Santiago de Chile.   Vie 17-10-2025
1:09

Carlos Encinas, el poder en las sombras detrás del auge y caída de Lautaro y Melipilla

Puntero derecho a fines de los ‘80, estudió matemáticas, ingeniería, arquitectura y educación física, pero amasó dinero como el “rey del pasto sintético” en una ruta en que perdió amigos, socios y hasta parientes en historias de polémicas, puñetes y un bulldozer. Como técnico, propietario y financista, es el cerebro del “Toqui” y los “Potros”, los dos equipos envueltos en el escándalo de los “dobles contratos”.
Antonio Valencia02 de enero, 2022
“Ven a hablar conmigo y va a ser el mejor día de tu vida (…) No te puedo hablar nada por teléfono porque las paredes tienen oídos... pero te vas a ir contento”.

La voz en el celular es de Carlos Encinas. Es del 18 de diciembre pasado y le habla a Ricardo Fuenzalida, ex futbolista de Melipilla que, lejos de estar contento, días después abrió la boca ante el Tribunal de Disciplina y no solo lo acusó de intento de soborno, sino que confirmó la denuncia que tiene a los “Potros” apelando la expulsión de la ANFP por pagos “en negro” por dobles contratos que, por cierto, niegan a rajatabla.

Nada demasiado nuevo en las historias que se tejen en torno a los clubes de “Carloto”, su apodo, pues se trata de la misma razón que hizo caer a Lautaro de Buin, club del que es DT y dueño del 98,9% a través de Inversiones CC Grass, su empresa de pasto sintético.

CC Grass está integrada por Inversiones Doña Javiera (51%), de la que es socio mayoritario (75%) junto a su esposa Sonia Corazza (25%), y por ACN Deportes (49%), firma en poder del propio Encinas con el 99%.

“Carloto” reconoce ser propietario del 6% de Melipilla —aunque dice que está deshaciendo de sus acciones—, club del que al igual que el “Toqui” de Buin, también fue director técnico.

Pero en rigor, su presencia directa e indirecta en Melipilla no es menor, pues según información oficial disponible, su socia y cónyuge, Sonia Corazza, tiene el 31% de la propiedad, en tanto el 16,6% es de la Inmobiliaria Deportiva Nacional, sociedad anónima integrada por la mencionada ACN Deportes y por Asesorías e Inversiones Vladen Canales Kuhnow. Marcelo Ravanal, en tanto, posee el 15,5%.

En tres años, Encinas logró ascender con sus dos clubes, el mayor de sus logros como orgulloso entrenador. Pero en seis meses los vio caer por el mismo pecado: dos jugadores de cada equipo confirmaron que recibían —por fuera— más dinero que el contrato registrado en la ANFP, “ardid” planificado por el club, según el Tribunal de Disciplina, para no sobrepasar los topes reglamentarios de gastos en sueldos, el Fair Play Financiero.

En Lautaro desembarcó después de su accidentado paso por Melipilla, aventura que, al menos con el buzo de entrenador, concluyó en 2018. “La cuestión se convirtió en un caos. Estoy fundido. En dos años no he tenido un día feliz, ni siquiera cuando ascendimos (a Primera B en 2017)”, declaraba en referencia a la polémica final en definición a penales que le había dado el título a Vallenar, pero que la ANFP ordenó repetir.

En esa ocasión, los nortinos sospecharon del estrecho vínculo de amistad y negocios entre Encinas y Vladen Canales, mano derecha de Arturo Salah en Quilín, no se presentaron a la tanda de penales y el que subió fue Melipilla. “Yo no soy un DT tradicional, estoy muy involucrado en todas las áreas del club, por eso cada vinculación con Salah o Moreno, o la supuesta mafia que existe en el fútbol, me sorprende”, decía entonces.

Del historiado Melipilla-Vallenar surgió otro dato en la sentencia del Tribunal de Disciplina que hace una semana decretó la expulsión de los “Potros”. “En lo tocante al arreglo de algunos partidos, declara el testigo (Gino Valentini, exgerente deportivo de Melipilla) que Carlos Encinas le pidió que hablara con el arquero del club Vallenar, Carlos Julio, antes de la final del torneo de Segunda División del año 2017, a fin de ofrecerle un pago y un contrato posterior con el club Melipilla, a lo que se opuso tenazmente”.

Si bien el Tribunal desestimó la acusación de amaño de partidos, la declaración sumó otra controversia a las cuestionadas maneras de Encinas.

Desde que estallaron las acusaciones por dobles contratos contra Melipilla, el club se querelló contra el canal La Red y también en contra del exgerente Gino Valentini.

HINCHAS MALAGRADECIDOS


Un video de Youtube se encarga de recordar su particular carácter cuando era entrenador de los “Potros”, y cómo pasa del hastío a la furia en cosa de segundos.

“Fuimos un desastre, un desastre. Lo paso más mal dirigiendo. Me tiene podrido”, le dice Encinas al reportero al borde de la cancha tras una derrota como local.

“¿Lo tienen podrido también los resultados y los cánticos de la barra?”, le consulta. “La barra me da lo mismo. No existe. Esta cancha la mandé a sembrar yo con plata mía, si no, sería un barrial. Eso no entiende esa gente malagradecida, porque no trabaja en esto. Seguramente vende cosas en la feria o de oficinista, no tiene idea del fútbol. Esta gente no merece el cuerpo técnico que tiene. Tiene que tener personajes como (Nelson) Cossio, que es un ordinario”, declaró.



De Melipilla se fue a Lautaro “por diferencias con algunos dirigentes de allá”, dijo en febrero. “Lo que me separa de Melipilla es que los antiguos dirigentes quisieron tomar el club una vez que estaba la pega hecha. Dejé las cosas en manos de otras personas y me vine a realizar a Lautaro”.


FÚTBOL Y UNIVERSIDAD


La carrera de “Carloto” partió doble: fue futbolista y al mismo tiempo estudiante universitario. Intentó con licenciatura en matemáticas en 1982, ingeniería el ’83 y arquitectura el ’84. Al cabo, se tituló como profesor de educación física tras cursar la carrera entre el 1985 y 1991, mientras militaba en Audax, Colo Colo, Magallanes y Wanderers.

“No era malo como delantero”, recuerdan quienes lo vieron jugar, pero colgó los zapatos a los 28 años. “Me aburrí de ser suplente en todos lados”, confesó en 2017.

“En Colo Colo conoció al ‘Guatón’ Vergara (Jorge), que es como su mentor”, afirma uno de sus examigos.

“Carlos era puntero derecho, estuvo en Colo Colo primero y se fue al Audax porque no era titular. Volvió a Colo Colo el ‘89, pero no lo llevé yo. Tenía buena estatura, un metro 80, pero no tuvo mucha opción porque primero estuvo Hugo Rubio y después Barticciotto. Carlos estudiaba y jugaba, y era del perfil que le gustaba a Salah, de un nivel intelectual un poco mejor. Era bien despierto”, describe Jorge Vergara.

“Me llevo muy bien con su papá. Tengo excelente relación con Carlos, apadriné un equipo de una liga que se llamaba ‘Padrino’, me ofreció trabajar en Melipilla cuando recién lo compró, pero yo no tenía tiempo. Y mi hijo trabajó con él en el tema del pasto, pero hace como 4 años que ya no. Su gracia es que vende el mejor pasto a buen precio, que es chino. ¿Pero yo su mentor? Jamás fui su consejero ni consultor ni mucho menos su mentor”, retruca Vergara.

“(Vergara) es mi amigo, pero no le hablo hace mucho tiempo por intruso”, se desmarcó Encinas hace unos meses.

TÉCNICO Y EMPRESARIO


Retirado como futbolista, empezó su ruta de entrenador. En Barnechea ’96, en la tercera división, hizo su buen debut en otra doble función: fue preparador físico y DT al mismo tiempo, con 37 partidos ganados, 4 empatados y solo 3 perdidos.

Fue entrenador de divisiones inferiores de Unión Española y más tarde ayudante técnico en la U. de Concepción (2004) y Audax Italiano (2010).

Eso dice su currículum que exhibe en www.carlosencinas.cl.

Allí también se presenta como nieto del poeta y narrador del generación del ’38, Nicomedes Guzmán, autor de una novela que marcó un hito: “Los Hombres obscuros”.

EL REY DEL PASTO


En 1996 empezó a organizar campeonatos deportivos para empresas y las corridas de un gran supermercado. La relación con la firma de retail, cuentan sus detractores, terminó mal por enredos múltiples de versiones contrapuestas. Otros dicen que, simplemente, perdió la licitación.

Entonces cambió de nicho: en 1998 comenzó a levantar complejos de futbolito con uno de sus socios de tiempos de las “corridas Líder”, además de un grupo de cinco reconocidos exfutbolistas.

Las “canchas de Morón”, como era conocido el “Club Soccer”, fue el primero y más famoso (el otro fueron las “canchas de Olarra”). Encinas hoy arrienda, es dueño o administra en comodato cerca de una decena de recintos deportivos, como el Club Oriente, justamente el lugar donde los dos futbolistas que hicieron caer a Melipilla esta semana (Ricardo Fuenzalida y José Huentelaf) declararon haber recibido el “dinero negro” en sobres.

Luego de diez años, la historia de las “canchas de Morón” se acabó. “Soy concuñado de Daniel (Morón), pero estamos medio distanciados”, reconoció el propio Encinas a comienzos de 2021. No se hablan desde hace más de una década.

Varios hechos controvertidos marcaron ese exitoso emprendimiento. Como las fuertes y hasta violentas discusiones con un par de socios. Incluso a puñetes. “Carlos es ventajero”, lo critican.

La historia de esas canchas concluyó con un final casi cinematográfico: un bulldozer destruyendo las dependencias.

“El dueño del terreno no quiso bajar el precio del arriendo, que era caro, y como eso no le gustó a Encinas, le entregó el sitio, pero destruyó todo para no dejar nada en pie. Devolvió el terreno tal como lo recibió. Demolió todo, desde el casino a los camarines. Fue como decir, ok, me voy, pero no te dejo nada. Así fue”, aseguran.

En lugar ahora opera una planta de revisión técnica. Pero Encinas ya tenía en su cabeza su siguiente paso: la importación de pasto sintético, rubro en el que, como hombre de negocios, amasó en grande.

Hace unos años contó su fórmula mágica en el negocio de los complejos deportivos. “Te puedo invitar a que vengas con 50 millones de pesos y te ayudo a pagarlos. La primera cuota en el banco a veces se pide con gracia de seis meses. Al final soy socio de quien quiero. Pongo uno, cinco o diez millones y todo lo que falta lo presto yo. Así damos el puntapié inicial al complejo. Todo esto se facilita cuando yo me pongo a importar pasto, dijo”.

Se convirtió en el “rey del pasto sintético”, empresa con la que, ya en 2016, vendía cerca de $4 mil millones por año.

“Se ha generado un mito sobre mi condición económica. No son malas, pero no soy millonario”, plantea.

Encinas se mueve en un auto deportivo de lujo, un BMW Serie 8 de 2020. En ocasiones lo acompaña un robusto copiloto. “No es mi guardaespaldas, es un amigo”, responde.


“Carlos se ha peleado con casi todos sus amigos”, coinciden varios. Pero los tiene, como Leonardo Zúñiga, presidente de Melipilla o Vladen Canales. Todos integraron el grupo de WhatsApp “Finiquito del delincuente”, en alusión al futbolista Hans Martínez, origen de la caída de Lautaro por la misma causal -pagos mayores al sueldo registrado en la ANFP- que ahora fue condenado Melipilla.

Encinas no quiso entregar su versión para esta nota.

“Carloto” sigue su camino, quizás dándole vuelta a una reflexión colgada en grandes caracteres en su página web donde se lee “Bolíbar” en lugar de Bolívar: “La peor falta de ortografía en nuestra vida es no ponerle punto final a aquello que nos hace daño”.

Antonio Valencia

es redactor de Deportes El Mercurio.

Relacionadas
A fondo con...