La lluvia emparejó la cancha
Después de unas semanas complejas, donde entre otras cosas lo taparon con penalizaciones y castigos, Max Verstappen contestó de la mejor manera, en la pista y con una conducción superlativa, dejando claro que es sin duda el mejor piloto de esta generación.
El reciente Gran Premio de Sao Paulo quedará en los archivos de las grandes carreras de Fórmula 1 por todos los pormenores y situaciones vividas bajo el alero de un escenario viejo, con poca mantención, con un entorno complicado y que, sin embargo, quizás por esto mismo y por su historia, logra generar una atmósfera que hace superfluos a los circuitos nuevos con inversiones millonarias, pero que les falta “alma”.
¿Qué hizo especial a esta carrera? La presencia de lluvia intensa —de hecho no se pudo clasificar el sábado— emparejó la cancha. Por una parte, con piso mojado la potencia del motor pierde relevancia, ya que esta debe aplicarse progresivamente y no en su totalidad, y por la otra pequeños cambios en la puesta a punto del chasis hacen grandes diferencias.
El tema aerodinámico se ha vuelto tan crítico que retoques en el despeje (distancia entre el piso del auto y el suelo) del orden de un milímetro son sensibles al balance general. Todos procuran ir lo más bajo posible y de allí que existe una placa inferior que muchas veces llega a rozar el piso sacando chispas, cuyo espesor se mide tras la carrera para asegurar que se cumple con el reglamento. En varias ocasiones no cumplir con la medida ha llevado a una descalificación post carrera.
Ahora bien, Interlagos es una pista muy ondulada, lo que implica que debe aumentarse el despeje para evitar que la placa tope y se desgaste. Si a eso sumamos que los neumáticos de lluvia tienen un diámetro ligeramente mayor por los surcos del dibujo, unos 5 milímetros, tendremos una puesta a punto bastante anómala. Por cómo se dio la carrera está claro que el mayor despeje le dolió más a McLaren y Ferrari que a Red Bull. Y la falta de potencia del motor Renault del Alpine, que los ha relegado permanentemente, esta vez jugó a favor.
Después de unas semanas complejas, donde entre otras cosas lo taparon con penalizaciones y castigos, Max Verstappen contestó de la mejor manera, en la pista y con una conducción superlativa, dejando claro que es sin duda el mejor piloto de esta generación. Largando en el puesto 17 avanzo hasta la punta y de paso bajo el récord de vuelta 17 veces; cada litro de combustible consumido se reflejaba en unas décimas menos, notable.
Lo de Interlagos lo puso al nivel de Fangio, Clark, Lauda, Senna y Schumacher, todos campeones que dominaron por períodos largos y que fueron capaces de ganar con y sin el mejor auto de la grilla.
Con lo hecho, timbrar su cuarto título consecutivo se volvió un trámite, incluso la prensa inglesa, que ha hecho un festín y ha sido muy dura con el neerlandés, deberá sacarse el sombrero.
Alejandro Schmauk
es ingeniero civil, consultor en movilidad, ex piloto de fórmula 4, 3 y 2 y campeón chileno de rally (1983 y 1991). Ha sido comentarista especializado en automovilismo en TVN, Chilevisión, El Mercurio y radio Biobío.