En vez de estampar su firma en la pantalla de la cámara de transmisión, como acostumbran a hacer los tenistas luego de una victoria, la estadounidense Jessica Pegula (61ª) decidió dejar un mensaje: “Hola papá. Hola mamá”, escribió en el lente.

La jugadora de 26 años acaba de conseguir el mayor triunfo de su carrera, al dar el batacazo y dejar eliminada a la ucraniana Elina Svitólina, número cinco del ranking de la WTA, en la cuarta ronda del Abierto de Australia y por parciales de 6-4, 3-6 y 6-3. De inmediato, la tenista norteamericana se acordó de sus padres, Terry y Kim Pegula.

“Obviamente ellos han sido mi principal sistema de apoyo, y son quienes están siempre preocupados por mis partidos”, admitió la tenista después de instalarse entre las ocho mejores del primer Grand Slam del año.

El apellido Pegula es conocido en Estados Unidos. Terry, el padre, es un multimillonario que hizo su fortuna gracias al negocio del gas natural, y su patrimonio se estima en más de cinco mil millones de dólares. Además, junto a su esposa Kim (también empresaria), es dueño de la franquicia de los Buffalo Sabres, equipo de la NHL, la liga estadounidense de hockey sobre hielo, además de poseer los derechos de los Buffalo Bills, equipo de fútbol americano que juega en la NFL.

Es más, los Pegula se adueñaron de los Bills en 2014, luego de ganarle la pulseada al expresidente de Estados Unidos, el magnate Donald Trump, y al músico Jon Bon Jovi, quienes también realizaron ofertas por la franquicia con sede en Buffalo.

Jessica, quien tiene el futuro más que asegurado, decidió dedicarse al tenis desde pequeña: a los siete años ya jugaba de manera competitiva. Se convirtió en profesional en 2009, con solo 15 años, y a los 21 se dio a conocer al llegar a la segunda ronda del US Open, viniendo desde las clasificaciones.

Su vida deportiva ha ido en paralelo a su actividad empresarial: tiene negocios en la industria gastronómica y también posee un emprendimiento de productos de belleza.

De todas formas, su carrera en el tenis no ha sido fácil. En 2017 vivió uno de sus peores años, al sufrir con una lesión en la cadera que la tuvo al borde del retiro. Se recuperó y siguió en el circuito. Contrató al entrenador David Witt, quien trabajó por una década con Venus Williams, y empezó a subir su nivel.

En 2019, Pegula levantó su primer título en la WTA e ingresó al top 100. El año pasado alcanzó la tercera ronda del US Open, su mejor resultado en “grandes” hasta ahora: en Australia se destapó, y en la primera ronda del certamen de Melbourne derrotó a la bielorrusa Victoria Azarenka (13ª), exnúmero uno del mundo, para luego acumular tres victorias al hilo. La última, contra Svitólina, otra cabeza de serie.

“Cuando era más joven, lo único que quería era hacerme un nombre propio, y luego me di cuenta, a medida que crecía, de que debía abrazar todo el aspecto de la familia. Lo acepté, aunque igual me gusta mantener las cosas separadas a veces. El tenis es lo mío. Ahí mis padres no tienen nada que decir”, ha dicho la tenista sobre el peso de su apellido.

El próximo desafío de Pegula será ante su compatriota Jennifer Brady (24ª), por el paso a las semifinales del torneo oceánico.

También en el cuadro femenino, aunque en el dobles, la chilena Alexa Guarachi (26ª en la modalidad) y su compañera, la estadounidense Desirae Krawczyk (25ª), cayeron en la tercera ronda del Abierto de Australia. La pareja no pudo ante la dupla compuesta por las estadounidenses Cocco Gauff (44ª) y Catherine McNally (42ª), y cedieron por 7-5 y 6-3.

En tanto, en el cuadro masculino, Rafael Nadal (2°) sigue firme en Melbourne y este lunes eliminó sin problemas al italiano Fabio Fognini (18°) por 6-3, 6-4 y 6-2. El español enfrentará en los cuartos de final al griego Stéfanos Tsitsipas (6°), quien avanzó de ronda sin jugar: el italiano Matteo Berrettini (10°) no se presentó al duelo debido a una distensión abdominal.