El 26 de marzo, Nicolás Jarry (23°) brindaba un partidazo en Miami y daba cuenta del noruego Casper Ruud para avanzar a cuartos de final del Masters 1000 de Miami. Eran buenos momentos para el ‘1’ de Chile, que ahora vive el otro lado de la moneda y pasa por una preocupante sequía.

Ese partido ante Ruud fue la última victoria de Jarry este año. De ahí, aparte de la caída ante Daniil Medvedev en los cuartos de Miami, todo ha sido debut y despedida. Pasó en el Masters de Montecarlo, en el Conde de Godó y ahora en el Masters de Madrid.

Luego de varias horas de espera por lluvia y un cambio de cancha, Jarry saltó a la arcilla madrileña para medirse con el italiano Flavio Cobolli (64°), que se convirtió en bestia negra de los nacionales: si el jueves venció a Alejandro Tabilo, ayer repitió la dosis ante un “Nico” inconsistente y errático.

Fue 6-3, 3-6 y 6-3 para el europeo en dos horas y 20 minutos de un partido donde el chileno no estuvo fino al momento de concretar. “Tuvo demasiados break points y pocos quiebres. Cuando agarró un quiebre en el segundo y luego otro pensé que seguiría igual en el tercero, pero cuando realmente valía, volvió a estar dubitativo”, analiza Horacio de la Peña.

Tuvo nueve puntos de quiebre en total y solo capitalizó dos, uno en el primero, cuando nacía el duelo y parecía que Jarry imponía su ritmo. Sin embargo, se entrampó y le rompieron dos veces para dejar escapar la manga. El otro break del chileno vino también al inicio del segundo parcial. Eso sí, ahí sí pudo sostener la ventaja, aunque sufría: pese a meter seis aces y acertar el 72 por ciento con su primer servicio, estuvo cuatro veces con break en contra.

En esa manga, Jarry pidió asistencia médica dos veces para tratar una molestia en el muslo izquierdo. En el tercero, con una cancha más pesada y con problemas de movilidad, el chileno volvió a sucumbir: pudo levantar dos puntos de quiebre en el sexto juego, pero cedió en el tercero y se le fue el partido.

Una derrota dolorosa para Jarry, que seguirá a las puertas del top 20, pero tiene poco tiempo para mejorar. El Masters 1000 de Roma y el 250 de Ginebra, que ganó el año pasado, viene en el calendario del chileno antes de Roland Garros.; 260 puntos para defender y muchas dudas que despejar.

“Desde que comenzó el año que no está fino, está ahí: tiene buenos momentos, buenos partidos, de repente hace un gran torneo como el de Buenos Aires, pero ganó partidos muy justitos. Y de repente, se desconecta. No sé qué puede ser, pero no está parejo. ¿Confianza? Más que eso, le faltan partidos. Está en los torneos más importantes del mundo y no ha tenido un partido fácil. En torneos más chicos podía acomodarse, pero ahora son todos al cien y ahí no lo siento tan cómodo”, dice el “Pulga”.

El que sí está feliz es Rafael Nadal (512°). El español, casi en su gira de despedida, dio espectáculo en la Caja Mágica y venció al australiano Alex de Miñaur (11°) en un partido peleado por 7-6 (6) y 6-3.

A los gritos de “Rafa, Rafa” del público (incluido el rey Felipe VI), el mallorquín apeló a su espíritu combativo para soportar el veloz juego del oceánico, que alabó el nivel del hispano: “estuvo cerca de cómo era en el pasado”.

“Ha sido una tarde increíble. Jugar en Madrid con esta gente es una sensación única. Volver a vivir una tarde así significa muchísimo para mí”, indicó el cinco veces campeón del Masters madrileño. “No está a nivel ni su tiro ni su físico, pero su cabeza sigue intacta. Lo admiro muchísimo”, apunta De la Peña.