Entrevista con Daniel Garnero, el nuevo entrenador de Universidad Católica: “Vi que con decisiones diferentes, se podían elevar los rendimientos individuales en la UC”
En los dos partidos que lleva al frente de los cruzados —ante La Calera y Colo Colo—, el entrenador argentino le cambió la cara al equipo y espera seguir reciclándolo, pero tiene sus urgencias para lograrlo: “Me vendría bárbaro un zurdo de características ofensivas”. El DT recuerda sus días de jugador en la precordillera y también revive su carrera como técnico asegurando que “disfruto lo que hago y estoy donde quiero”.
Pasaron 30 años. Bueno, casi. “El 11 de febrero de 1996 llegué a Chile por primera vez. Vivía cerca de San Carlos. El otro día fui a la casa y está todo distinto. El cerro era solo cerro, ahora hay construcciones preciosas. El estadio ni hablar, una hermosura, un espectáculo. Recuerdo que concentrábamos en San Carlos y ahí viven los juveniles. Los traslados eran complicadísimos: iba al aeropuerto a buscar familiares o amigos y tardaba una hora 45. Ahora en 30’ ya estás; tenías que dar toda la vuelta por el cerro, ruta de una sola mano. Ahora hay túneles. La ciudad creció un montón”, es la palabra de Daniel Garnero.
Esa vez, hace 30 años, fue el fichaje bomba de la temporada. Pero algo pasó. “Arranqué mal, con algunos problemas físicos. El profe (Luis) Bonini estaba con el ‘zurdo’ Miguel Angel López en Independiente, pobre, falleció hace poco, y me quería hacer unos test de fuerza terminado el torneo. Sentí una molestia, pero como me fui de vacaciones, pasó. Arrancamos la pretemporada en montaña, muchos kilómetros, nada de pelota en la mañana. Quizás un poco en la tarde, a veces, pero ahí ya no tenías fuerza ni para bajar del bus… Llego a la UC y estaban a otro ritmo, haciendo velocidad. Y recién llegado no podía decir ‘no’. Capaz que no lo manejé bien. Me metí a entrenar y era cada vez peor. Fue una pubalgia que no supe manejar, no la pude controlar. Acá no se operaba, en Buenos Aires sí. Entonces allá me decían que me operara y acá no. Pero hice de todo para mejorar: me infiltré entre los testículos y el ano, me infiltré la columna. Y no le encontré la vuelta. No tuve ritmo de competencia, no podía sostener los entrenamientos. Con otras lesiones podés entrenar menos y jugás, pero acá no. No me podía parar. Me fui, me operé y no tuve más problemas. El paso futbolístico por la UC fue una de las peores cosas que me pasó en la vida. No es que ‘me fue mal, no se dieron las cosas, jugué mal’, no. No pude exigirme al máximo”.
“Terminé el fútbol y no me veía de técnico, no quería saber nada. El que me metió fue Jorge Burruchaga. Asciende con Arsenal y lo obligan a tener un equipo reserva. Éramos amigos, nuestras señoras también, y en alguna reunión me dice ‘tomemos champagne’ y como me gusta, me quedé. Yo estaba en el curso de técnico, pero para salir de la casa, porque había dejado el fútbol y no hacía nada. Y entonces asumí la Reserva. Me fue gustando. Le dije ‘me gusta y no me gusta ser ayudante… Me gusta tomar decisiones, no sirvo para acompañar, porque vos querrás hacer una cosa que no comparto y no me voy a sentir cómodo’”.
Y así fue como arrancó su vida en la banca. “Terminé de jugar y era cero la chance de reinsertarme en el fútbol. En mi última etapa de futbolista en Independiente me peleaba con todos: con los hinchas porque tenía que dar la cara, con el técnico que no me ponía y con los dirigentes porque no pagaban. Con la propuesta de ‘Burru’ me picó el bichito. En mi primer partido ganamos la Suruga Bank, ahí me tendría que haber retirado: 100% de efectividad y un título internacional. Después, caminar es bravo, tropezás mucho, te golpeás fuerte y alguna caricia recibís. Es una profesión ingrata. Hoy disfruto lo que hago, pero hace 20 años era muy traumática. Hoy estoy donde quiero, hago lo que quiero. Despendo de los resultados, obvio. Si estoy en la UC es porque lo elegí. Sabía que estábamos a varios puntos del puntero, con muchos equipos arriba y no teníamos posibilidades de grandes refuerzos… Pero me gustó el desafío”.
—Le ha ido más bien que mal. En Paraguay es el técnico más campeón de la historia: ocho títulos, los mismos que el legendario Luis Cubilla.
“Sí. Pero quiero decir algo: cuando me voy de Libertad a la selección, en septiembre de 2023, nos faltaban dos partidos, íbamos punteros y le llevábamos siete de diferencia al segundo. Y Libertad, claro, fue campeón”.
—Le correspondería entonces y sería el más ganador de Paraguay.
“A los jugadores se lo anotan, al técnico no. Y nos dejaron fuera de las medallas…”, contesta y ríe.
—¿Por qué no le fue bien en la selección de Paraguay?
“Le tenía miedo a los tiempos. Y lamentablemente un poco de eso hubo. Hace poco que estamos acá en la UC, pero si ves el entrenamiento de hoy es distinto al de cuando llegamos… Buscamos cercanía con el futbolista, estamos encima, queremos conocerlo rápido y en la selección eso no se permite. Llegaban chicos después de 30 días sin verlos, hablábamos, queríamos entrenar, pero no le podíamos dar intensidad. porque venían de viajar 15 horas y jugábamos el jueves. A lo único que le tenía miedo era a eso… No pudimos convencer al futbolista de la manera que pretendíamos buscas los partidos. Y no obtuvimos resultados, porque ahora que ganamos el clásico a Colo Colo todo lo que diga se toma de otra manera. Eso no pasó y en poco tiempo la dirigencia prefirió cambiar”.
Después de la “albirroja” regresó a Libertad en agosto de 2024. “Mi cuerpo técnico quería volver y dije ‘no, no es el momento’. Porque lo de la selección fue fuerte, hice el duelo. Más encima murió mi viejo. Prefería esperar, pero mis colaboradores dijeron ‘vamos’. Fuimos, las cosas no salieron y ahí sí dije ‘paramos y vamos a parar, pero no hasta diciembre, sino hasta que me sienta bien’. En marzo empecé a conversar, a mitad de año hubo más movimiento de mercado y surgió la UC”.
—¿Qué vio en la UC para aceptar?
“Miramos varios partidos. Veía que con una idea clara y una decisión diferente podíamos mejorar algunas cosas y, sobre todo, rendimientos individuales. Veía futbolistas que conozco que podían ser mejores y a los que no, veía como que si hay un contagio negativo, hay otro positivo. Creía que se podía revertir. Jamás se me cruzó por la cabeza decir llego a ser campeón, pero sí enderezar al equipo, corregirlo y pelear por un torneo internacional importante. La Copa Libertadores está lejos, pero se puede. Es un lugar donde se puede vislumbrar un cambio y si nos atribuyen el cambio, mejor. Si resulta vamos a ganar crédito para proyectar el año que viene de mejor manera”.
—Usted llegó a la UC y al quinto día dirigió ante La Calera.
“Conocíamos a muchos, pero a otros no. Algunos corrían con desventaja. Me gusta tener un conocimiento global y después elegir, y el primer partido fue incómodo para armar la lista. Ante Colo Colo ya estaba más seguro, más convencido, aunque mirar el banco y no tener reemplazantes en posiciones muy puntuales e importantes es un tema que estoy charlando con la dirigencia”.
—Ante Colo Colo jugó un 4-4-2 que pasaba a ser 4-2-4 con Eduard Bello y Clemente Montes en posiciones ofensivas. ¿Dónde encajaría el ‘10’ que quiere?
“Me gustan los jugadores ofensivos… Tuve a Néstor Camacho, Roque Santa Cruz y William Mendieta, delanteros y mediapunta. Hablé con Willy, que tiene un panorama diferente, y lo puse a jugar de enganche. Estábamos acostumbrados a ver seis zurdos por equipo y hoy cuesta encontrar. Eso para el perfil, para la pelota parada y tener las dos variantes, es importantísimo. Si va de una manera u otra, tenés distintas alternativas de jugada. Un zurdo de características ofensivas me vendría bárbaro, porque es muy difícil que un ‘10’, zurdo, no le pegue bien a la pelota. En la defensa pasa lo mismo, me gustaría tener un central zurdo. Hoy no lo podemos pedir, pero lo estoy hablando para el año que viene”.
El paraguayo es un jugador aguerrido, casi el 95% de muy bueno juego aéreo. Ves laterales así, chicos, y le ganan a un grandote. Increíble. La formación de los chicos sigue siendo en campos de juego que no son ideales. Si bien los clubes están más organizados y entrenan mejor, lleva tiempo. El fútbol paraguayo se queda con eso, le gusta con eso de ser defensivo, aguerrido, la pelota parada y si no hay entrenadores que busquen mejorar eso, seguirá así Garnero y su conclusión de estar nueve años en Paraguay
Garnero hace una pausa y deja, por un momento, la pelota de lado. “Claro que hay vida, cómo que no. Es mi trabajo, le dedico todo lo que se necesita, pero la vida pasa por otro lado. Es como cuando dicen ‘partido de vida o muerte’. Y no, estamos hablando estupideces. Hay partidos importantes, decisivos, que te dejan marcado, lo entiendo y es verdad. Si sale bien te sentís un fenómeno y si no, te sentís un boludo. Pasa. El estado de ánimo cuando ganás o perdés es diferente. Trato de equilibrar. Siempre trato de estar igual, aunque a veces cueste. Si gano digo ‘vamos a comer algo’, si pierdo prefiero quedarme en la casa”.
—¿Qué hace aparte del fútbol?
“De todo un poco. Me gusta estar fuera de casa. En Buenos Aires me creo jardinero, aunque no entiendo nada, pero me gusta ver las plantas, cortar. Si hay frío o lluvia, entro y leo, aunque cada vez veo menos… Me gustan los deportes, tenis, basquetbol, Formula 1, a ese nivel me gusta todo”.
—¿Es un técnico obsesivo?
“No, pero sí. No quiero que me pase ni se me escape nada. Capaz que no sea yo quien dirija la práctica, pero puedo preguntar uno por uno que hizo éste, qué hizo el otro, porque no dejo nada al azar. Me gusta estar encima y me parece que hay un poco de obsesión en eso. Pero sí soy cercano al futbolista, es una de las virtudes que tenemos”.

Raúl Neira
es redactor de Deportes El Mercurio y especializado en fútbol. Con más de 25 años de carrera, cubrió la Copa Confederaciones de Rusia 2017, la Copa América de Chile 2015, copas Libertadores, sorteos y partidos clasificatorios a la Copa del Mundo.