Rafael Cortez hace historia en el surf chileno. Por primera vez, habrá un nacional en el podio de los Juegos Panamericanos (en Lima 2019, debut del deporte, no hubo chilenos), aunque deberá esperar hasta este lunes para saber dónde se ubica. Para eso, le quedan, como máximo, dos carreras.

De todas formas, la cuenta es feliz para Cortez, oriundo de Pichilemu y que conoce al detalle la zona donde se disputa el surf. Como la competencia se detuvo sábado y domingo por mal tiempo, aprovechó para descansar y recuperarse del esfuerzo físico, pensando en un posible oro. “Pero hay que ir paso a paso”, aclara. “Primero tenemos el primer desafío que es lograr llegar a esa final y después, claro, ya llegando en esa instancia ahí vamos a ir a pelear por el oro. Pero lo primero es pasar esa instancia que es como una semifinal”.

“El nivel está súper altísimo. En el longboard algunos de los contrincantes son campeones mundiales en otros eventos, entonces uno se enfrenta contra los mejores de los mejores. No es que solo vienen los representantes de cada país, cada uno se ganó el cupo. Está Brasil, que es potencia, lo mismo Estados Unidos. Es muy alto el nivel”.

“Claro, igual da una ventaja, porque uno está acostumbrado a la fuerza de estas olas y al frío. Pero igual el nivel de todos es altísimo, entonces se pueden adaptar a las diferentes condiciones. Viajan por todo el mundo, van a diferentes campeonatos y se adaptan a las distintas playas. He entrenado aquí desde siempre y conozco las olas, pero varios vinieron hace meses y se pudieron adaptar a las olas”.

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“Eso también va en cada surfista. Al final tiene también su capacidad de adaptación, tal como los otros atletas que vinieron, que probaron diferentes tablas o quillas. Entonces, entre lo que uno va probando, va sacando conclusiones de qué le favorece para qué condición y ahí uno se siente más seguro cuando le toca. Por ejemplo, yo competí a las dos y estaba empezando un viento norte que deja ola bastante picada, difícil, y me favoreció porque el uruguayo (Julián Schweizer) no sabía tanto competir en esa condición”.

“Simplemente lo estoy viviendo y ahora lo que me toca es claro, que es descansar. Estoy con la mente tranquila. Estaba en un lugar donde nos quedábamos todo el equipo juntos, pero yo me vine acá a mi casa y estoy descansando tranquilo con mi familia. Estoy agradecido de estar acá en este lugar que es donde siempre he surfeado, donde me he criado. Eso le da un toque extra de motivación, saber que está toda la gente apoyándote es súper lindo”.

“Completamente de acuerdo. Sobre todo en mi disciplina. Nunca hay longboards surfeando allá porque allá se dan olas que se llaman de campana, que son olas que se levantan, se quiebran y caen de una. Son más para hacer maniobras progresivas con tablas cortas o bodyboard. El longboard no funciona mucho en esa condición, así que allá era como regalar las medallas o las opciones que teníamos del país y claro, la mejor opción era hacerlo en una ola fuerte y el mar más frío que es lo que nos caracteriza aquí”.

“Para mí es un antes y un después. Igual ya tengo un par de triunfos en el extranjero, pero no representando a Chile. Estos resultados son los que hacen llegar más apoyo, porque al final si uno quiere hacerse una carrera necesita viajar, ya que aquí en Chile no hay muchas competencias. Pero esto va a marcar un antes y un después, porque voy a conseguir apoyo para viajar y armar una carrera deportiva un poco más seria”.

“Sí, pero tampoco es que todos los niños de acá surfean. Yo comencé a los 14 años y en mi colegio hicieron talleres extraescolares de vóleibol, fútbol, básquetbol y surf. Me inscribí junto a otros 20 niños y al final del año, quedábamos dos. El frío y la fuerza de la ola de acá no hacía tan fácil aprender. No es la escuela más fácil, pero al mismo tiempo cuando uno le agarra al gusto, después uno sale fuerte y sale a correr las olas más difíciles del mundo si es capaz de hacerlo acá”.

“Es que es una sensación muy difícil de explicar cuando uno va sobre la ola. Es como una conexión que hay con el mar. Y te tiene que gustar, porque si no te vas a ir por el lado del frío o que la ola está mala, no sé. Al final, El meterse al mar y sentirse como que fuera parte de eso es único, entonces me llamaba la atención volver porque como que se necesita volver al mar. Por eso volvía al taller y después iba todos los días”.

“Sería tremendo soñar con ir a Tahiti, es un destino soñado para cualquier surfista porque son olas tremendas y de muy buena calidad, el mar caliente… Pero hay un tema, porque los Olímpicos son para tablas cortas y mi disciplina no está ahí. Pero me voy proyectando a cuatro años y espero que para Los Ángeles 2028 pueda estar el longboard. Podría cambiarme a shortboard, pero hay mejores exponentes en Chile que yo en eso”.