''Bendita zona la de las fiestas, con el mundo “patas p'arriba”, donde estamos con “las patas y el buche”, “más perdidos que el Teniente Bello”…''.

"He oído demasiadas palabras, como cuchillos odiosos muchas de ellas. Dimes y diretes que se cancelan mutuamente, tras haber azuzado las que antes se llamaban malas pasiones, cuando no derechamente el odio".

"Hoy es el momento de proteger. Oponerse decididamente a la brutalidad y el abuso, preservar bienes escasos (como los establecimientos educacionales, los buses, el metro) que sirven a toda la población".

"¿Acaso la Convención Constitucional ha logrado instalar algún tipo de relato convincente, más allá de chascarros? ".

"Un gobierno elegido con total legitimidad democrática no puede estar sujeto a la aprobación de un texto redactado por un coro de voces disonantes y desafinadas".

Me río amargamente de mí misma, o de quien era cuando escribí sobre el lenguaje de la Constitución. Un sueño ingenuo el mío.

Lo equívoco, lo ambiguo, es gran constructor de consensos. La carga (semántica) se arregla por el camino. Lo importante es firmar el acuerdo y acordar qué palabras deben ir en él, muchas veces.

La esperanza colectiva es también una responsabilidad colectiva.

Adriana Valdés: "Hay pájaros raros como yo, que no logran incluirse en tribu alguna. Sospechan que muchas lealtades disfrazadas de convicciones y de argumentos responden en realidad a lógicas tribales, de autodefensa".

Creí pensar que de entre “nosotros” saldría algo cierto, en lo que pudiéramos apoyarnos, donde pudiéramos crecer. Ahora el vaivén es un oleaje y me está desconcertando, hiriendo incluso.