetbol, entre otras disciplinas.

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