Luka Doncic tenía 16 años cuando debutó en el equipo adulto del Real Madrid, y apenas agarró la pelota lanzó un tiro de tres puntos que se coló dentro del aro de manera notable. Fue el inicio glorioso de su carrera como basquetbolista profesional. No hubo procesos de adaptación para el adolescente esloveno. El base prodigio de Europa se convirtió en estrella desde el día uno.

En los Juegos Olímpicos de Tokio, Luka Doncic, quien hoy tiene 22 años, llegó a Asia como una de las máximas figuras a seguir, y no ha deslucido. Junto a la selección de Eslovenia ha firmado dos triunfos en igual cantidad de partidos en la cita nipona, logrando la clasificación a la siguiente fase del torneo tras las victorias ante Argentina y Japón.

Contra los trasandinos, en el debut, Doncic descolló con 48 puntos y 11 rebotes, y este jueves frente a los locales se matriculó con 25 puntos (dosificó y solo estuvo 25 minutos en cancha) para quedarse con el partido por 116 a 81.

El español Luis Guil, ayudante técnico de Sergio Scariolo en la selección de España, conoce bien al esloveno. “Desde que era un niño se notaba que iba a ser un jugador espectacular. Llegó de muy pequeño a jugar a España. Una vez me lo encontré en el centro del Real Madrid. Doncic tenía 15 años y pedí que me sacaran una foto con él porque sabía que iba a ser el mejor jugador del mundo. Tengo esa foto guardada”, confiesa el entrenador a “El Mercurio” desde Tokio.

Es la primera vez que Eslovenia está en una competición olímpica, cita a la que clasificó mediante el repechaje. Fue el propio Doncic que empujó a su equipo a lograr los pasajes a Tokio en el último intento. Ya lo había hecho antes, en el Campeonato Europeo de 2017. Con apenas 18 años se quedó con el título continental y fue elegido en el quinteto ideal del torneo.

Párrafo aparte lo que ha conseguido de forma individual en la NBA, la máxima liga cestera del mundo. Allá llegó en 2018, firmando por los Dallas Mavericks, y no demoró en destacar. En su primera temporada logró el trofeo al mejor novato del año, y luego se encargó de romper un sinfín de récords estadísticos, igualando y superando marcas de referentes como LeBron James, Michael Jordan y Earvin “Magic” Johnson.

“Dominó la Liga ACB, la Euroliga y luego la NBA. Todo en cuatro años. Es increíble. Lo que lo hace único es que tiene el control total del partido, y todas las decisiones que toma son buenas y de gran nivel. Sabe cuándo tiene que parar, lanzar o pasar el balón”, explica el hispano Guil.

Nadie parece tener la receta para detenerlo. Doncic, una máquina para anotar puntos y generar asistencias a sus compañeros, entrega en el parqué un juego versátil difícil de descifrar. Inteligencia y poderío físico para su posición en la cancha (es base y mide 2,01 metros), sus armas en ofensiva son múltiples. Es efectivo tanto de tres puntos como en las penetraciones al aro, y con el balón en sus manos el ritmo del juego corre al compás del esloveno. Los rivales sufren con sus aceleraciones -y detenciones- sobre el rectángulo, quedando atornillados al piso con cada movimiento del jugador europeo.

También tiene mentalidad ganadora, por cierto. Y en Tokio no quiere menos que la medalla dorada. “Quiero ganar el oro con Eslovenia, por sobre un anillo de la NBA. Aunque no me molestaría lograr ambos”, dijo Doncic en la previa de los Juegos.

Pero para eso aún falta. Primero, Doncic y compañía deberán enfrentar a España en el cierre del grupo C, el próximo domingo, otro serio candidato a lograr el título en la capital japonesa. Este jueves, los hispanos vencieron por 81-71 a Argentina. Eslovenos y españoles definirán el primer puesto de la zona. “Puede conseguir lo que quiera. Es un animal competitivo, y lleva a sus equipos a ser mejores. No solo brilla él, sino que hace jugar a sus compañeros, y eso está haciendo con Eslovenia. Pueden lograr una medalla en Tokio, sin dudas, aunque está todo muy igualado, pero los pondría entre los favoritos con Estados Unidos, Australia y Francia”, dice Guil.

¿Cómo detener a la estrella eslovena? El integrante del staff español entrega su particular receta: “Primero hay que rezar mucho (ríe). Su talento es a veces imparable, y para intentar frenarlo hay que evitar que tome el balón, no hay otra forma. Hay que defenderlo entre todos los jugadores, pero tampoco olvidar que no solo juega Luka, sino que todo el equipo esloveno es muy bueno”, señala Guil.

De más está decir que la tarea que tienen los eslovenos es titánica en su camino a conseguir el oro: desde Barcelona 1992 que la presea dorada ha quedado en manos del Dream Team estadounidense, salvo por la edición de 2004 en que Argentina dio la sorpresa. En Tokio, Eslovenia quiere sacudir al mundo, y Doncic algo sabe de aquello.