Braulio Musso
Nada se le dio fácil a Musso, que junto con su carrera futbolística se desempeñaba como funcionario del Banco del Estado. Esquiva le resultó la gloria con la Roja. Seleccionado en 1954 para la Copa Pacífico con Perú, en 1956 (ese contradictorio año del seleccionado) estuvo en la banca para el excelente desempeño chileno en el Sudamericano de Montevideo y la magra gestión del Panamericano de México.
Ha sido, en mi opinión, el futbolista más respetado del país y uno de los más queridos. Nunca hirió a alguien con palabras desmedidas ni se quejó de nadie. Ni de la suerte, aparentemente mala, de sus comienzos. Y tampoco tuvo, nunca, una conducta reprochable.
Braulio Musso fue, sin duda, un ejemplo. Imitable. En rigor, más imitable que imitado.
Llegó a la U desde el “Cóndor” de La Calera, donde era patrón. Pero en los azules había otros que mandaban, entre ellos los argentinos Cerioni y Di Pace, que lo hacían parecer muy distante de las exigencias de la Primera División. Pero supo esperar su oportunidad, a pesar de que la revista Estadio ya lo consideró figura destacable en su primer año (1951) y le brindó repetidas notas, entrevistas y portadas durante toda su carrera, siempre de azul.
Nada se le dio fácil a Musso, que junto con su carrera futbolística se desempeñaba como funcionario del Banco del Estado. Esquiva le resultó la gloria con la Roja. Seleccionado en 1954 para la Copa Pacífico con Perú, en 1956 (ese contradictorio año del seleccionado) estuvo en la banca para el excelente desempeño chileno en el Sudamericano de Montevideo y la magra gestión del Panamericano de México.
Al regreso de la excursión, Musso no se quejó de nadie, aunque sin disimular las ganas de jugar que tuvo todo el tiempo y la sospecha de que la suerte no le alumbraba el camino. Reflexionó al regreso: “Es muy difícil ser reserva en la selección. Se pena y se muere por jugar, y cuando toca, no está en condiciones de hacerlo bien”.
Titular indiscutido en la U, dirigida por el notable DT argentino Alejandro Scopelli, que lo ubicó como alero derecho, siempre era carta para la Roja, aunque solo jugó 17 partidos con la camiseta nacional. El último fue un amistoso contra el Karlsruhe alemán en preparación para el Mundial de 1962. Y en el Mundial formó parte del plantel, pero, una vez más, estuvo en la banca.
Al siguiente, al cabo de doce años en Universidad de Chile, tuvo reflexiones que bien podrían iluminar a “ídolos” de hoy.
“La otra noche me tocó ver a la U en un partido sensacional contra Peñarol y mi sensación fue de orgullo y de temor, porque me dije… ‘Después de todo, este equipo juega muy bien sin Musso’”. Buen humor y aceptación.
Una reflexión imitable. También esta, al referirse a si pensaba en el retiro: “Siento que estoy muy bien, pero presiento que entré en la lucha contra el tiempo. Después de l3 temporadas en la U es oportuno ir pensando que fatalmente llegará el día en que deba desaparecer”. (Muy pocos se atreven a decir eso, especialmente en estos días…)
Braulio Musso Reyes, nacido en Limache, murió hace una semana, a los 95 años.

Edgardo Marín
es periodista egresado de la Universidad Católica, donde estudió a la par de su trabajo periodístico. Ha sido reportero y comentarista en diarios, revistas, radios y canales de televisión, además de investigador y autor de libros de historia del fútbol. Premio Nacional de Periodismo de Deportes 1993.