"Chiquito" Escalante
No hay duda de que la noticia son los que llegan, pero habría que dejar un espacio, pequeño como esta columna, para los que se van.
Al menos para uno. A lo mejor hasta se le echa de menos y en falta, porque cumplió: David Escalante.
En estas fechas y en los albores de los torneos habría que añadir lo de los carteles taurinos, es decir, se inician los partidos y corren las pelotas siempre y cuando se cuente con permiso de la autoridad, que el tiempo no lo impida y desde luego se requiere el acuerdo entre las partes involucradas que, por ahora, se muestran la dentadura y se hacen musarañas.
Si lo anterior sucede y ruedan los torneos del fútbol chileno, la novedad son los jugadores que llegan, se ruega porque resulten, no se conviertan en fiasco y los bienvenidos son la columna vertebral de un equipo: defensa central, mediocampista y centrodelantero, con atención especial para el 9, se le quiere goleador y que decida partidos. Cómo no.
No hay duda de que la noticia son los que llegan, pero habría que dejar un espacio, pequeño como esta columna, para los que se van.
Al menos para uno. A lo mejor hasta se le echa de menos y en falta, porque cumplió. Y eso no es poco. Su nombre caía cantado y se había convertido en costumbre, ya formaba parte del paisaje de la Primera B. Es por un jugador argentino que llegó a la capital de Chile a los 20 años y parte a la capital de su país a los 33: David Escalante se va.
David Escalante, conocido como “Chiquito”, por la altura del metro 90, y porque estuvo más de 12 largos años en el país, pero ya firmó en el Club Atlético Acassuso, en la localidad de San Isidro y perteneciente al enorme Buenos Aires. Es Primera B de Argentina, será contra Sacachispas, Fénix, Excursionistas y Sarmiento de las Bandas, entre tantos otros. En realidad es Tercera División, pero se llama Primera B, porque el fútbol tiene esos misterios.
Escalante salió dos veces campeón del Ascenso Chileno, que los siúticos le llaman división de Plata, y también se le denomina Primera, pero B. La Tercera no existe, porque se llama Segunda División.
“Chiquito” jugó 181 partidos, convirtió en 55 ocasiones, asistió en 17 y lo más importante: subió con Ñublense y Cobreloa, no pudo hacer lo mismo con el equipo que lo trajo, Santiago Morning, tampoco con Barnechea ni Curicó Unido, con el que se despidió del país.
Escalante, grandote y cabeceador, el gatillo en la pierna derecha, no nació tronco y es cierto que le cuesta tomar vuelo, pero si lo tomaba era difícil alcanzarlo y ponerse al frente.
Alguna vez sacó la voz, más bien se fue de lengua, y denunció sin pruebas un arreglo tipo chileno: un arreglín. Lo castigaron por dos fechas.
De joven y de pobre lo pilló la cocaína, pero de mayor fue Dios y la fe, así que se salvó y se convirtió en predicador. Siempre en goleador.
Estuvo doce años en el fútbol chileno, llegó sabiendo poco y se marcha sabiendo lo suficiente.
David Escalante, “Chiquito”, cumplió.
Igual vuelve.

Antonio Martínez
es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).