Rusia vence a Ucrania en el fútbol sala en un partido teñido de política
En un duelo emotivo hasta el final, con banderas repletando el estadio de Ámsterdam, ambas selecciones ofrecieron un espectáculo que, por casi 90 minutos, hizo olvidar los problemas que tienen a los dos países cerca de un conflicto armado. Una historia repetida en el deporte.
Desde la entonación de los himnos se notó la tensión. Ucrania y Rusia se midieron este viernes por las semifinales de la Eurocopa de Fútbol Sala, en Amsterdam, mientras sus respectivos países están expectantes ante una posible guerra.
Al final, el triunfo fue para Rusia, que se impuso por 3-2 y consiguió el paso a la final en un emotivo partido, incluyendo un penal que el portero Dmitri Putilov e contuvo al ucraniano Petro Shorturma cuando quedaba un minuto en el reloj.
Sobre el final, las dos selecciones se quedaron durante largo rato aplaudiendo a los hinchas que llenaron de banderas el recinto: azul, blanca y roja por un lado; y celeste y amarilla por el otro.
Y aunque en la cancha no hubo líos de ninguna especie, los cánticos de las barras sí tuvieron tintes políticos, incluyendo críticas al Premier ruso, Vladimir Putin, desde el sector ucraniano, lo que incluso motivó la intervención del locutor del estadio.
Pero no pasó a mayores.
OTROS EJEMPLOS
No es la primera vez que un conflicto bélico tiene su espejo en algún certamen deportivo.
Quizás el caso más conocido enfrentó a Honduras y El Salvador, en la llamada “Guerra del Fútbol”, en 1969.
Ambos países vivían un período de extrema tensión dada la militarización de ambos y conflictos por la expulsión de numerosos trabajadores salvadoreños desde Honduras. Las eliminatorias para el Mundial de México 1970 los enfrentó en duelos de ida y vuelta en un escenario incendiado por los gobiernos y por los medios, con arengas que iban más allá del campo de juego.

La “Guerra del Fútbol” en rigor tuvo un origen político y las eliminatorias solo encendieron más los ánimos de la población en Honduras y El Salvador.
Cada uno consiguió la victoria en su patio (1-0 en Honduras, 3-0 en El Salvador) y la “Selecta” ganó la clasificación con un 3-2 en cancha neutral, que solo terminó incrementando las hostilidades, que se desataron dos semanas después, en una guerra que duró cuatro días y que provocó cerca de seis mil muertos.
En los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, Hungría tuvo que medirse con Unión Soviética en el waterpolo, apenas meses después de la invasión del Ejército Rojo a Budapest luego del levantamiento magiar.
En el agua, Hungría ganó 4-0, pero la imagen más recordada es el codazo de Valentin Propokov a Ervin Zádor, que llenó de sangre la piscina en una imagen inmortal.
Más conocida es la historia de los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de México 1968, que celebraron levantando el puño con guantes negros, en rechazo al racismo que imperaba en su país en dicha época y que pocos meses antes le había costado la vida a Martin Luther King.

El mítico “Black Power” en México 1968. Estados Unidos estaba en medio de la polémica por el racismo y los velocistas reivindicaron la lucha durante los Juegos Olímpicos.
La Guerra Fría también fue testigo de una serie de roces deportivos entre la URSS y Estados Unidos. Para empezar, el boicot recíproco hacia los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y Los Angeles 1984, a los que ambas superpotencias se negaron a ir arguyendo razones políticas: la invasión soviética a Afganistán y el derrocamiento del gobierno en Granada a manos de Estados Unidos.
También fue el escenario del duelo ajedrecístico entre el héroe soviético Boris Spassky y la estrella estadounidense Bobby Fischer, que tuvo todos los ingredientes para un thriller, que, de hecho, se filmó: “El caso Fischer”, protagonizada por Tobey Maguire y dirigida por Edward Zwick.

Quizás el mayor clásico del ajedrez mundial de todos los tiempos: Bobby Fischer venció a Boris Spassky en 1972, en Islandia, y terminó con 24 años de reinado soviético.
Ganó Fischer y la vida se le hizo tan insostenible a Spassky que dejó el país y se nacionalizó francés.
En otra línea se cuenta la historia del Mundial de Rugby de 1995, el primero después del fin del apartheid en Sudáfrica y con Nelson Mandela recién como mandatario en el país. Con una selección mixta, los “Springboks” dieron la gran sorpresa y terminaron siendo el mayor símbolo de unidad nacional ganando el título ante Nueva Zelandia.

La Sudáfrica multirracial ganándole la final del Mundial de Rugby a la Nueva Zelandia de Jonah Lomu. El filme “Invictus”, con Morgan Freeman en el rol de Nelson Mandela, recrea la histórica campaña.

Héctor Opazo M.
es coordinador de Deportes El Mercurio. Periodista de la Universidad de Chile, participó en la cobertura de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y en los JJ.OO. de Río 2016, entre otros eventos.