En el siglo XIX el socialismo estaba totalmente desacreditado por la ciencia, la evidencia y la realidad, hasta que apareció Marx con tres ideas que reposicionaron el socialismo en el ideario político y filosófico mundial. Una de esas ideas era que había que romper con la “lógica”. En lenguaje de Von Mises, Marx “negaba el carácter necesario y universal de la lógica, válido para todos los hombres y todas las épocas. El pensamiento es función de la clase social en que vive el pensador, es una ‘superestructura ideológica' de sus intereses de clase. Marx denuncia como ‘burgués', como defensor del capitalismo, el tipo de razonamiento que refuta la idea socialista”.

Y así, rompiendo con la lógica y liberado de cualquier obligación de ser racional, uno puede prometer construir ferrocarriles a la luna, sanar enfermos terminales, educar en poesía y desembarazarse de la mezquina escasez de recursos que limita nuestra libertad para hacer a todos más felices y más ricos.

Ayer escuchamos un discurso que es la expresión más palmaria del político latinoamericano. Ese que habla lindo, que es empático y que sueña en grande mientras ejecuta en chico. En síntesis, el perfecto político inútil, ese que abunda en un continente que ha sido tan fértil en producirlos. Máquinas creadoras de pobreza, analfabetismo y subdesarrollo, como los K en Argentina, Allende en Chile, Correa en Ecuador, Petro en Colombia y la imbatible dupla Chávez-Maduro en Venezuela.

El Presidente se ha desembarazado de la lógica y por eso la relación de causalidad es una disciplina del pensamiento racional que le es absolutamente ajena. Promovió y aprobó los retiros y ahora celebra como un logro haber bajado la inflación que esos retiros provocaron. Destaca la reducción de la violencia en La Araucanía después que él declaró Temucuicui territorio liberado. Celebra el alza de los sueldos, producida artificialmente por leyes, pero calla para referirse al desempleo causado por esos aumentos de remuneraciones desligados de aumentos de productividad.

El Presidente sigue siendo el político poeta que sublima con el verso los problemas mundanos. Frente a la debacle educacional, él nos emociona con su historia de la escuela Lucila Godoy Alcayaga de Michilla y la abnegación con que su profesora educa a dos niños autistas. Frente a las listas de espera para operaciones rutinarias como una vesícula o un apéndice, él nos invita a celebrar los nuevos sensores de glucosa para diabéticos, las coberturas para epilepsia refractaria, leucemia, tumores del sistema nervioso central y enfermedad renal crónica.

Su posición frente al conflicto de Gaza es de una inmadurez inaceptable. La seguridad de nuestro país se nutre de la tecnología israelí. Es poco y nada lo que podemos aportar a un conflicto bíblico y lo que debemos evitar es importar un problema ajeno para generar una división entre dos comunidades chilenas con históricas buenas relaciones y cuya contribución al país ha sido inconmensurable.

Bajo este gobierno ha crecido la delincuencia, la deuda pública, la corrupción y el desempleo, mientras ha disminuido el crecimiento económico y la inversión. Pero esas son realidades que nuestro Presidente prefiere soslayar y referirse a las Violetas que florecen al andar. Entre verso y poesía perdimos cuatro años donde ojalá florezcan las violetas, porque el resto solo se marchitó.