Los recuerdos de Eliseo Salazar a 40 años de su primera carrera en la Fórmula Uno
El 3 de mayo de 1981, en el circuito de San Marino, el chileno debutó en la máxima categoría del automovilismo mundial, un hito único en la historia deportiva nacional. “No lo dimensioné en su momento. Con el tiempo sí”, dice el expiloto, quien repasa la ruta recorrida y las escasísimas posibilidades de que haya alguien que lo emule.

“Ha pasado tanto tiempo que ya se me han olvidado algunas cosas”.
Es verdad. Ya son 40 años desde que se vivió un hito imborrable para el automovilismo nacional: por primera vez un piloto chileno corría en la Fórmula Uno. Eliseo Salazar fue parte de la grilla del Gran Premio de San Marino el 3 de mayo de 1981, en la cuarta fecha de una temporada que comenzó agitada.
La disputa política entre la Federación Internacional de Automovilismo Deportivo de entonces (FISA por su sigla en francés) y la Asociación de Constructores de Fórmula Uno (FOCA por su sigla en inglés) por el control de la categoría llevó a que la primera fecha de la campaña, el 7 de febrero de 1981 en Sudáfrica, finalmente fuera un evento de exhibición, ya que solo participaron los equipos integrantes de la FOCA.
“No corrieron Ferrari, Renault, Alfa Romeo, Osella y Ligier. Desde lo deportivo, me ayudó a conocer mejor el auto antes del comienzo formal de la temporada. Vinieron las carreras de Long Beach, EE.UU. (15 de marzo), Brasil (29 de marzo) y Argentina (12 de abril), y no logramos clasificar. Lo relevante era que tampoco lo hacía mi compañero Derek Daly, que ya llevaba varios años en la Fórmula Uno”, recuerda Salazar.

Salazar firmó con el equipo March para la temporada 1981. En las tres primeras fechas de la temporada no clasificó entre los 24 autos que largaban entonces.
“Si hubiera sido en esta época de redes sociales, habría sido un desastre. Estar tan cerca de Chile y no poder correr... Me acuerdo de haber ido caminando a ver la largada de Argentina muy frustrado, sobre todo porque había sido un lugar fundamental para mi carrera, salí campeón ahí y dejé muchos amigos a los que les había dicho que volvería con la Fórmula Uno”, añade.
“Como las fechas iniciales eran en viaje, no había cómo trabajar y mejorar el auto. Imola era la primera carrera en Europa ese año, lo que permitió hacer algunos arreglos en el auto. Había 32 autos para 24 lugares en la grilla, así que era difícil clasificar. Era un circuito nuevo para mí, pero también para la categoría, apenas la segunda vez que se corría”, dice sobre el fin de semana que marcaría su debut.
“Empecé a sentir confianza con el auto y yo también venía mejor físicamente. Ya estaba recuperado después de que me dio tifus en el verano en Chile”, afirma Salazar, quien fue 23º en las clasificaciones, mientras que su coequipo fue 26º, con lo que nuevamente no entró a la carrera. Gilles Villenueve (Ferrari) logró la pole con un tiempo de 1:34.523, mientras que el chileno (March) cronometró 1:38.827.
La carrera comenzó con piso mojado y tuvo un incidente en los primeros metros que involucró a Salazar. “Salimos a fondo y en Tamburello empiezan a frenar varios autos, me tocan por detrás y yo a la vez choco al argentino Miguel Ángel Guerra, que se fue contra el muro y se rompió una pierna. Lamentablemente para él fue su única carrera en la F-1”.
Tras el susto inicial, el reporte oficial de la competencia consigna un trompo del chileno en la vuelta 5 y una detención en la pista en el giro 23, que pudo salvar con la ayuda de los comisarios. “Se rompió un diferencial y se bloquearon las ruedas traseras”, explica el piloto sobre el incidente, que se puede ver en YouTube.
Con todo, Salazar remontó y llegó a estar noveno cuando abandonó en la vuelta 38 de las 60 pactadas. ¿Razón? Falla en la presión de aceite del auto. “No fue el mejor término de la aventura, pero como fin de semana fue espectacular. Tenía 26 años y no lo dimensioné en su momento. Con el tiempo sí. Sin duda que lo que hice ese día fue la clave para lo que vino después, porque fui el primer piloto del equipo March, que volvía a la F-1 tras varios años, en clasificar en un Gran Premio. Y bueno, fue la única carrera que disputé para ese equipo, porque pasé a Ensign dos fechas después y ahí fue al revés: clasifiqué a todas menos a una”.

Salazar girando en Imola en 1981 por delante de su compañero Derek Daly. El irlandés no pudo superar la precalificación para disputar la carrera.
¿IRREPETIBLE?
Está dicho. Son 40 años y no hay un piloto chileno con posibilidades reales de llegar a la máxima categoría del automovilismo mundial. Nicolás Pino compitió el año pasado en la Fórmula 4 Británica, pero se quedó sin recursos para siquiera terminar la temporada, y este año tampoco ha vuelto a correr, pese a haber tenido conversaciones para integrarse a la Euroformula Open, que este fin de semana disputó su 1ª fecha en el mismo circuito de Portugal donde se realizó la F-1.
“Lo que uno diga se tomará mal, pero va a ser difícil que pase. No es solo cosa de talento natural, hay que sumarle esfuerzo, sacrificio, saber manejar el marketing, moverse en el tema comunicacional. Es una combinación de cosas y que cada vez se pone más complicado. Si bien Chile está más desarrollado que hace 40 años, las brechas económicas con los grandes mercados se han agudizado. Habría que tener algo muy especial para que un equipo te considere viniendo de un país tan pequeño”, analiza Salazar, quien valora a Pablo Donoso como el que más cerca estuvo: “Era muy talentoso, fue a Sebring en la Star Mazda y largó en primera fila de inmediato, ganó carreras en la Indy Lights, tuvo flashes de brillantez muy buenos, lamentablemente no se juntaron todos los ingredientes para lograrlo. La verdad, yo sería feliz de que alguien lo consiguiera. Pero lo veo difícil”, concluye el chileno.

Alejandro Cisternas
es coordinador periodístico de Deportes El Mercurio. Ha cubierto eventos nacionales e internacionales de fútbol, automovilismo, golf, básquetbol, tenis y otras disciplinas.