El viaje de Juan Guillermo Thompson, el gigante chileno que pudo llegar a la NBA
En 1964, uno de los basquetbolistas nacionales más destacados de todos los tiempos, tomó un avión a Estados Unidos para probar suerte en la Meca de la disciplina. En un arrebato del que muy pocos tuvieron conocimiento, el pívot de entonces 25 años intentó sumar una hazaña inédita a una carrera llena de aplausos. Acá su historia.

De adolescente, Juan Guillermo Thompson tomó rápida conciencia de su sobresaliente capacidad física y se volcó a la práctica del atletismo. Debido a su envergadura, el oriundo de San Bernardo apostó por pruebas de medio fondo. Nunca ganó una carrera, y a los 15 años decidió probar otro deporte, donde pudiese destacar. El INBA le abrió las puertas del baloncesto, y allí comenzó todo.
Su ímpetu de atleta, e inusual coordinación para la gran estatura que tenía (1,95 metros), aceleraron su desarrollo en los cestos. El parqué se transformó en su templo, y no hubo quien detuviera el tranco avasallador de un joven al que no demoraron en reconocer como el número uno.
Con 16 años, ya era considerado para la selección chilena, peleando codo a codo el puesto con experimentados pivotes como Juan Ostoic. Tampoco se achicó cuando un año después, en 1956, vino al país el mítico Bill Russel a jugar un amistoso: un novato Thompson se dio el gusto de anotarle un par de puntos frente al multicampeón de la NBA.
Con un comienzo así, a nadie le extrañó lo que vino después: a los 19 años fue figura del seleccionado criollo que terminó tercero en el Mundial de 1959, hazaña personal que repetiría en 1966 en el Mundial Extraordinario que se celebró en el Estadio Nacional, y del que fue el segundo goleador.

Thompson defendió la roja por más de una década: jugó dos mundiales y cinco sudamericanos.
También vistió las camisetas de Universidad Católica, Palestino y Unión Española. “Medía 1,95 metros, que en esa época en Chile era como medir 2,10 metros. Era un gigante. Tenía muchos recursos en el poste bajo. No era un pívot tosco, sino que tenía mucha movilidad. Fue un goleador nato también, de los mejores en Sudamérica durante casi diez años. Acá en Chile, solo su presencia llenaba gimnasios”, dice Gastón Aravena, excompañero en la Roja.
La liga local le quedó chica y en 1963 emprendió vuelo a canchas extranjeras. Los brasileños Amaury Pasos y Wlamir Marques —leyendas cesteras de ese país— lo motivaron para que llegara a la exigente liga paulista, y en Palmeiras dejó huella como uno de sus mejores jugadores, pese a que la experiencia duró solo siete meses.
“Estaba bien, pero no me acostumbraba. Echaba de menos todo lo nuestro. La nostalgia me seguía a todos partes, a los entrenamientos, a los partidos. No aguanté más, y aquí estoy de vuelta”, le contestó Thompson a Julio Martínez en una entrevista en la Revista Estadio, días después de volver de Sao Paulo.
“Lo recuerdo mucho. Era un jugador muy bueno. Chile venía bajando su nivel en relación a los años 50, donde fue un rival muy duro, y la aparición de Thompson lo fortaleció. Dejó una buena imagen en Brasil, pero estuvo muy poco, lamentablemente. Desde Thompson que Chile no tiene un jugador de esa repercusión mundial”, comenta el brasileño Marques, eterno rival del chileno jugando por la verdeamarela.
“Le rogaron para que se quedara en Brasil, pero no quiso, echaba de menos. Para que Juan Guillermo disfrutara dentro de la cancha, tenía que disfrutar fuera de ella también”, recuerda Julio Díaz, exseleccionado y amigo del pívot.

En sus inicios, el pívot brilló con la Universidad Católica en los torneos de la Asociación Santiago.
La inapetencia por jugar invadió la mente de Thompson en varios pasajes de su carrera, hasta el punto que muchas veces hizo oídos sordos a la hora de mantener la disciplina.
“En el Mundial de Chile, el 66, estuvimos concentrados como ocho meses en la Escuela Militar, y él siempre se las arreglaba para salir en las noches. Se iba y no volvía hasta la mañana. Salía solo, no arrastraba a nadie. Después, cuando lo pillaban, se le perdonaba todo porque era demasiado bueno”, indica Francisco Pando, otro excompañero.
“Juan Guillermo era muy humilde. Siempre jugó calladito. ¿Qué pasaba en las concentraciones? No te voy a contar detalles, solo te diré que al día siguiente, en la cancha, nunca defraudó”, afirma Francisco “Kiko” Valenzuela.
“La verdad es que rindo a medida que me exigen”, diría en otra entrevista el propio Thompson.

En 1965, la revista Estadio le dedicó una de sus portadas. "Juan Gmo. Thompson, gran valor del básquetbol nacional", se lee en su lectura de foto.
EL SUEÑO AMERICANO
En 1964, y con 25 años, Thompson pudo despegarse de los pensamientos que a ratos lo alejaban de su amor por el baloncesto. Una ventana que fue aprovechada por el jugador: cansado de ser el mejor en su región, decidió ir a probar suerte a Estados Unidos, donde están los mejores. Antes, en algunos duelos amistosos jugados en Sudamérica contra equipos norteamericanos, Thompson había anulado a varios basquetbolistas gringos que luego triunfaron en la NBA, como el mítico Willis Reed, otrora estrella de los New York Knicks, y aquello empujó sus deseos por llegar a lo más alto. Le comentó el viaje a su esposa y a un par de amigos. Y partió.
“En ese tiempo, previo al Draft de la NBA, se hacían pruebas masivas en todo Estados Unidos. Supe por gente en ese país que él llegó a Florida, donde asistieron unos 500 o 600 jugadores a probarse. Thompson pudo sobresalir por sus efectivos tiros de gancho, que luego inmortalizó Kareem Abdul-Jabbar. Era de los pocos jugadores que en esa época usaba bien ese recurso y eso habría gustado mucho a los entrenadores. Igual, tuvo que jugar más lejos del canasto, casi como alero, porque no le daba la estatura para jugar de pívot. Entiendo que pasó el corte estatal, y unos días después lo llamaron a un nuevo campamento, en Nueva York, donde juntaban a jugadores de otros ocho Estados, y así disputar partidos amistosos para seguir seleccionando”, explica Maximiliano Aguilera, historiador de la disciplina en Chile.

El jugador terminó su carrera en Unión Española: en 1973, a los 34 años, decide no seguir jugando baloncesto.
En la Gran Manzana, sin embargo, el deportista solo habría estado tres días: la nostalgia apagó nuevamente su hambre de gloria y lo devolvió a su tierra natal, dejando su sueño NBA a medio camino. De sus días en Estados Unidos no quedaron más que conjeturas y supuestos: no hay documento ni registro oficial que acredite un viaje que pudo convertirse en un hecho histórico, pero que terminó siendo una anécdota más en la carrera de un deportista excepcional. Thompson, fiel a su estilo, tampoco se encargó de divulgarlo.
“Te mentiría si te digo que sé algo de ese viaje. Él nunca me contó nada sobre eso, pero no me extrañaría que así hubiese sido. Es que era muy reservado en algunos temas. No tengo dudas de que podría haber jugado en la NBA si se lo proponía”, confiesa Pando.
El periodista Humberto “Tito” Norte contextualiza: “En ese tiempo no corría la información como ahora, obviamente, y la NBA era desconocida para Chile. Recién se estaba armando y no causaba tanta atracción como ahora, ni para los medios ni para los jugadores”.
José Luis de la Maza, vicepresidente de la Federación de Maxibásquetbol de Chile, acostumbrado a codearse con figuras de la época, respalda: “Escuché muchas historias sobre ese viaje. Tengo entendido que Thompson finalmente tuvo ofertas de universidades norteamericanas, pero las rechazó”.

Una de las cualidades de Thompson era su capacidad rebotera. Su estatura y poderío físico marcaba diferencias en ligas chilenas.
“¿Si fue a probarse a Estados Unidos? Pudo haber sido, no lo tengo claro, porque hubo momentos en que él desaparecía del mapa. Tenía condiciones para triunfar en cualquier parte, pero él tenía todo acá en Chile: su familia, amigos, buen trabajo. Lo querían todos. Era un rey. ¿Para qué se iba a ir?”, cuestiona Valenzuela.
Thompson se retiraría de la actividad en 1973, poco después de jugar un torneo amistoso en Europa, vistiendo la camiseta de Unión Española, en el que deslumbró ante el Real Madrid.
Sus años posretiro se desenvolvieron entre su trabajo como administrativo en la empresa ENAP y sus problemas con el alcohol. “Tuvo un final triste. Se desordenó y se enfermó mucho. Sus compañeros intentaron ayudarlo, pero se alejó del ambiente del básquetbol”, lamenta Ahumada.
En 1995, el indiscutido mejor basquetbolista del país falleció en Santiago a causa de una cirrosis hepática. Tenía 57 años.
“No debió morir tan joven, y mereció más reconocimiento. Juan Guillermo Thompson marcó historia en el básquetbol de Chile. ¿Pudo ser más? Puede ser, pero acá en Chile fue el más grande de todos”, cierra Aravena.

Diego Aguirre Diez
es periodista de Deportes El Mercurio desde 2016, especialista en el área polideportiva, cubriendo tenis, golf, rugby, atletismo, básquetbol, entre otras disciplinas.