Lukas Lauda, debutante en el Dakar: “En mi casa estaba prohibido el automovilismo”
Con 44 años, el hijo del histórico Niki Lauda y de madre chilena, pero que nunca ha pisado territorio nacional, está viviendo su primera experiencia en el rally más duro del mundo.
Nunca es fácil ser “hijo de”. El automovilismo entrega ejemplos como los de Max Verstappen, Nico Rosberg y Damon Hill, campeones mundiales de F-1 que siguieron los pasos de sus progenitores, pero muchos más que lo intentaron sin éxito.
Y están también aquellos que simplemente nunca desarrollaron una carrera en el mundo tuerca. Lukas Lauda (44 años) estaba en ese grupo… Hasta ahora, cuando se encuentra participando en el Rally Dakar en Arabia Saudita.
“En marzo de 2022 llamé a Heinz Kinigadner (expiloto de motos austríaco) y le dije que me encantaría probar uno de esos buggies que corren el Dakar. Lo hice y me encantó. Compré uno de segunda mano y empecé a prepararme, compitiendo en Grecia, Rumania y uno pequeño en Marruecos. Mi sueño de niño era el Dakar, así que me dije ‘ahora o nunca’. Y aquí estoy”, cuenta el hijo mayor de Niki Lauda, tricampeón de la F-1, en un perfecto español, aprendido de su mamá, Marlene Knaus, nacida en 1956 en Valdivia y que a los siete años se fue a Europa.
“Mi madre tiene otros tres hermanos y todos se criaron en Valdivia, fueron al colegio ahí, pasaron el famoso terremoto de 1960, son de ahí. Tengo un tío que sigue allá”, dice Lauda sobre su familia. Eso sí, nunca ha estado en Chile. “Quiero ir, tengo ganas. Me gustaría arrendar un auto y recorrer el país de norte a sur. Acá ‘Chaleco’ ya me enseñó a decir ‘huevón’”, explica sobre Francisco López, coequipo en South Racing Can Am y uno de los amigos que ha hecho en la caravana.
—Usted nunca hizo automovilismo. Sí su hermano Mathías, quien llegó hasta la Fórmula 2.
“Yo trabajaba como su manager. Siempre organicé carreras para otros, pero no para mí. Me gustaba el motocross y el enduro, pero los practiqué como hobby, nunca intenté nada profesional. Desde los 7 años que andaba con la KTM. Tuve un accidente muy grave en 2014, casi perdí una mano. En mi casa estaba prohibido el automovilismo. Mi madre tenía miedo con lo que vivió con el accidente de mi papá. Mathias empezó muy tarde, ya de mayor de edad. Un día hicimos un test en un Fórmula 3 y mi papá estaba en contra. Cuando se enteró nos dijo ‘háganlo por su cuenta, yo nos los voy a ayudar’. Entonces así es difícil hacer una carrera”.
—¿Cómo se enfrenta la presión de competir siendo hijo de una leyenda como Niki Lauda?
“Yo esto lo hago para mí, para nadie más. Estoy acá porque tenía un sueño, me encanta todo lo que estoy viviendo. Ha sido muy duro, me esperaba menos horas en el auto, he estado llegando muy tarde a los campamentos. Pero me encanta. No vine a demostrar algo, sino que solo a cumplir lo que había soñado”.
—De todos modos homenajeó a su padre con la decoración del buggy y de su casco.
“Sí, es parecido al auto con que ganó el último título de Fórmula 1, en 1984. Él se fue demasiado pronto. Mis padres se divorciaron en 1991, yo tenía 12 años, y nunca tuvimos una relación tan de padre-hijo, sino que más bien como si fuéramos hermanos. Él vivía su vida, nosotros con mi madre nos quedamos en España y a veces no lo veía en cuatro o cinco meses. Pero cuando se enfermó, me fui directo a verlo y me quedé un año con él. Ahí retomamos una conexión y hablamos de muchas cosas”.
—Entonces, ¿será su primer y último Dakar?
“No lo sé. Seguro que cuando termine no tendré ganas de volver. Quizás unas semanas después sí quiera. Es difícil encontrar patrocinadores, no es un proyecto fácil de vender. Si logro un buen resultado este año a lo mejor pueda repetir. El primer objetivo es cruzar la meta (N. de la R.: va 22º en la general). Pero vamos a ver, paso a paso. Es adictivo este rally”.

Alejandro Cisternas
es coordinador periodístico de Deportes El Mercurio. Periodista titulado en la PUC, ha cubierto eventos nacionales e internacionales de fútbol, automovilismo, golf, básquetbol, tenis y otras disciplinas.