Santiago de Chile.   Jue 02-05-2024
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Branco Ampuero, el zaguero central de la UC: “Hay un problema sicológico que afecta a muchos futbolistas, pero no es visible”

“Nuestra profesión es estresante, aunque la gente lo vea de manera superficial”, dice el zaguero central oriundo de Carelmapu, quien confiesa que acude regularmente a sesiones con un sicólogo, “porque si te guardas un montón de cosas al final terminas explotando”. También enseña la metodología del DT Tiago Nunes: “Los entrenamientos duran casi tres horas entre videos y charlas, tenemos mucha información”, asegura.
Foto: Macarena Pérez
Raúl Neira12 de abril, 2024
Hace poco más de un mes, Branco Ampuero fue papá de Santino. Y confiesa que si bien duerme cinco horas diarias, está feliz. “Con mi señora, Gabi, estábamos buscando un hijo hace cuatro años; por diferentes motivos no podíamos. En Santiago empezamos un tratamiento in vitro. Fue un proceso agotador, cansador, me tocaba pincharle la guata, muchos medicamentos… También costoso, no está al alcance de todos los bolsillos. Santino llega a coronar nuestra relación. Vemos reflejado en él todo el sacrificio que hicimos. Vino a llenarnos de paz, de calma. Estoy disfrutando a concho”, dice el defensa de la UC.

“Le decía a Gabi que ahora tengo una estabilidad emocional impagable. Y lo mejor es que el fútbol pasa a segundo plano. Tener esa sensación es maravilloso. Poder estar tranquilo y decir ‘quiero competir, jugar, ganar más plata, estar en copas, pero si no pasa, no se acaba el mundo, porque tengo mi familia’. Eso me alivia mentalmente”, admite.

Seguramente eso debió ayudarlo para contener el tormentoso arranque de campeonato de su equipo: “Pasamos por un vaivén de situaciones que se han ido regularizando con mucho trabajo. Con la llegada del nuevo DT han sido semanas intensas, entrenamientos que duran casi tres horas entre videos y charlas. Estamos llenos de información”.

—Tener tres técnicos en seis fechas complica a cualquiera.
“Por supuesto que es difícil. Ha sido una constante. Que pasen varios técnicos en dos o tres años o que no puedan terminar un año, es complejo, y para un club como la UC es anormal. Hay que ver la responsabilidad de cada uno y somos bastante autocríticos. La responsabilidad es compartida”.

La selección no pasa a ser un tema relevante, para nada. Sé que con un buen rendimiento se abren un montón de puertas. Ahora solo quiero andar bien, competir, aprender, perfeccionarme, sentirme cada vez mejor y avanzar. Te puedo decir ‘quiero jugar en Europa y en la selección’, pero si no tengo un buen rendimiento me quedo en palabras Ampuero quien en 2017 fue convocado por Juan Antonio Pizzi, exDT de la Roja, a la China Cup de 2017

—Hable de Tiago Nunes.

“Es de mucha información, muy intenso, mucho trabajo. Hay una parte física de atrás, porque junto a su cuerpo técnico no estuvieron en la pretemporada. Tiago es estricto, nos pide mucho, más, más y más. La competencia por un lugar entre los titulares está a full. No hay nadie con el puesto asegurado, da un respaldo a todos. Todos los lunes partes de cero”.

Ampuero profundiza: “Cuando llegó (Nunes) tuvo que haber notado nuestras falencias, los entrenamientos han sido largos, duros, con mucho cambio de opinión, videos, mostrándonos lo que somos capaces de hacer. El grupo entendió el mensaje. No tener el puesto asegurado te hace estar a prueba. Hay una competencia sana. Es bonito eso, te está picando, tienes que demostrar todo en los entrenamientos”.


—El futbolista es reacio a los entrenamientos largos.

“No sé si reacio, pero para mí ha sido atípico. Tampoco es que estemos corriendo tres horas… Comenzamos a las 10 con un video, a las 10:30 es la movilidad con el preparador físico y luego los trabajos”.
—Nunes pide ‘más, más y más’. ¿Eso sí les gusta?

“Totalmente. Cuando te piden mucho y te entregan las herramientas para mejorar, es gratificante, porque uno va avanzando. Y es lo que me interesa, ir aprendiendo. Me gusta sacar lo mejor de cada entrenador y avanzar en el juego”.

—¿Cómo es la relación de Nunes con el plantel?

“Hay matices; antes del entrenamiento es cercana, tiene la puerta abierta de su despacho por si alguien quiere hablar o entregar un análisis, pero al momento de empezar el trabajo, es trabajo. Se separa la cosa y es serio. Tiago nunca había venido a Chile, el fútbol chileno es nuevo para él, los jugadores también, él no nos conoce, nosotros tampoco lo conocíamos. Todo es de cero. Y hay que partir de nuevo en comer bien, en descansar bien y en entender bien los trabajos para jugar”.

—El jugador tasa rápido al técnico. No demora en concluir cuando sabe y cuando no.

“Nos pide cosas concretas. Ante Huachipato quería un equipo ordenado en los distintos bloques del juego, de salida, de defensa, tapar los espacios. Son cosas nuevas para nosotros y va de la mano con que es un técnico brasileño. Es otra metodología, otro trabajo, otros los videos. El jugador está expectante de lo que pueda aprender”.


—¿Cómo se grafica la intensidad que buscan?

“En sostener los 90’ lo que queremos, o acercarse a los 90’. Ante Cobresal hicimos un primer tiempo bueno, logramos el 2-0 y hasta los 15’ del segundo tiempo competimos. Después, no sé si por ansiedad o conformismo de los jugadores, no del técnico, nos sentimos cómodos y lo cerramos”.



—¿Qué pasó con Nicolás Núñez?

“Fue complejo para mí. Porque fue muy irregular todo, todo el proceso. Y es responsabilidad compartida: se cambiaron técnicos, nos volvimos un equipo que ganaba un partido, perdía dos, ganaba otro, empataba. No pudimos sostener y se terminó diluyendo. Lamentable, porque había sido un jugador de casa, identificado con la institución y le fue extraordinario en Magallanes. Todos queríamos una Católica protagonista, pero no se pudo, pese a que trabajábamos muy bien, era cercano al jugador, muy abierto. La responsabilidad es compartida y las críticas son 50 y 50”.

—¿Cuál fue la culpa de ustedes, los jugadores?

“Rendimientos individuales. Cada jugador tendrá su análisis, como lo hago yo cuando juego; cada jugador se dará cuenta cómo lo hace en la semana y el fin de semana. Cuando sube el rendimiento individual sube el rendimiento colectivo”.

—Este sábado se enfrenta a Iquique, el equipo más goleador.

“Así es. Lindo partido, buena cancha, buen estadio. Están segundos, llevan mucha gente, horario lindo. Imagino que será un partido intenso. Los equipos de Miguel Ramírez apuestan a un fútbol ofensivo y a quedar mano a mano. ¿Stefan Pino? Marcar a un jugador grande es complejo, hay que sacar un poco las mañas. Aparte tienen extremos muy rápidos, a Edson Puch, un jugador de jerarquía, pero ojo, nosotros igual; y tenemos un goleador como ‘Fer’ (Zampedri), laterales que pasan. Un partido entretenido”.

REGRESO AL PASADO EN CARELMAPU Y LOS DOLORES DE SU VIDA


A Branco Ampuero se le ilumina el rostro cuando habla de su Carelmapu natal. “Maravilloso, maravilloso. Es mi tierra y da nostalgia, porque llevo 15 años fuera. Siempre tira volver, estar con los amigos. Hay tantas cosas que quedaron inconclusas: disfrutar a los amigos, jugar en el fútbol amateur o compartir más con los papás”.

Y sigue: “Hay buenos mariscos. En la caleta está todo fresco, es esperar la lancha e ir a comprar. Tienes una buena playa, Mar Brava, que en verano es extraordinaria. Mi infancia fue en la calle, da un sentido de pertenencia maravilloso. En pocas ciudades se da esa libertad. Crecimos jugando sin teléfono, sin Play Station, sin nada. Llegaba del colegio a las 5 de la tarde, me cambiaba ropa y volvía a las nueve de la noche porque estaba jugando bochas, al trompo o a la pelota. Comía mariscos, pedía pescado en la caleta para llevar a la casa, iba con mi tata a buscar madera. Tuve una infancia impagable que ahora no se ve. Todos los veranos voy, estoy cinco días. Hay asado de cordero y curanto”.

—Usted llegó al fútbol casi de casualidad.

“Fui con un tío a Angelmó. Dos semanas. Le ayudaba, iba a todos lados con él. Un día me dijo ‘¿por qué no te vas a probar a Puerto Montt?’. Había estado en una escuela de fútbol, con un primo, pero dejé de ir, porque era mucho el trayecto en bus todos los días, dos horas de ida, dos de vuelta y no había plata. Resulta que en el verano de 2009 fui a probarme, había unos 80 niños. Me tocó jugar de volante central, toqué mucho la pelota, y me dejaron. Así partió todo. Nunca fue ‘quiero ser futbolista’ o ‘me quiero dedicar a esto’. A los días me vio entrenar el ‘Pillo’ Vera y me citó al primer equipo. ‘Te tienes que cambiar de colegio’, me dijo, porque no podía vivir en Carelmapu y entrenar en Puerto Montt. A partir del segundo semestre de 2009 estaba con el plantel de honor. Y no bajé más. En 2010 debuté y en 2011, en enero, firmé mi primer contrato a los 17 años. Todo muy rápido”.

—¿Cuándo le tomó el peso a la situación?

“Cuando tuve que decirle a mi papá ‘qué hacemos’. Había sido un año y medio donde estudiaba, jugaba, todo tranquilo y casi de entretención, porque nunca aspiré a más. Estaba bien, en el primer equipo, ‘qué bacán’, pero me ofrecen contrato por tres años: ‘Esta es la plata, estos son los bonos’, y ahí fue el golpe. Le dije a mis viejos y me respondieron ‘manéjalo tú”.


—¿Era buena plata?

“200 lucas. Y me gastaba 180 los primeros tres días, no tengo problema en decirlo. Además, ganaba $50 mil por citación. Lo curioso es que nunca tuve mayores planes, nunca fue ver un partido y decir ‘quiero ser como éste’, ‘sueño con llegar a este equipo’. Recién ahí, con el contrato, le tomé el peso. Tenía mayor responsabilidad. Antes había días en que me daba flojera ir a entrenar y mentía. Era chico. Quizás por los nervios, porque entrenaba con tipos mayores o extrañaba la casa, pero le escribía al PF diciéndole ‘amanecí con dolor de guata’ y no iba. Después del contrato fue otro camino y si quería que me fuera bien tenía que hacerlo como corresponde. Lo vi como una profesión”.

—Después pasó a Antofagasta, un cambio brusco.

“Esa es la palabra. Estaba en Tercera y Puerto Montt me vendió. Era 2014. Llegaba a Primera, otro tipo de jugadores, otro tipo de compañeros, de exigencia… Poco antes el ‘Pillo’ Vera me quiso llevar a Iquique, pero lo desvincularon y después llega a Antofagasta. Igual, no me llevó él, sino el presidente. Fue todo nuevo. Me choqueó, era todo seco, todo tierra. El único consuelo era que estaba cerca del mar. Viví en una pensión, solo, no conocía a la gente y empiezas a jugar, a cagarla, a sufrir críticas. Y estaba solo. Solo. No tenía con quién conversar. Había que aguantar y levantarse al otro día a competir”.

—La prueba de carácter por la que pasan casi todos los futbolistas.

“Venía de Puerto Montt, era una apuesta. Y la primera crítica que recibí fue ‘qué hace un jugador de Tercera en Primera…’. Hay un tema sicológico importante que afecta a muchos futbolistas, pero no es visible. Y el jugador no lo habla tampoco”.

—Explique.

“La crítica sea buena o mala no me importa, pero no por un asunto despectivo, sino porque no influye nada en mí. Si me critica el DT, un compañero o mis papás, se podrá hablar, afectará un poco, pero si le doy importancia a las críticas de gente que no me conoce, y yo tampoco los conozco a ellos, no le puedo dar mayor importancia. Separando esas cosas se puede tener una estabilidad emocional, pero la realidad es que cuando gana, al jugador le gusta subir una foto y si pierde, no… Y lo estamos normalizando. Lo hablo con mi señora, mis amigos. Si juegas un sábado y ganamos, puedo salir a comer; y si pierdes y tienes una actividad…”.



—Se encierra en la casa.

“No, voy a salir igual. Lo normal es encerrarse y decir ‘no puedo salir porque perdí un partido’. Pero si me comprometí, no sé, con mi señora que tiene el cumpleaños de su mamá en un restaurante, nos vamos a tomar unas botellas de vino, qué se yo, voy a ir. No puedo dejar que me limite mi rendimiento deportivo o un partido”.

—¿Siempre pensó igual?

“Ha sido trabajo. Cuando llegué a la UC pasé por un período de lesiones, no estaba bien. Había un tema con mi hija que vivía en Puerto Montt, no me dejaban verla. Estaba desenfocado. Mi foco no era San Carlos. Quería estar en Puerto Montt, con ella, viajaba por el día, no la podía ver. Hubo algo sicológico fuerte y uno lo va tapando con tierra. Estaba solo en Santiago. Al final el cuerpo habla y te terminas lesionando, no te cuidas y no me refiero a portarse mal, pero comías basura, no dormías lo que tienes que dormir. Es una cadena. Mentalmente no estaba tranquilo, no tenía un día tranquilo. Venía a entrenar y era estar todo el tiempo pensando ‘no me dejan ver a mi hija, qué estoy haciendo mal’ cuando la verdad era que la relación con la mamá se había terminado y pagaba la pensión como corresponde. Luego tuve que demandar para poder ver a mi hija y tampoco funcionó. Hice todo y no resultaba. ¿A quién podía acudir? Entonces, vuelta a pensar por qué me pasaba esto. Y mis papás no me podían ayudar mucho”.

—Claro: esa UC de 2018 ganaba un partido y perdía dos o tres.

“Lo más superficial era decir ‘te falta gimnasio’ o ‘fortalecer esto’, pero la base estaba arriba, en la cabeza”.

—Cuando terminó esa temporada, volvió a Antofagasta, más lejos de su hija.

“Se acabó el préstamo en la UC y tuve que volver. Fue un golpe, que lo venía calculando, porque no participé de las últimas fechas, pero golpe al fin. La gran ayuda fue conocer a mi señora, la Gabi. Imprescindible. Empezamos a pololear y me acompañó a Antofagasta. Me quiso la Universidad de Concepción, pero no me dejaron ir. Jugaba Copa Libertadores, me pagaban bastante más y no resultó. Otro golpe… El asunto es que en Antofagasta fue empezar de nuevo, poner todo en orden, hablar todo lo que se tenía que hablar y mantener la ambición de volver a Santiago a un equipo grande. Necesitaba estar lo más sano posible de la cabeza y ella me bancó: ‘Dale, dale, dale’, me decía. Si me iba solo a Antofagasta iba a andar por equipos no malos, porque no quiero faltar el respeto a nadie, pero no habría vuelto a un gran equipo”.

—A comienzos de 2021 pudo ir a Colo Colo.

“Pero me fui a la UC, porque me ofrecieron mejores condiciones. Privilegié el tema económico y deportivo, porque conocía el club, a los trabajadores, cómo se manejaba, era el actual campeón y volvimos a ser campeones ese año… Nunca dudé en volver a la UC”.


—Dijo que el futbolista se guarda muchas cosas, no verbaliza. ¿Usted cómo lo hizo?

“Estuve con una terapeuta hasta el año pasado. Bien. Me enseñó un par de cosas, ahora trabajo con un sicólogo deportivo, Sergio Villarroel. Todas las semanas me junto con él. El plus es que él conoce el club, el ambiente, las concentraciones, los viajes, los malestares de los jugadores. El año pasado, cuando terminó la temporada, contó que se iba de la UC y le dije ‘sigámonos viendo, pero la única condición es que me tienes que cobrar…’. Y claro, porque por cariño me podía decir ‘cómo te voy a cobrar’. Entonces le dije ‘no, hagamos un trabajo serio, remunerado, soy tu paciente’. Hablamos del día a día, es una conversación más deportiva, fluida. Quizás sería más difícil con un sicólogo no deportivo o que nunca ha estado en un camarín”.

—En el fútbol actual, hay dos terapias nuevas: gimnasio por la tarde y sicólogo, ¿verdad?

“Sí. Y es porque es necesario poner en orden la salud mental, poner en orden un montón de cosas. Comunicarse es importante. Lo aprendí con la terapeuta, con mi señora. Yo era de los que perdía un partido o tenía una mala mañana y me encerraba. No hablaba. Me preguntaban ‘qué te pasa’ y respondía ‘nada’ y resulta que la cabeza estaba a mil por hora. Son cosas que uno no verbaliza. Vas tapando con tierra y explotas con tu mujer, con tus papás… En el fútbol es necesario, está instaurado, trabajar la cabeza. Cada vez te piden más, cada vez son más las exigencias, el fútbol profesional es estresante, aunque la gente lo vea superficialmente. Hay mucha incertidumbre de estar todos los días compitiendo, de todas las semanas tener que ganar porque si no te quedas al fondo o no entras a las copas internacionales o si estás lesionado llegará fin de año y no te van a renovar y vas a perder plata… Si no lo manejas, es complejo”.

Raúl Neira

es redactor de Deportes El Mercurio y especializado en fútbol. Con más de 25 años de carrera, cubrió la Copa Confederaciones de Rusia 2017, la Copa América de Chile 2015, copas Libertadores, sorteos y partidos clasificatorios a la Copa del Mundo.

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