Ocho millones 50 mil pesos de la época pagó Antonio Labán por Cienfuegos 41, una casona de 1.700 metros cuadrados que hasta 1953 pertenecía a Ismael Edwards Matte. Una joya arquitectónica diseñada en el estilo neogótico y medieval se transformaba en la sede del Club Social y Deportivo Colo Colo.

Medio siglo después, en 2004, en plena quiebra del equipo popular, se decretó el remate del inmueble, el que que pasó a manos de la Universidad Alberto Hurtado. La transacción fue por $280 millones.

“Fue súper lamentable. La corporación se hizo asesorar por un estudio de abogados, Barros y Errázuriz, que no manejó bien el tema. Se perdió en las dos primeras instancias. Luego cambié el estudio, pero ya no se podía hacer nada. Por cómo se habían hecho los alegatos la defensa, no hubo interés en retenerla. Para mí fue un saludo a la bandera. Si uno mira la demanda completa hubo debilidades, se defendió mal. Una pena grande”, comenta Raúl Labán, sobrino del benefactor albo y exdirector del club.

“Cuando falleció mi tío, en 2006, Cristián Varela dijo que se comprometía a recuperar la sede, pero no hubo ningún esfuerzo”, agrega.

Varias leyendas se tejieron sobre Cienfuegos 41. “Decían que en la noche penaban, que andaba el alma de David Arellano. Y nadie se atrevía a dormir ahí por miedo, porque según contaban se abrían las puertas. Yo lo hice y nunca sentí nada”, recuerda Jorge Vergara, exdirigente colocolino.

Hubo otras historias: en esa sede alba fue el matrimonio de uno de sus máximos ídolos históricos: Carlos Humberto Caszely, en 1973.

“A la fiesta llegaron más de 1.200 invitados”, recuerda el “Rey del Metro Cuadrado”, quien agrega que fue “un casamiento barato, porque me donaron dos vaquillas”. Más: el dirigente Bibiano Magdaleno financió el vino y las bebidas, mientras que las verduras llegaron desde Rancagua. El mito también indica que hubo otros regalos que llegaron a la sede, pero jamás fueron entregados a los novios.

En 1991, en plena época estival, se realizó una de las contrataciones más impactantes del milenio: Patricio Yáñez dejaba Universidad de Chile para incorporarse al Colo Colo de Mirko Jozic.

Cienfuegos estaba abarrotado de gente, porque la expectativa era enorme. La dirigencia alba escondía los fichajes aunque daba pistas: “Tiene apodo de ave y es seleccionado”, decían.

Muchos pensaron que el elegido era Hugo Rubio, pero no. “Recuerdo el salón lleno de gente, periodistas por todas partes. Yo estaba firmando cuando entra un dirigente de la U, con un maletín y 20 mil dólares. Le expliqué que lo mío no tenía nada que ver con el dinero, sino con ganar títulos”, rememora el “Pato” Yáñez.

En Cienfuegos 41 también nació la Garra Blanca, ex Barra Juvenil.

En enero de 2002 un grupo de 30 socios llegó hasta el antiguo edificio para pedir la salida del presidente Peter Dragicevic. “Parecía que éramos más, porque aparecíamos por todos lados. Pero no. Éramos los mismos que nos movíamos de balcón a balcón. Al final nos firmó un papel y se fue”, reseña Jorge Vergara Villarroel.

Dos años después, una parte de la historia alba se archivó para siempre.