Carlos Díaz toma estatura olímpica: “Quedé destrozado, pero era mi última bala”
Con 30 años y tras intentarlo en casi todas las distancias del medio fondo, el atleta se anota por primera vez en el evento de los cinco anillos. El maratón de París 2024 espera por el plusmarquista, que corrió bajo la mínima exigida en Sevilla y recuperó el récord nacional (2h 08:04). “Me daba miedo enfrentar otro ciclo olímpico sin abrochar la meta”, sincera el fondista.

La vieja escuela, aquella de crecer en pruebas de pista para dar el salto al maratón con el cuerpo maduro y forjado en ritmos salvajes, es un caminoquee Carlos Díaz del Río sabe de memoria. Se adueñó sistemáticamente de casi todos los registros posibles en Chile: ostenta el récord de 1.500m, 3.000m, 10.000m, medio maratón y ayer recuperó el trono del maratón, pero su acceso a lo Juegos Olímpicos siempre fue una misión imposible. Hasta este domingo, porque el fondista corrió en Sevilla, el mismo circuito donde debutó hace un año en la distancia, y superó en seis segundos la mínima exigida para París 2024, con 2h 08:04, un crono jamás alcanzado por un chileno (aventajó en 40 segundos el tiempo de Hugo Catrileo en Houston hace un mes).
Díaz, el maratonista, es un un atleta de una vez por todas con fulgor olímpico.
“Tengo mucha felicidad, de verdad”, dice al teléfono desde Andalucía. “Me daba miedo enfrentar otro ciclo olímpico sin abrochar la meta, considerando además que las mínimas son cada vez más difíciles de conseguir (2h 08:10 era en maratón), incluso creo que muy pocos lograrán entrar por la marca. Miro hacia atrás y siento que mi paso por las otras distancias fueron un aprendizaje para esto, porque sin el 1.500 o el 5.000 mil no tendría la base ni la madurez mental para haberlo logrado, que de verdad fue durísimo”, agrega Díaz, que finalizó 17° en una prueba dominada el etíope Deresa Geleta, con récord del trazado (2h 03:26).
-¿Sintió que tuvo la carrera controlada siempre?
“Lo que pasó es que el ritmo de inicio fue muy exigente, era un riesgo ir a 3:02 el mil por las centésimas, por eso se partió a ritmo de 3:01 (por kilómetro) para no ir tan al filo, era todo o nada. Significaba correr bajo 30:20 cada 10k, es un ritmo que asusta, pero si no era capaz ahora que estaba en mi mejor momento no era nunca. En este maratón es casi imposible correr más rápido la segunda mitad, porque pasas por el centro de la ciudad y se traba por el ‘callejeo’. En el kilómetro 35 no iba la mínima, ahí dije no saco más cuentas en la cabeza y me preocupé de llegar con fuerzas, correr, correr (...) En el 37k me puse la soga al cuello, salí al todo o nada, pensaba solo en aguantar, aunque iba destrozado, pero era mi última bala para llegar a los Juegos. Era algo así como levantar un 5 mil a 15:05 (…) A diferencia del año pasado, donde sufrí de los 'isquio' (tibiales), ahora me dolía todo, pero todo: gemelos al bord del calambre, cuádriceps, glúteos y espalda al límite, era un dolor exagerado a nivel muscular. Recién en el kilómetro 41 uno sale del centro y se puede correr libre. Esas son sensaciones, después revisaba los parciales y del 40 a 41 corrí en 3:07 el mil, y el kilómetro más rápido fue el 25 a 2:55”.
Díaz intenta unir las piezas de la gesta. Siguió a la liebre asignada para la mínima olímpica hasta el kilómetro 23, pasó el medio maratón en 1h04 e incluso sorteó el choque en un avituallamiento con un keniata se retrocedió para tomar su botella asiganda. “Me tuve que parar, fue fuerte”, dice y admite que mucha lucidez al cruzar la meta no tuve, apenas tenue. “Atiné a agradecer la capacidad que tuve de aguantar el sufrimiento, de la carrera misma y en los entrenamientos, porque ahí está todo, lograr la meta era como una reivindicación por lo sucedido en los Panamericanos, fue como volver a levantarme después del segundo semestre del año pasado que no fue bueno. Y la paz del camino recorrido, porque ahí no sería el maratonista que soy sin mi pasado”, apunta el fondista, que corrió con el dorsal 59, asignado a Martín Díaz (su segundo nombre).
Tras demorar su orina en el control doping, Díaz reconoce que tiene apetito, mucha hambre. “Uno quiere comer, pero uno queda muy dañado estomacalmente, con los días se pasa, estoy destrozado, fatigado, pero uno tampoco puede dormir, cuesta, ya habrá tiempo”, dice. Y también de soñar con París 2024.
Díaz, entrenado por Julia del Río, debe afinar su preparación de cara a agosto para la cita gala. Participar en alguna distancia del Maratón de Santiago y repetir la cita londinese “Night of the 10k” donde consiguió el récor de 10.000m el año pasado, son prioridades. Luego, pensar un poco más alla, y evaluar el debut en un major: Nueva York (noviembre) le atrae.
CATRILEO, EL OTRO CUPO
La clasificación automática de Díaz a París 2024 debería completarse con el cupo de Hugo Catrileo vía ranking mundial. En el primer corte del 30 de enero, que definía el 80% de los asegurados por ese segmento, el medallista de plata en los Panamericanos se posicionó en el escaño 65 (son 80 las plazas para el 42k). El 20 de abril es la fecha límite para los que entran a través del ranking. “Tenemos la certeza que Hugo está clasificado, pero falta la ratificación oficial de la World Athletics, es una formalidad”, detalla Mario Rodríguez, jefe técnico de medio fonfo y fondo de Fedachi.
“Entendemos que Hugo está listo, quedó 65 en el ranking y a lo más podría mejorar su lugar cuando se actualice. Valorar tener a dos maratonistas bajo 2h 09, preparados bajo dos formas diferentes, y ahí el principal plus es que se trata de muchachos inteligentes, que analizan y captan todo, profesionalizados mentalmente, que entienden de fisiología, biomecánica, nutrición, ahí hacen la diferencia” desliza Víctor Belmar, coach de Catrileo.

Claudio Herrera De La Fuente
es redactor de Deportes El Mercurio, especializado en fútbol y en atletismo de fondo, especialmente en maratón y pruebas de ultradistancia, con más de 20 años de experiencia en periodismo escrito.