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Viernes 02 de mayo de 2025
Una apuesta inequívoca
María Isabel Vial: "Sin productividad, no hay crecimiento ni bienestar sostenible".

Chile enfrenta una paradoja. Las reformas laborales —Ley de 40 Horas, Ley de Conciliación, Ley Karin, reforma de pensiones— han puesto foco en el bienestar como un objetivo legítimo del mundo del trabajo. Sin embargo, las cifras nos advierten que no basta solo con legislar. Las proyecciones de crecimiento son magras, como lo muestra el FMI, con estimaciones a la baja para 2025. Datos de la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad confirman, en tanto, que la productividad continúa la tendencia observada desde hace 16 años: sigue sin aportar al crecimiento; es decir, productividad igual a cero. A esto se agregan 2,7 millones de personas trabajando sin contrato, que no reciben los beneficios de las leyes que se han puesto en marcha.
Estos números limitan nuestra capacidad de avanzar en políticas ambiciosas de bienestar: dificultan sostener reducciones de jornada, enfrentar proyecciones al alza de salarios mínimos, invertir en tecnología y reconversión laboral o en capacitaciones de alto nivel. Sin productividad, no hay crecimiento ni bienestar sostenible.
Este no es un argumento para el inmovilismo. La productividad no se juega solo en el plano macro. Se construye en cada equipo, en cada proceso, en cada relación. Y está ampliamente documentado que relaciones laborales de calidad inciden en productividad, rotación, clima y compromiso.
Lo que falta es hacer de esta conversación una prioridad. Preguntarnos: ¿Cómo vinculamos la productividad con el desarrollo de las personas? ¿Qué mecanismos tenemos —más allá del salario— para distribuir sus beneficios? ¿Cómo impulsamos políticas que acompañen la productividad? ¿Cómo construimos un marco legal que permita la autonomía para adaptarse a nuevas formas de trabajar?
Hemos visto que las empresas que destacan en relaciones laborales tienden a compartir el valor que generan por medio de bonos, participación en resultados, programas de formación o iniciativas de calidad de vida. Esa es la ruta: conectar eficiencia con justicia, crecimiento con bienestar.
“El resultado de las compañías es consecuencia de la colaboración entre trabajo y capital, y resulta injusto que no se reconozcan mutuamente”. Es una frase del siglo pasado de quien inspiró el trabajo de esta fundación, Carlos Vial Espantoso. Hoy, la productividad debe ser una causa común que incluya al Estado, los trabajadores, los liderazgos empresariales. El compromiso no puede soslayarse si aspiramos seriamente a un crecimiento económico y a mejorar la calidad de vida de las personas.
María Isabel Vial