Santiago de Chile.   Jue 19-06-2025
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Diego “Pulpo” González: “No sé qué es disfrutar un partido de fútbol”

El capitán hispano es como un tipo de otra época incrustado en el fútbol moderno. Creció sin redes sociales y con costumbres de la vieja escuela. “En este trabajo, lo mental es más importante que todo”, advierte. “Me sirve más una charla de una hora con un exjugador grande que una hora de gimnasio”, dice. Con 36 años cuenta su real motivación para venir a Chile fue “demostrarle a gente que no confió en mí que estaba equivocada, que yo sí podía jugar”, apunta. Celebra al técnico Miguel Ponce. “Me saco el sombrero con su manejo de grupo”.
Foto: El Mercurio.
Se presenta a la charla con un mate en la mano, todavía con ropa de entrenamiento, después de una práctica hispana. Diego González (36 años), el “Pulpo” para el mundillo futbolístico, es un conversador sin apuros ni reloj, si es de fútbol y la vida, mejor dice. Reconoce que jamás se despega de la yerba y el termo.

“Según todo el mundo, soy el mejor cebador de mates de la Argentina”, llegó a decir durante su estadía en Boca Juniors, donde fue perdiendo protagonismo hasta su salida. “No, no tomaba mate con Román (Riquelme), fue por una nota sobre las redes sociales, porque cuando yo subí a primera no existían las redes sociales, uno podía cometer errores y no era tanto lo que se podía llegar a hablar. Hoy eso cambió con las redes, pero es fácil estar sentado y dañar a alguien. El juvenil de ahora crece con eso, se deja llevar y te juega en contra. A Riquelme lo tuve como máximo ídolo futbolístico y ahora también es un ídolo como persona, gran tipo”, dice el jugador formado en Lanús, y con pasos por México (Santos y Tijuana) y equipos grandes de Argentina (Racing y Boca).

—¿Usted era de los que al otro día del partido compraba el diario?

“Y sí, iba al puesto de diarios y compraba los cinco o siete diarios que habían para ver los puntajes, comentarios, llegaba a casa y mi señora me quería matar, como juvenil cobraba poco y gastaba en eso. Hoy terminas de jugar y antes de entrar al vestuario ya están las críticas en redes y es fácil dañarle la cabeza al jugador, los más chicos lo sufren mucho. Yo les digo que cuando les toque perder se tomen un tiempo, digieran la derrota y recién después miren las redes, o de última antes lean el mensaje de un familiar que siempre te va a alentar, pero no, van directo a la redes para leer que dicen de uno, eso no me gusta”.


—¿Nunca le afectó que le dijeran que era un crack o era un desastre?

“Sí, claro, cómo no, pero tuve la suerte de no crecer en esta época de las redes, muchas veces me las tomo con humor las críticas. Llegué a esta etapa de las redes sociales más maduro y no lo padezco, soy kamikaze, porque cuando me dicen que no puedo, lo voy a intentar igual para demostrar que puedo. Hoy mi rol dentro del vestuario es acompañar a los chicos y tratar que no se vuelvan locos con lo que se dicen afuera”.

El “Pulpo” no se desapega nunca de sus raíces. Cuenta que su padre es maestro pizzero y se emociona. “Es el número uno, lleva 41 años trabajando en el mismo lugar. Mi viejo es mi referente, mi ídolo máximo, lo más grande que tengo, gracias a Dios pude cumplirle el sueño que su apellido esté en la cancha de Boca, fanático”, dice y evoca a su madre, la misma que fue rauda a comprarle botines cuando fue por primera vez citado a un partido y se los fue a dejar al hotel. “Mi vieja me llevó zapatos, somos una familia humilde, nunca nos faltó un plato de comida, si pude llegar hasta donde llegué es gracias a ella”, rememora.

Habla de la fortaleza que le da su pareja de toda la vida, la que conoció en el tren que lo llevaba a los entrenamientos. “El amor de mi vida, la que nunca me dejó bajar los brazos, porque los jugadores tenemos mucho altibajos, hoy me toca estar solo acá (…) A esta altura no estoy por lo económico, estoy por un gusto propio, me tuvieron sentando durante mucho tiempo diciendo que no podía jugar, que estaba lesionado, y llegué acá y juego todos los partidos, después dirán si lo hago bien o mal. Cuando Miguel (Ponce) me llamó, fue mi mujer la que me empujó para que viniera. Ella sabe que el fútbol es mi pasión, llevamos 17 años juntos y quiero pasar el resto de mi vida al lado de ella”, revela.


¿A quién le quiere demostrar a esta altura?

“A mí no, porque yo sabía que estaba bien. Mis compañeros en Boca me decían que hablara, pero jamás le voy a decir a un técnico ¿por qué no me pone? Soy una persona terca y muero con la mía, si no me quieres, no pasa nada, sí demostrarle a gente que no confió en mí que estaban equivocados, que yo sí podía jugar”.

—¿Usted disfruta el fútbol o es su trabajo?

“El fútbol lo disfruté siempre pero hasta que el árbitro toca el pitazo inicial, desde ahí yo no lo puedo disfrutar, no sé que es disfrutar un partido de fútbol. Sí disfruto el mundo del fútbol, el entrenamiento, el día a día, concentraciones, eso lo disfruto muchísimo, pero los 90 minutos no, siempre fue mi trabajo, para lo que me preparaba durante toda la semana y sabía que jugaba con el sentimiento de la gente. Si quieres disfrutar de un partido anda a jugar con los amigos del barrio. Soy consciente que el hincha va a la cancha y siente amor por los colores y quiere que uno lo represente de la mejor forma y por eso donde estuve siempre traté de ayudar a pelear títulos”.

—¿Esa tensión de los 90’ es muy demandante de lo mental?

“Pero de eso vivimos nosotros, de lo mental. El fútbol empieza con una pretemporada y después con el torneo te vas cayendo, pero no de lo físico, desde lo mental, te influye en el día a día. El hincha termina el partido y lunes va a su oficina y se mete en lo suyo, mientras nosotros seguimos pensando, el técnico te mete videos, el ayudante la pelota parada y sigues con esa tensión tres o cuatro días, es una carga mental muy pesada y debes estar preparado, por eso es importante un compañero en el vestuario con trayectoria. Todos dice deben jugar los chicos, pero es importante tener un vestuario balanceado, los jóvenes ganan partidos, pero los grandes ganan torneos”.

El "Pulpo" en la refriega aérea. El volante ya lleva la cinta de capitán en el equipo de Ponce. Foto: Photosport.

—¿Esa demanda la lleva sola o se apoya en profesionales?

“En su momento tuve un deportólogo y me ayudó muchísimo y se lo recomiendo a todos, pero después es una decisión personal. Yo prefiero sumar más a lo mental que a lo físico, prefiero estar una hora charlando con un exjugador de fútbol grande que estar una hora en el gimnasio, la parte mental es más importante que lo físico, porque cuando a los 85’ no te dan las piernas es el amor propio el que te lleva y te hace correr. Primero la cabeza, después las piernas”.

“Soy una persona muy rara”, dirá el “Pulpo” en la charla y lanza ejemplos: “Desde que estoy en Chile no salí a comer más de dos veces, el resto en mi casa, mi cable a tierra es mi familia, un círculo muy chico, miro mucho fútbol, con el mate todo el día, me gusta cocinar, cada uno tiene su burbuja”.

—¿Qué importancia le da al dinero, a lo material?

“Soy un jugador de fútbol de la media, siempre preferí elegir la competencia a lo monetario, en cada equipo que fui gané o estuve peleando por algo importante, la competencia es lo que atrae, no me sirve ir a un lugar a ganar millones y pelear por no descender o estar en mitad de tabla. El día de la mañana a mi hijo le quiero dejar una medalla, o darle la camiseta con que salí campeón. Después del fútbol hay que trabajar, cuando pase los 40 no me voy a quedar en la casa, ahí empieza la nueva vida y por eso me gusta aprender. Hice el curso de entrenador y también el de video analista, con Alejandro Manograsso, que trabaja con Gustavo Alfaro, y odio la tecnología, pero quería saber cómo piensa el video analista, qué pasa por la cabeza de ellos; también me gustaría saber cómo se maneja un restaurante, la vida es más de lo que puedes tener en la cuenta bancaria, se trata de vivir los momentos”.

Tácticamente puedes ser un fenómeno pero sin manejo de grupo en cuatro semanas se te va todos de las manos

González dice estar encantado en Santa Laura. “Tengo un entrenador que me saco el sombrero, tiene un manejo de grupo increíble. Te voy a contar una charla que tuve con él: cuando me llama la primera vez para venir al club, terminamos de hablar y sabíamos que íbamos a estar en el mismo equipo. Le hice solo una pregunta: le consulté qué quería como cabeza de grupo, si quería hacer un equipo competitivo y él me dice ‘por algo te estoy llamando, quiero lograr cosas’, muy simple, listo, nada más, yo no necesitaba nada más. Tiene un corazón grande. Me gustó el tema de ser DT cuando conocí a Pedro Caixinha en Santos Laguna, el que más me marcó, y Miguel es muy similar, el manejo de grupo es fundamental, tácticamente puedes ser un fenómeno pero sin manejo de grupo en cuatro semanas se te va todos de las manos”.

—¿Y qué es manejo de grupo en el fútbol?

“Ser real, auténtico, el jugador de fútbol sabe todo: quien puede salir, quien no (…) Miguel cuando está enojado nos dice las cosas de frente, te dice vas a jugar por esto y no vas a jugar por esto, eso es fundamental. El técnico no tiene que estar todo el día abrazándote, el jugador no necesita eso. Por eso quiero estar todos los partidos, para ayudarlo a lograr el objetivo de estar arriba y llegar al final con opciones”.

“El equipo de Unión”, dice el bonaerense, “tiene mucho por crecer, porque tenemos jugadores jóvenes y otros con recorrido, que todavía no llegaron a su techo. Nos estamos poniendo muy bien en lo grupal, que es lo principal, todos sabemos a qué juega Unión, es un equipo protagonista, dicen que nos hacen muchos goles pero nuestra idea es siempre atacar”.

"NO QUIERO SER EJEMPLO DE NADIE"


—¿Intenta contagiar agresividad?

“No quiero ser ejemplo de nadie, quiero que los chicos tengan la libertad si en algún momento tienen un problema familiar pueden hablar conmigo. Después yo trato de ser el mismo, ganarme un lugar en el equipo por más que esté ‘Nachito’ (Núñez), Bruno (Jaúregui), quiero que ellos estén bien, se sientan cómodos, como me hicieron sentir los tipos grandes que tuve al lado cuando partí. Quiero que se den cuenta que se puede conseguir muchas cosas con esfuerzo y humildad de seguir aprendiendo. Y vine acá a ayudar, no vine a enseñar, sí les pido que deben cuidar su lugar, ahora dentro de poco se abre el mercado de pases y nunca se sabe, hay que pelear cada seis meses para que no te traigan un jugador en tu puesto”.

—¿Qué jugador le gusta del torneo chileno?

“Miro mucho, pero no me gusta nombrar de otros equipos. Me gusta cómo juega Unión, lo que juega Simón Ramírez. No sé por qué no ha tenido una posibilidad en la selección, tranquilamente podría estar; (Ariel) Uribe es muy bueno. Tenemos un arquero (Torgnascioli) de equipo grande, siempre nos salva, los centrales responden; Pablito Aránguiz es el mejor del equipo, es el que se pone el equipo al hombro, me encanta, entiende todo”.

—¿Cómo ha mutado de jugar de volante central a ser interior?

“Guillermo Barros Schelotto me cambió, siempre jugué de ‘5’ solo, acá le dicen ‘6’. Pasó que en Lanús jugué de volante central un torneo y lo hice muy bien, y al torneo siguiente Guillermo trae a (Leandro) Somoza de Boca y a ‘Marciano’ Ortiz, que venía de ganar todo con Arsenal Los dos juegan de ‘5’ y yo, enojado, enojado, hasta que un día Guillermo no aguantó más y me dice ¿qué te pasa? Yo con humildad le dije ‘me traes a dos tipos y qué tipos; no voy jugar nunca con esos fenómenos, ¿qué hice mal?’. Me dice no entiendes nada, estás confundido, no vas a pelear el puesto con ellos, vas a jugar más adelantado, quiero que llegues al gol, y me empezó a trabajar la llegadas. Él me decía ‘físicamente eres un animal, pero te falta el gol’, sabía que el retroceso lo tenía inconsciente y me cambió. Hoy estoy volviendo un poco a mis inicios, pero Miguel igual me da libertad”.

Cambia la cancha, haciendo recorridos verticales y resolviendo el juego interior.

“Ahí está la parte de Guillermo, vivo, me enseñó los momentos para cuándo ir, cuándo no, depender de quien tiene la pelota, si ese te la va a filtrar, porque el sprint al área rival no puede ser siempre, o se vuelve previsible. El secreto de los perfiles, lo más importante en el juego, son los controles. Con un buen control ya después lo que viene se te hace todo más fácil. Lo tuve que aprender, porque no soy dinámico ni explosivo. Con el control le empecé a ganar un tiempo al rival que me venía a robar la pelota”.

¿Mira la Champions?

“Miro mucho con mi hijo, ojalá que gane (…) ¿por quién crees que hincho?”

Por el Dortmund.

“Jajaja, sí, los argentinos somos un poco antimadridistas, tuvimos los mejores en Barcelona: Diego, Messi y Riquelme, pero la verdad es que Madrid tiene un equipazo”.

Claudio Herrera De La Fuente

es redactor de Deportes El Mercurio, especializado en fútbol y en atletismo de fondo, especialmente en maratón y pruebas de ultradistancia, con más de 20 años de experiencia en periodismo escrito.

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