“¡Ocho meses!”, gritaba con rabia un hincha de Unión en la galería Honorino Landa durante el descanso, porque los feligreses rojos, aterrados con el descenso, no tienen paz y viven los sobresaltos de un conjunto que bien entrado agosto no logra despegar.

Jugó mejor ayer Unión, con un primer tiempo valiente y armónico en ataque, pero el equipo sigue con la mandíbula blanda. Un error y lo pagó de inmediato: robo de César Fuentes a Gonzalo Castellani en la salida y Edson Puch acertó un globo por sobre Martín Parra. Al otro lado, el local le movió el arco a Leandro Requena (apuntó dos veces a los maderos), con un Gabriel Norambuena bien profundo, y llegó al empate recién con el penal de Ignacio Jeraldino, tras mano de Agustín Venezia.

La segunda parte fue más desorden y desespero. La mecha se encendió cuando Felipe González cobró dos penales bien finos, por roces de Bianneider Tamayo y Marcelo Jorquera sobre Álvaro Ramos y Kevin Contreras, respectivamente. Implacables el zurdo Enzo Hoyos y Cristian Insaurralde para anotar. Furia en la tribuna, donde una pareja debió salir rauda tras el acierto iquiqueño para no ser agredida por los más recalcitrantes.

“En los últimos siete partidos nos han perjudicado, deberíamos tener cinco o seis puntos más, otra sería la historia”, alegó el DT Fernando Díaz, mientras el estratega local Miguel Ramírez restregó las formas: “Hoy hubo un equipo que espero y jugó al pelotazo, y nosotros que tratamos de elaborar, pero no concretamos”.

“Cuando estás abajo todo cuesta el doble; si ganamos los dos partidos siguientes (Ñublense y Limache, ambos de local), este punto va a sumar”, razonaba Requena, punto alto en los “Dragones” junto al zaguero Salvador Sánchez.