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De Recoleta a Vitacura

El caso de Valdivia es personal y de un futbolista retirado que recibe su segunda demanda por el mismo motivo. El de los albos, en cambio, es grupal, está protagonizado por jugadores en plena actividad profesional y tiene connotación social.
Edgardo Marín05 de noviembre, 2024
¿Qué podemos decir de los festejos de jugadores de Colo Colo en el bar “MIA” en la noche y madrugada siguiente al triunfo sobre Iquique? Podemos decir que los tiempos han cambiado: sus antecesores, los que fundaron el club, se reunieron en el “Quitapenas”, en la calle Recoleta. El “Mía”, en cambio, está en Vitacura. (Además, varios de los de 1925 eran profesores).

¿Qué más podemos decir? No parece tema para una columna de páginas del deporte.

Tampoco parecen ser tema los últimos acontecimientos que rodearon a Jorge Valdivia. El último fue su liberación de la prisión preventiva que cumplía en la cárcel de Rancagua (a cambio de arresto domiciliario nocturno) tras ser denunciado por una tatuadora a la que habría invitado a tomar unos tragos para decidir en qué consistiría el tatuaje y dónde lo quería.

Los tragos los marearon en extremo y ninguno supo de su vida, aunque ella tiene la sospecha de haber sido drogada y abusada por el “Mago”, que desapareció.

Sin embargo, hay cosas para decir. No por el caso de Valdivia, que es personal y de un futbolista retirado que recibe su segunda demanda por el mismo motivo. El de los albos, en cambio, es grupal, está protagonizado por jugadores en plena actividad profesional y tiene, según veremos, connotación social.

Hay que aclarar que el local había sido reservado (no se ha dicho por quién) para festejar el título, en caso de que la U perdiera, lo que no sucedió y los festejantes decidieron mantener la reserva para celebrar a dos cumpleañeros: Vicente Pizarro y Lucas Cepeda.

En eso estaban cuando, a poco de las 5 de la madrugada (el local tiene autorización para atender hasta las 2), el encuentro fue interrumpido. A las afueras del recinto se agolpó gente que observaba los intentos de una mujer impedida de entrar para auxiliar a su hermana necesitada de ayuda. Intervino seguridad ciudadana de la comuna, que pidió refuerzos. Con la llegada de Carabineros hubo momentos de tensión que terminaron con Arturo Vidal rumbo a una estación policial, a la que no ingresó, aunque se registró su “control de identidad investigativo”. La dama era llevada al Servicio Médico Legal, para comprobar o descartar su denuncia de abuso. Ella solo indica a Vidal.

¿Qué hacía ella ahí? Había tres damas y dos se fueron. ¿Amigas de los cumpleañeros, colocolinas, acompañantes? La reserva era para 60 personas. Tal vez era ajena a todo y solo ubica a Vidal porque es el más conocido.

Lo más notable, y de alcance social, es que Carabineros envió a todos, en manifiesto estado de ebriedad según testigos, a sus automóviles. Y se fueron conduciendo. ¿En serio? En serio. Está vigente el caso de un subsecretario de gobierno, ya renunciado, que puso en aprietos a su ministra y al propio Presidente por el supuesto encubrimiento de un grave delito como para dejar pasar este hecho.

Tal vez este no sea tema para una columna, pero ¿puede omitirlo un columnista?
Edgardo Marín

es periodista egresado de la Universidad Católica, donde estudió a la par de su trabajo periodístico. Ha sido reportero y comentarista en diarios, revistas, radios y canales de televisión, además de investigador y autor de libros de historia del fútbol. Premio Nacional de Periodismo de Deportes 1993.

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