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RenovarEditorial
Miércoles 30 de abril de 2025
Triunfo anti Trump
Sin el rechazo generado por Trump, difícilmente los liberales hubieran ganado en Canadá.
Con sus aranceles y propuestas de anexión, Donald Trump entró temprano a la carrera electoral de Canadá, impulsando la candidatura del Primer Ministro, Mark Carney, hasta su triunfo en las legislativas del lunes. En enero, cuando renunció Justin Trudeau, su Partido Liberal llevaba 24 puntos de desventaja ante los conservadores, pero la firme postura del premier en contra de las medidas anunciadas por Trump energizó a un electorado que lo vio como la figura más adecuada para oponerse al Presidente norteamericano y defender la economía y la soberanía del país.
A pesar de su escaso carisma, de su estilo sobrio, hasta aburrido según algunos, y de su falta de experiencia política, Carney convenció a la mayoría de los canadienses de que él puede enfrentar mejor “la tragedia” que es el fin de la relación con Estados Unidos y de un “sistema de comercio global abierto, que permitió décadas de prosperidad”. Son sus credenciales como economista, formado en Harvard y Oxford, que estuvo a cargo de los bancos centrales de Canadá y de Gran Bretaña durante la crisis de 2008 y el Brexit, respectivamente, las que generan confianza en su capacidad para enfrentar el terremoto que puede significar el fin de los vínculos comerciales con EE.UU., hasta donde envían el 75 por ciento de sus exportaciones. Pero, sobre todo, su férrea defensa del país le dio credibilidad a su liderazgo, menoscabando el de su rival conservador, Pierre Poilievre, un político de carrera, con discurso populista, visto como demasiado cercano al líder norteamericano, aunque se esforzó para desmarcarse en los últimos meses.
El triunfo de Carney no fue todo lo rotundo que necesitaba para formar gobierno sin aliados, pero probablemente los partidos minoritarios colaboren con él, sin necesidad de un pacto formal. Si los resultados preliminares se confirman, requerirá apenas tres votos para lograr mayoría absoluta, y es factible que sus propuestas para contrarrestar las medidas de Washington encuentren eco en la oposición. Desde el primer momento, Carney le ha dejado claro a Trump que solo hablará con él si “muestra respeto a Canadá y a su soberanía”, pero ahora, pasadas las elecciones, deberá allanarse a un encuentro para discutir los temas de fondo, incluso después de que en la Casa Blanca dijeran que no ha cambiado el objetivo de que Canadá sea el estado 51 de la Unión.
En tanto, el Primer Ministro no ha perdido el tiempo, iniciando negociaciones con los europeos para explorar las posibilidades de diversificación de su comercio (y también hacia Asia y Australia), y abordar otro tema crucial: la defensa. Canadá no solo depende del intercambio de bienes y servicios con EE.UU., sino también en materias de seguridad, un aspecto que Trump ha resaltado para justificar su propuesta de anexión. Carney se ha mostrado dispuesto no solo a participar en los planes europeos para ampliar su autonomía defensiva, en caso de que Washington se repliegue de sus compromisos en la OTAN, sino también a “liderar una coalición de países afines, que compartan nuestros valores y crean en la cooperación”.
Estos son momentos de enorme turbulencia provocada por las políticas de Trump, que pueden definir el futuro de Canadá y otros países. Carney se ha presentado como alguien “útil en tiempos de crisis”. Ahora deberá probarlo.
A pesar de su escaso carisma, de su estilo sobrio, hasta aburrido según algunos, y de su falta de experiencia política, Carney convenció a la mayoría de los canadienses de que él puede enfrentar mejor “la tragedia” que es el fin de la relación con Estados Unidos y de un “sistema de comercio global abierto, que permitió décadas de prosperidad”. Son sus credenciales como economista, formado en Harvard y Oxford, que estuvo a cargo de los bancos centrales de Canadá y de Gran Bretaña durante la crisis de 2008 y el Brexit, respectivamente, las que generan confianza en su capacidad para enfrentar el terremoto que puede significar el fin de los vínculos comerciales con EE.UU., hasta donde envían el 75 por ciento de sus exportaciones. Pero, sobre todo, su férrea defensa del país le dio credibilidad a su liderazgo, menoscabando el de su rival conservador, Pierre Poilievre, un político de carrera, con discurso populista, visto como demasiado cercano al líder norteamericano, aunque se esforzó para desmarcarse en los últimos meses.
El triunfo de Carney no fue todo lo rotundo que necesitaba para formar gobierno sin aliados, pero probablemente los partidos minoritarios colaboren con él, sin necesidad de un pacto formal. Si los resultados preliminares se confirman, requerirá apenas tres votos para lograr mayoría absoluta, y es factible que sus propuestas para contrarrestar las medidas de Washington encuentren eco en la oposición. Desde el primer momento, Carney le ha dejado claro a Trump que solo hablará con él si “muestra respeto a Canadá y a su soberanía”, pero ahora, pasadas las elecciones, deberá allanarse a un encuentro para discutir los temas de fondo, incluso después de que en la Casa Blanca dijeran que no ha cambiado el objetivo de que Canadá sea el estado 51 de la Unión.
En tanto, el Primer Ministro no ha perdido el tiempo, iniciando negociaciones con los europeos para explorar las posibilidades de diversificación de su comercio (y también hacia Asia y Australia), y abordar otro tema crucial: la defensa. Canadá no solo depende del intercambio de bienes y servicios con EE.UU., sino también en materias de seguridad, un aspecto que Trump ha resaltado para justificar su propuesta de anexión. Carney se ha mostrado dispuesto no solo a participar en los planes europeos para ampliar su autonomía defensiva, en caso de que Washington se repliegue de sus compromisos en la OTAN, sino también a “liderar una coalición de países afines, que compartan nuestros valores y crean en la cooperación”.
Estos son momentos de enorme turbulencia provocada por las políticas de Trump, que pueden definir el futuro de Canadá y otros países. Carney se ha presentado como alguien “útil en tiempos de crisis”. Ahora deberá probarlo.