Su contrato de suscripción digital está por vencer. Para renovar por un año adicional presione aquí.
RenovarColumnistas
Sábado 25 de marzo de 2017
Fragmentado
"Fragmentado es la historia de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un hombre que también es Dennis, Hedwig, Jade, Orwell, Patricia y otras 17 personalidades más. Kevin ha sido diagnosticado con un trastorno de identidad disociativo en grado extremo..."
El hueco que hay entre lo normal y lo anormal, lo corriente y lo sobrenatural y, en el extremo, entre la vida y la muerte, la fisura de la conciencia por la que se transita de un estado a otro: ese es el territorio donde mejor se mueve Shyamalan, cineasta indio criado en Filadelfia, producto él mismo de una fisura cultural, sensibilidad de dos mundos, identidad condenada a la revisión perpetua. Solo de ese roce podía salir algo como El sexto sentido, película heterodoxa y sincrética, concebida para inquietar.
Shyamalan asumió este punto de vista desde sus primeras películas, la autobiográfica Rezando con ira y, sobre todo, Más astuto que nunca, una comedia de apariencia liviana en la que, sin embargo, consiguió incrustar sus particulares preocupaciones metafísicas. Después vinieron los grandes éxitos, hasta el tropiezo fatal de La dama del agua, un cuento infantil ideado para sus niños. Shyamalan inició allí unos años no de inactividad, sino de fracasos de taquilla, algo que es esencialmente incompatible con su cine, hecho para agitar las aguas.
Por eso es razonable que se diga que con Fragmentado Shyamalan ha vuelto. Nunca se fue, pero ahora vuelve a desafiar al público. Fragmentado es la historia de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un hombre que también es Dennis, Hedwig, Jade, Orwell, Patricia y otras 17 personalidades más. Kevin ha sido diagnosticado con un trastorno de identidad disociativo en grado extremo y por varios años ha estado bajo el control de la doctora Fletcher (Betty Buckley).
Pero ahora ocurre que el apacible Kevin ha secuestrado a tres jovencitas y parece que se prepara el surgimiento de una personalidad vigésimo cuarta, con pronóstico inquietante. Menudo ejercicio narrativo: el director se las tiene que arreglar para que el protagonista cambie de personalidad de una secuencia a otra, y a veces dentro de un mismo plano, aprovechando cada modulación para incrementar la tensión. La premisa de ese juego -la posibilidad de que un sujeto psiquiátricamente anormal sea también un hombre con capacidades superiores, alguien cuyo cerebro está funcionando incluso en sus zonas más oscuras- es lo más inquietante del relato.
Shyamalan sabe cómo filmar estas cosas. Su cámara es astuta, casi felina: se mete en los espacios cerrados y saca de ellos tanto el potencial claustrofóbico como la capacidad de expansión hacia los mundos inmateriales. Más que el desorden mental, busca la rendija por donde se cuela lo extraordinario, que a veces podrá ser el mal en estado puro.
Había hecho esto antes: por ejemplo, en El protegido, que Fragmentado cita expresamente, asumiendo una condición de secuela. Shyamalan ha dicho que se trata de una trilogía. Falta por ver si la última estará a la altura de las dos primeras.
Split.
Dirección: M. Night Shyamalan.
Con: James McAvoy, Betty Buckley, Anya Taylor-Joy, Haley Lu Richardson, Jessica Sula.
117 minutos.
Shyamalan asumió este punto de vista desde sus primeras películas, la autobiográfica Rezando con ira y, sobre todo, Más astuto que nunca, una comedia de apariencia liviana en la que, sin embargo, consiguió incrustar sus particulares preocupaciones metafísicas. Después vinieron los grandes éxitos, hasta el tropiezo fatal de La dama del agua, un cuento infantil ideado para sus niños. Shyamalan inició allí unos años no de inactividad, sino de fracasos de taquilla, algo que es esencialmente incompatible con su cine, hecho para agitar las aguas.
Por eso es razonable que se diga que con Fragmentado Shyamalan ha vuelto. Nunca se fue, pero ahora vuelve a desafiar al público. Fragmentado es la historia de Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), un hombre que también es Dennis, Hedwig, Jade, Orwell, Patricia y otras 17 personalidades más. Kevin ha sido diagnosticado con un trastorno de identidad disociativo en grado extremo y por varios años ha estado bajo el control de la doctora Fletcher (Betty Buckley).
Pero ahora ocurre que el apacible Kevin ha secuestrado a tres jovencitas y parece que se prepara el surgimiento de una personalidad vigésimo cuarta, con pronóstico inquietante. Menudo ejercicio narrativo: el director se las tiene que arreglar para que el protagonista cambie de personalidad de una secuencia a otra, y a veces dentro de un mismo plano, aprovechando cada modulación para incrementar la tensión. La premisa de ese juego -la posibilidad de que un sujeto psiquiátricamente anormal sea también un hombre con capacidades superiores, alguien cuyo cerebro está funcionando incluso en sus zonas más oscuras- es lo más inquietante del relato.
Shyamalan sabe cómo filmar estas cosas. Su cámara es astuta, casi felina: se mete en los espacios cerrados y saca de ellos tanto el potencial claustrofóbico como la capacidad de expansión hacia los mundos inmateriales. Más que el desorden mental, busca la rendija por donde se cuela lo extraordinario, que a veces podrá ser el mal en estado puro.
Había hecho esto antes: por ejemplo, en El protegido, que Fragmentado cita expresamente, asumiendo una condición de secuela. Shyamalan ha dicho que se trata de una trilogía. Falta por ver si la última estará a la altura de las dos primeras.
Split.
Dirección: M. Night Shyamalan.
Con: James McAvoy, Betty Buckley, Anya Taylor-Joy, Haley Lu Richardson, Jessica Sula.
117 minutos.