Audax Italiano terminó su aventura internacional. Estuvo a cinco minutos de llevar a los penales a Estudiantes de La Plata, un gigante con más estirpe que juego. Pero desfalleció en una materia donde estaba advertido: la pelota detenida, un aliado que hizo famoso al “León” de La Plata en el mundo entero.

Ricardo Zielinski, el “Ruso”, tiene fama de amarrete en el fútbol argentino, un técnico más bien vinculado a equipos ordenados y férreos. “En el fútbol, a Favorito se lo llevaron preso”, avisó antes del partido, imaginando una lucha cerrada y un acertijo enrevesado.

Y fue tal cual lo adelantó el técnico “pincharrata”. Un Audax Italiano muy digno en el primer tiempo, cerrando caminos, animándose incluso con un par de llegadas claras y sufriendo en las pelotas detenidas ante un rival que hizo un manual en la materia y con futbolistas con envergadura para lastimar: Agustín Rogel (1,90) y Fabián Noguera (1,93), los zagueros, intimidan en el balón aéreo.

Ronald Fuentes no podía creer el gol que se perdió Lautaro Palacios en el comienzo (5’), cuando quedó mano a mano con el meta Mariano Andújar, tras un despiste de Rogel, pero el ariete elevó por sobre el travesaño de forma increíble. No fue la única, porque Germán Estigarribia cruzó un zurdazo que pasó cerca (9’), después de una asistencia perfecta de Matías Sepúlveda.

Con el portero Joaquín Muñoz activo y muy atinado (tuvo un achique notable ante Mauro Boselli a los 45’), y con el liderazgo de Carlos Labrín en el fondo, al local se le fueron limitando sus recursos a los envíos directos. El Estadio Uno rugía en cada lanzamiento de esquina, casi presintiendo el desnivel: en la agonía del primer acto Fernando Zuqui le pegó desde el costado derecho y el gigante Rogel, superando la custodia de Estigarribia, acertó un cabezazo para igualar la serie.

Estudiantes se serenó con la ventaja y Audax se hizo espeso, en el dilema entre sostenerse hasta llegar a los penales o salir en busca del zarpazo. El ingreso de Pablo Alvarado para robustecer una línea de cinco defensores fue una señal potente. Sin deslumbrar en el juego, el local fue encontrando grietas en el dispositivo itálico y en una transición, después de un corner a favor del Audax, el ingresado Franco Zapiola remeció el poste del arco chileno (70’).

Pero Estudiantes, como manda la historia, lo gana de vivo. Manuel Castro, en el último tramo del partido, apuró un corner desde la derecha y encontró al tucumano Leandro Díaz sagaz en el primer poste para hacer estallar la tribuna, marcando el 2-0. “Es el equipo del Narigón”, entonaba la multitud en homenaje a Carlos Bilardo y las noches coperas del pasado. Audax, candoroso en demasía, cayó en la trampa. Adiós a la Copa Libertadores. Everton deberá tomar nota para el desafío de la próxima semana ante el elenco argentino, en una llave que depositará a un equipo en la fase de grupos del máximo torneo de clubes y a otro en la Sudamericana.