“¡Estamos chatos!”, “¡Perkin!”, “¡Anda poh h..., si voh soy el encargao!” gritaban los hinchas wanderinos que, a garabato limpio, encaraban a Felipe Sepúlveda, gerente general del club en el acceso al complejo deportivo Mantagua: le exigían entrar a hablar con los jugadores.

Reinaldo Sánchez, un día después de confirmar que pretende tomar el control del club para salvarlo de su estado comatoso —con apenas un punto en 14 partidos, su cuarto entrenador de la temporada y con un polvorín de barrabravas—, se enteró de los incidentes.

“Supe todo y… mira, ese es mi gran temor con el Wanderers. La gente ha cambiado, está demasiado belicosa. A lo mejor querrán incendiar el club… no sé. Por eso digo que está peligroso, y por eso estoy esperando para tomar una decisión. Mañana tengo una reunión importante. Es todo lo que puedo decir por ahora”, comentó el expresidente del club entre 1992 y 2001.

Las conversaciones para convertirse en el accionista mayoritario del club comenzaron este martes con una reunión con el actual controlador, Rafael González, un abogado que precisamente comenzó a trabajar en Wanderers de la mano del propio Sánchez.

El también expresidente de la ANFP entre 2001 y 2006, inició junto a su equipos de asesores la revisión legal de su posible ingreso a la sociedad anónima junto al abogado y eterno escudero, Carlos Toro: si las negociaciones avanzan, el exgerente general de Quilín acompañará a Sánchez en el directorio.

El monto de la transacción, así como su financiamiento y también la definición de la composición del directorio están en etapa de estudio. “Todo está en pañales aún. No hay plazos, pero sí hay urgencia. Está todo en análisis”, comentan conocedores de las tratativas, que, advierten enseguida: “La situación es más compleja de lo que parece”.

El impulso de Sánchez por salvar otra vez a Wanderers, aclaran, es una situación que viene “madurando hace un tiempo”, entre otras cosas, por la amenazante furia de los hinchas en contra de González, el actual presidente y amigo del ex máximo dirigente caturro.

“Rafael González no se merece lo que está pasando. Es incómodo y se ha vuelto insoportable para él, siendo que es una persona honesta. Los partidos los pierden los jugadores en la cancha, no en las oficinas. ¿Qué jugador querrá venir a Wanderers así como está?”, se preguntan con inquietud.

La calma está lejos aún de llegar a Valparaíso.