“Si no clasifica a la Copa Sudamericana, el “Tano” Ortiz se tiene que ir”, decía, antes del partido Carlos Caszely, cuya palabra es sagrada en Macul.

La jornada en Pedrero fue castigadora con los colocolinos, deshechos después de una campaña vulgar, porque la plantilla más onerosa del fútbol chileno no tuvo energía para agarrar uno de los ochos boletos internacionales que entregó el certamen local en la temporada.

Colo Colo no fue capaz de ganar el partido que le otorgaba un consuelo tenue a un año plagado de frustraciones, porque el equipo naufragó en las cuatro competencias en que participó, descabezó su cuerpo técnico (tuvo tres en el año), sus jugadores desentonaron y las disputas internas en la compañía terminaron por carcomer la interna del club.

Los desajustes del primer tiempo destilaron una campaña deportiva e institucionalmente miserable.

Eduardo Vargas, conectando un cabezazo en un tiro libre de Leonardo Valencia ante una pasiva marca zonal, y luego la salida destemplada de Fernando De Paul para cometer penal sobre Nicolás Orellana (acertó Valencia en el arco sur el 2-0 parcial) tras un choque entre Alan Saldivia y Jonathan Villagra.

La gente acompañó, con siete telones gigantes en las tribunas, pero cayó rápido en el enfado. “A ver, a ver los jugadores si puede oír, por la camiseta del albo matar o morir”, rugían los hinchas en el primer tiempo, enterados del desliz de Cobresal en el sur.

El equipo llegó al partido más decisivo del segundo semestre con Arturo Vidal, Claudio Aquino y el capitán Esteban Pavez en el banquillo, síntoma de una bitácora sin lógica y estropeada por rendimientos desastrosos. “Pongo en el campo lo que considero que está mejor”, sinceró el DT Ortiz.

Tras el descanso, Colo Colo intentó soñar con la épica. Mejoró el trámite para el local con los ingresos de Aquino, Marcos Bolados más cerca de Javier Correa y un colectivo reformulado con línea de tres. Se activó Lucas Cepeda, agresivo desde la banda derecha. Después ingresaron Vidal, el juvenil Marchant y Audax terminó acorralado en el área. El meta Tomás Ahumada, felino debajo de los tres palos, atajó mucho. La expulsión de Orellana, doble amonestado por faltas sobre Cepeda y Bolados, le dio más heroísmo a la resistencia itálica.

Vicente Pizarro acertó el descuento sobre la hora tras un lanzamiento de esquina. ¿Hazaña? Ni cerca, porque Colo Colo terminó chocando y amontonando gente en los últimos metros. La expulsión de Emiliano Amor, tras bajar a Esteban Matus, decoró el final quemante para el club popular.

El “King” repasó al borde de las lágrimas el desastre. “La derrota es difícil de explicar, con mucha vergüenza, teníamos todas las chances, no lo pudimos dar vuelta. Llevo casi 20 años jugando y es uno de los peores años que he tenido, después con cosas que pasan, me pongo la polera y no estuve a la altura pero otra gente trató de tirar para atrás el carro. Estoy renovado automáticamente, vamos a seguir luchando, no sé quién va a seguir a cargo, acá no se sabe nada, aquí nadie se hace cargo y así nos fue. Yo me hago responsable porque soy el jugador más importante, si la gente me quiere criticar está bien, vamos a seguir luchando, pasaron muchas cosas que no me hago cargo. Lo que pasó con Almirón fue mal hecho y ahí se pudrió todo, pasan estas cosas cuando la institución no está unida. Esto es un fracaso, me duele no haber empezado del principio hoy (…) Aquí todos filtran cosas, lo sueldos, eso duele y va destruyendo el camarín. Hay tanta pelea interna que afecta”.

Ortiz, cuya permanencia quedó cuestionada, soltó: “Hay que hacerse cargo de la situación, no se cumplió el objetivo. La realidad es esa”.

"Fue un año de mierda, le pido disculpas a la gente", concluyó Pavez.