Un siglo y un día
Colo Colo engendró a la Garra Blanca, la mantuvo en su regazo y amamantó más de lo necesario, por supuesto les otorgó habitación, mesada y arengazos, y los escuchó, utilizó y protegió. Ahora necesita reeducar o desprenderse o al menos domesticar a una criatura amenazante con la que forjó vínculos delicados y relaciones peligrosas.
Colo Colo se fundó hace 100 años y un día, para ser precisos, y lo de ahora es un aniversario triste y lamentable, porque un centenario se celebra una vez en la vida y no hay más oportunidades. Algo muy raro en las personas y también en las instituciones, porque para un siglo hay que sumar demasiados años.
Y por eso la fiesta de cumpleaños que, en este caso, se frustró y no se hizo.
En el seno de Colo Colo nació la Garra Blanca en 1986, el club le dio protección e impulso, ahora anda por los 39 años y en las redes sociales exhibe sus creencias, estética y discursos en fotos, videos, carteles y dibujos.
Son materiales públicos y no hay nada que rastrear.
Están a la vista y paciencia de todos, en particular Colo Colo, si es que realmente quiere mirar.
Fotos de hinchas trepando las rejas y a horcajadas sobre los fierros, son jóvenes de a uno o de a varios, y ellos son, precisamente, los que han sido bautizados como “mal llamados hinchas” o “hinchas mal llamados”, por no llamar a las cosas por su nombre: hinchas.
También imágenes con enmascarados de negro o de rojo.
Multitudes entre los tambores y la humareda de lo prohibido: bombas, pólvora y bocanadas de fuegos artificiales.
Carteles donde se lee “Venganza” o “Velatón y manifestación en todo Chile”.
Decenas de dibujos inspirados en Colo Colo, el jefe mapuche del emblema, pero no el perfil sereno e histórico del club centenario, es la intervención de la Garra Blanca y es, por tanto, un emblema deforme e inventado de un indio violento y sangriento que da miedo, porque remite al protagonista de una serie de terror y es un ser monstruoso que blande el machete como arma mortal y, por cierto, ensarta a sus víctimas.
Colo Colo engendró a la Garra Blanca, la mantuvo en su regazo y amamantó más de lo necesario, por supuesto les otorgó habitación, mesada y arengazos, y los escuchó, utilizó y protegió. Ahora necesita reeducar o desprenderse o al menos domesticar a una criatura amenazante con la que forjó vínculos delicados y relaciones peligrosas.
La amenaza es tan concreta que ColoColo, en su centenario, se desarmó, humilló y fracasó su fiesta, porquela Garra Blanca y sus protuberancias rasgaron e hirieron al club, y lo que sigue puede ser la ruina y la destrucción.
No hay que ser alarmista, pero tampoco descartarlo, porque en los hechos la celebración del centenario, nada menos, se desmoron1010ó: agenda de invitados, gran carpa, fiesta ruidosa, multitudes, risas, homenajes múltiples, música contagiosa, abrazos, camaradería, alegría, torta.
Lo de Colo Colo y su embrión, si hay coraje y determinación, termina resumido en una frase desesperada y antigua: ellos o la criatura.

Antonio Martínez
es periodista y crítico de cine; fue editor de Cultura de “La Época”, jefe de redacción de “Hoy” y director editorial de Alfaguara. Fue corresponsal, desde España, de “Estadio”, y columnista de “Don Balón”. Autor de “Soy de Everton, y de Viña del Mar” (2016), y junto a Ascanio Cavallo, de “Cien años claves del Cine” (1995) y “Chile en el cine” (2012).