Santiago de Chile.   Lun 29-04-2024
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Algo huele bien en Dinamarca

En Europa, Darío Osorio se ha dado cuenta de que si mantenía el desgano ante misiones más defensivas, el perjudicado iba a ser él. En la elite del fútbol mundial por cierto que sigue valorándose al que tiene técnica y magia. Pero eso no sirve mucho si aquellas cualidades no se les agrega multifuncionalidad.
Foto: FRANCE PRESSE
Sergio Gilbert15 de abril, 2024
Darío Osorio ha sabido aprovechar su estadía en el fútbol danés. En los pocos meses que lleva jugando en Midtjylland, el jugador formado en Universidad de Chile ha aumentado notoriamente su nivel competitivo, al punto no sólo de ser titular y uno de los goleadores de su equipo, sino que también un ya reconocido objeto de deseo de clubes europeos de ligas más importantes que la nórdica, e integrante de la exclusiva lista de los 100 candidatos (en el puesto 75) al premio Golden Boy que destaca al mejor futbolista Sub 21 del Viejo Continente.

Impresiona lo de Osorio. No porque se dudara de sus talentos, sino por el crecimiento explosivo que ha tenido en Dinamarca, pensando que hace sólo un año su irregularidad hacía pensar en un doloroso y peligroso retraso en su desarrollo profesional.

¿Qué ha pasado para que se produjera este cambio de chip que tiene hoy a Osorio incluso como fijo en la selección nacional?

Un par de cosas relevantes.

Primero, el evidente cambio de estatus que ha tenido el jugador. En la U, Osorio era visto como la “joyita”, como el niño mimado y querido que le bastaba conformar haciendo una cachaña, un lujo, una jugada distinta. Con eso bastaba y sobraba para llenarse de elogios entre los seguidores azules.

En Midtjylland, las cosas han sido harto distintas. Osorio llegó como una apuesta, como una inversión (el equipo danés es conocido en Europa como un club que compra y vende jugadores jóvenes como política institucional), y por eso le exigió al chileno desde el minuto uno. Dejó de ser considerado un “regalón” para convertirse en una pieza a la que había que aumentarle el valor de mercado.

No es todo. El otro cambio evidente ha sido la actitud del propio Darío Osorio para enfrentar las exigencias.

El año pasado, jugando por la U del DT Mauricio Pellegrino, varias veces se le sacó de su zona de confort para ubicarlo en espacios distintos para cumplir tareas diversas, alejadas del ámbito ofensivo.

Osorio siempre hizo notar el desgano que le provocaban estos mandatos del DT. No se veía cómodo. Y menos comprometido, seguramente porque nunca le exigieron en las series menores amoldarse a distintas situaciones tácticas porque él era el talentoso, el distinto, el que ganaba los partidos.

En Europa, Osorio se ha dado cuenta de que si mantenía esa visión, el perjudicado iba a ser él. En la elite del fútbol mundial por cierto que sigue valorándose al que tiene técnica y magia. Pero eso no sirve mucho si aquellas cualidades no se les agrega multifuncionalidad. Es decir, capacidad de respuesta ante situaciones específicas de juego (por ejemplo, cubrir las espaldas de un compañero o, eventualmente, ser recuperador de balones).

Osorio está entendiendo eso. Se notó claramente en los partidos amistoso de la Roja ante Albania y Francia.

Y eso es una buena noticia.

Osorio, el chico bueno para la pelota, el cabro que tiene un guante en el pie, hoy está creciendo de buena forma.

Bien por él. Porque, aunque Hamlet no esté de acuerdo, algo huele bien para Osorio en Dinamarca.

Sergio Gilbert

es periodista titulado en la UC, especializado en fútbol. Profesor universitario y redactor en El Mercurio. En Twitter: @segj66

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