Incertidumbre empieza a instalarse respecto de la primaria oficialista. Si bien hasta hace unas semanas parecía indiscutible que la primera opción la tenía la exministra del Interior Carolina Tohá (PPD), en el último tiempo diversas encuestas muestran un sostenido avance de la exministra del Trabajo Jeannette Jara (PC). No menos incierto es el número de personas que acudirán a votar. Con todo, lo que no parece cambiar son las bajas probabilidades de triunfo que se le asignan al oficialismo en los comicios de fin de año, un pronóstico sustentado en la exigua popularidad del actual gobierno y en el fracaso ideológico que ha significado su gestión.

Aun así, la contienda entre Jara y Tohá —perfiladas como las dos favoritas— no deja de ser paradójica.

Jara, no obstante su estilo amable —muy diferente, por ejemplo, al de Daniel Jadue—, encarna a la izquierda radical que representa el Partido Comunista. Aunque se ha hecho caudal de las divisiones en esa colectividad y del pragmatismo que caracterizaría a la exministra, ella no se ha apartado de la ortodoxia PC para calificar, por ejemplo, de “democracia” a la tiranía cubana. Juega sin embargo a su favor, además de su carisma, haber sido el rostro de las políticas más populares de este gobierno, como la Ley de las 40 horas: la ciudadanía no parece advertir el impacto de esas medidas en la pobre situación del empleo o, al menos, no le cobra hasta ahora responsabilidad por ello a Jara.

Tohá, por su parte, ha buscado reivindicar a la centroizquierda democrática, reclutando incluso a figuras del Rechazo. Junto con ello, ha explicitado sus diferencias con la izquierda refundacional que representaba Apruebo Dignidad y ha efectuado una autocrítica de la actuación ideológica del sector en los últimos años. Conspiran contra ese ejercicio, sin embargo, el hecho de haber sido el principal rostro político de este gobierno y la responsable de su área peor evaluada, la seguridad pública, donde Tohá puede exhibir la aprobación de decenas de leyes, pero sin que estas hayan cambiado la percepción de inseguridad que experimentan las personas. Sibilinamente, Jara se ha encargado de resaltar este punto luego de la última cuenta presidencial, hablando de “resultados preocupantes” en la materia. Tohá, por su parte, ha acusado a su excolega de “negacionismo” respecto de esta administración.

Hay quienes en la oposición podrían estimar que un triunfo de Jara en la primaria sería conveniente para sus expectativas, pues su condición de militante comunista pondría un techo a sus opciones. Sin embargo, la señal de que en Chile la opción de la izquierda sea hegemonizada por el PC resulta inquietante. El país necesita una centroizquierda moderna, comprometida con el crecimiento, con la seguridad y, sobre todo, con las libertades individuales. Por el contrario, más allá de sus cualidades personales, Jara representa las banderas radicales levantadas por su sector en 2019 y durante la Convención, que tanto perjuicio le han generado a Chile. Lamentablemente, el papel que Tohá desempeñó tanto en el Gobierno como antes, en la campaña del Apruebo, conspiran contra el esfuerzo que hoy hace por marcar distancia de aquello y reivindicar a una centroizquierda que hace cinco años renegó de sí misma.