Santiago de Chile.   Vie 19-04-2024
10:54

Gustavo Huerta, el DT de mayor edad en Chile: “Me considero un ermitaño”

En tiempos de transiciones, presión alta y retórica refinada, el entrenador cobresalino revela cómo se mantiene vigente. Se volcó hace años a escudriñar la parte mental e inteligencia emocional de los futbolistas. Para él, Cobresal es un “club de lujo”. Lanza nombres para el recambio en la Roja, habla de vocación, el trato con el jugador millennial, la final que perdió con la U 2006 y del cambio cultural del fútbol en todas las áreas. Antes nos envenenábamos con lo que comíamos”, asegura.
Foto: Photosport.
Claudio Herrera de la Fuente18 de octubre, 2020
“Biblia”. Así le decían algunos compañeros a Gustavo Huerta Araya en su época de futbolista activo.

El exdefensor lo explica: “Conocía a todos los jugadores, desde chico. En mi casa en Ovalle era todo fútbol, mi papá era jugador profesional (Gustavo Huerta Villar), con mi hermano juntaba recortes de los equipos, los álbumes incluso El Gráfico de Argentina nos llegaba todos los martes. Era hincha de la U, escuchaba al ‘Ballet Azul’ por la radio, me gustaban Leonel (Sánchez) y Pedro Araya. En mi etapa de jugador igual, conocía a los rivales, incluso cuando dirigía Manuel Rodríguez Araneda yo participaba en las charlas haciendo una descripción de los rivales”, relata el técnico de Cobresal, quien el jueves pasado cumplió 63 años, el DT más veterano del campeonato chileno.

Por la táctica y por cómo utilizaba la amplitud para defender y atacar el AC Milan de Arrigo Sacchi, me preocupé de escarbar su forma

¿Qué equipos lo marcaron?

“Siempre admiré el fútbol argentino. Me acuerdo también del Mundial del 70, Brasil era un deleite; después Holanda revolucionó todo; Argentina 78, por la calidad de sus jugadores; pero por la táctica y por cómo utilizaba la amplitud para defender y atacar el AC Milan de Arrigo Sacchi, me preocupé de escarbar su forma, cómo jugaba con y sin el balón. Dos líneas de cuatro y dos puntas, algo parecido al mejor Manchester United de (Alex) Ferguson, con Scholes, Keane, Beckham y Giggs en el medio”.

Huerta empezó sus cursos de técnico en 1991. Se ríe de los cambios de nomenclatura: los contraataques se transformaron en transiciones y marcar la salida es ahora presión alta. “Siempre hay gente que está buscando algo moderno a partir de la retórica. Entre 2001 y 2002 impartí una clase en el INAF y ya existía la inquietud de cambiar nombres para tener algo propio, pero conceptualmente es lo mismo”, plantea.

¿Usted busca actualizarse sin perder su esencia?

“Sin duda, el otro día hablaba con (Juan José) Ribera y le decía la importancia de los entrenadores jóvenes, deseo que les vaya bien, porque en su momento de los 18 cupos en Primera 12 eran extranjeros. Todo ha ido evolucionando, sobre todo la parte tecnológica y hay que ir de la mano con eso, cambia la forma de vivir. Mutó el método de entrenamiento, trato al jugador, a la prensa y al entorno. Hoy el fútbol es una industria que genera mucho dinero y hay muchos intereses, uno no se puede quedar en que la única verdad está en el ‘verde césped’ como se decía antes. Ahora se entrena de otra forma y para impregnar al jugador de tu idea la tecnología es clave. En los clubes tenemos psicólogo, nutricionista, porque antes nos envenenábamos con lo que comíamos. A los 30 años eras un veterano y ahora el jugador llega a los 38 en buen nivel. Antes pasábamos corriendo en los cerros, con las tendinitis aquilianas, muchos jugadores de mi generación sufren artrosis de cadera, rodilla y tobillo por la forma cómo se entrenaba”.

¿Qué comían antes?

“Lo típico después de un partido era el asado y si alguno quería tomar alcohol lo hacía, el único día importante de la semana el día de la práctica de fútbol, comíamos cualquier cosa, la cuestión era llenarse”.

Hace ya varios años mi foco está en entender más la mente y la parte psicológica, la inteligencia emocional, cómo tratar al ser humano en sus intereses, la parte social, cómo convencer y no obligar

¿Cómo lo hace para tratar con jugadores que nacieron en este siglo?

“Mis primeros años de entrenador me devoraba todo lo que aparecía sobre juego, táctica y método de entrenamiento, pero hace ya varios años mi foco está en entender más la mente y la parte psicológica, la inteligencia emocional, cómo tratar al ser humano en sus intereses, la parte social, cómo convencer y no obligar. Uno de los grandes dilemas del técnico hoy es como maneja el vestuario”.

¿A todos los futbolistas se les trata distinto?

“Hay cosas generales, pero todos los jugadores están esperando saber cuál es la debilidad del técnico, sobre todo en la toma de decisiones diaria. Hay normas de conducta, que incluyen la vida privada, en que los involucro a todos. Pero después el entrenamiento debe ser en base a lo que hace el jugador en la cancha, con estímulos distintos de acuerdo al puesto. Considere que las acciones en el juego van de 6 a 10 segundos y apuntamos a ello; antes se trabajaba mucho kilometraje, casi siempre entre 120 y 140 pulsaciones y en el fútbol actual las acciones son a 170 pulsaciones y hay que trabajar de acuerdo a eso”.

¿Cuando un jugador requiere aliento, un silencio o una buena retada?

“Depende de la personalidad del jugador. Algunos necesitan la sobadita del hombro, otros funcionan con el remezón. En el área psicológica me apoyo con evaluaciones de profesionales. Años atrás tuve un jugador que aparentaba fortaleza, transmitía carácter, pero en la evaluación salió todo lo contrario: tenía baja autoestima, me empecé a acercar más y su respuesta en la cancha mejoró. O cuando hay jugadores que no saben para dónde van como personas, entrenan porque hay que entrenar, juegan porque tienen capacidad técnica, pero no tienen idea del futuro. Si ganan o pierden un partido les da mismo, todo eso se evalúa para después focalizarlos en un objetivo colectivo”.


EL IMÁN DE CAÑETE


Marcelo Cañete nunca juega mal y podría estar en un equipo grande tranquilamente, ¿cómo consiguen ficharlo?

“Él estaba en Paraguay y una persona lo recomendó al club, revisé sus partidos, pregunté en la Católica sobre la parte personal y terminó siendo un acierto espectacular, porque tampoco es barato en relación a lo que paga Cobresal. Ha sido un aporte en la cancha y afuera también. Es muy buen líder”.

Y usted armó el equipo alrededor de él.

“Es que Cobresal históricamente jugó con tres delanteros, desde los tiempos de Salgado-Zamorano-Martínez. Y con un volante técnico que les genere juego y nos ha dado resultado esa forma. Tenemos falencias también, porque el poder de concreción es bajo para lo que creamos”.

Juan Carlos Gaete es el extremo izquierdo en el Cobresal de Huerta. “Debe progresar en el finiquito”, comenta el DT. Foto: Photosport

¿Juan Carlos Gaete es el jugador más rápido del país?

“No tenemos un test para confirmarlo, pero que es veloz, lo es. Gran potencial para desequilibrar en el fútbol chileno. Él tiene ganas de jugar siempre, en los entrenamientos quiere hacer más cosas, es diestro y juega con el perfil cambiado, y cada vez es capaz de sacar mejores centros con la izquierda. Debe progresar en el finiquito y manejarse mejor en los momentos de estrés”.

LA ROJA: “FALTA VELOCIDAD POR FUERA”


“Me sorprendió Chile para bien ante Uruguay por la respuesta de los jugadores nuevos y también de los más grandes. Luego con Colombia se hizo un buen primer tiempo ante una de las mejores selecciones de Sudamérica, pero en el segundo hubo una diferencia enorme a favor del rival. La carencia que todos vemos es la poca efectividad ofensiva y lo solo que juega (Eduardo) Vargas arriba, la falta de velocidad por los costados, porque si (Mauricio) Isla no salta líneas por fuera nadie lo hace. Hay jugadores como para darle la oportunidad en nuestro torneo: Carlos Palacios y Marcos Bolados son rápidos, le pegan bien al balón, el mismo Gaete”, dice Huerta sobre el presente de la Roja.

—¿La falencia del ‘9’ es por la falta de un especialista o se carece de funcionamiento que permita llegar con volumen?

“Lo segundo es el gran problema, hoy todo se va en la carencia de gol y como culpable aparece Vargas, pero no le llega ninguna pelota con ventaja. Vargas no es para tirarle la pelota y que pelee con los centrales, además que perdió confianza. Pasa que (Charles) Aránguiz y (Alexis) Sánchez levantan la cabeza y siempre tienen que buscar la jugada individual, no hay alternativa de pase más arriba, falta esa pelota al espacio, todo va al pie y ya nos conocen”.

Huerta exculpa a Vargas. “No le llega ninguna pelota con ventaja”, advierte. Foto: Photosport

Un 2020 de pruebas para Huerta. Falleció su padre (“ha sido muy difícil, porque no estaba preparado”) y fue el primer entrenador contagiado por coronavirus. “Fue muy extraño, nunca tuve síntomas. Además, la gente que estaba al lado mío en la oficina o mi esposa, nada tampoco. Me he realizado dos exámenes de anticuerpos y me debían dar una señal de cómo se defendió mi organismo y resulta que no generó nada de anticuerpos, algunos me dicen que no hay falsos positivos, pero no sé, hoy estoy expuesto como cualquiera”, relata.

Dice que no sabe nada, directamente, de la salud de Nelson Acosta, de quien fue ayudante en el Mundial de Francia 1998. “Le pregunto a Ítalo Traverso, pero nada más”, puntualiza.

—Si en la final del Apertura 2006 Marcelo Salas metía ese cabezazo en el arco sur ante Colo Colo, ¿su carrera habría cambiado?

“Es probable, porque en Chile un técnico que sale campeón asegura pega por un buen tiempo independientemente de cómo le vaya después. Haber perdido esa final ha sido una de las grandes frustraciones de mi vida deportiva. ¿Si me arrepiento de algo? Ese torneo Colo Colo jugó mucho mejor que nosotros en la fase regular, pero no en los dos partidos de la final. El primero fue parejo, la diferencia la hizo Matías Fernández y el segundo partido fue todo nuestro. Veía las caras de mis jugadores y veía ese fuego para ganar e ir por más, quizás (Mayer) Candelo debió entrar antes, tampoco tuvimos a (Herly) Alcázar que era un buen complemento para Marcelo (Salas). Tuvimos que comer la amargura”.

—¿El jugador más desequilibrante que dirigió?

“Son varios... ‘Pepe’ Díaz y Lucas Barrios en Cobreloa, Salas en la U, sobre todo por lo que generaba en el resto”.

Muchos me critican que soy de bajo perfil, que debería dar más entrevistas, por eso en El Salvador me siento tan feliz, pleno

¿Los DT más jóvenes lo llaman para pedir un consejo?

“No, la verdad yo me considero un ermitaño, no soy de mucho grupo o de participar en el Colegio de Entrenadores, ni de juntarme. Va con mi personalidad, muchos me critican que soy de bajo perfil, que debería dar más entrevistas, por eso en El Salvador me siento tan feliz, pleno, vas del entrenamiento a la casa y nada más, es un club de lujo (…) Se disfruta la soledad, no hay mall ni dónde gastar la plata, mejor todavía”.

¿Algún entrenador en Chile que admire?

“Admiro a todos los entrenadores, mientras más años pasan, más los admiro. El técnico en su esencia está algo solo, las presiones que viven son fuertes, los despidos habituales, hay que tener fortaleza, esconder las debilidades, tratar con todo tipo de gente. El fútbol es un negocio y nadie quiere perder. Yo tengo vocación por esto, soy un tipo tranquilo, pero en la cancha me transformo, tengo mis años y por eso en mi cuerpo técnico me rodeo con gente joven, y ellos también transmiten pasión”.

¿Es mal genio usted?

“No, me carga andar enojado, no dramatizo el fútbol, entiendo los errores en un partido, un mal pase, perderse un gol, en la cancha la única vez que me enojé con un jugador fue en el penal de Candelo (Apertura 2006). Sí soy exigente, si alguien saca la vuelta en un entrenamiento me peleo a la primera, ahí no me guardo nada”.

Claudio Herrera De La Fuente

es redactor de Deportes El Mercurio, especializado en fútbol y en atletismo de fondo, especialmente en maratón y pruebas de ultradistancia, con más de 20 años de experiencia en periodismo escrito.

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