La foto no tiene apelación. Colo Colo fue vapuleado por Ñublense y redondea un 48% de rendimiento en el certamen local, una media que hace imposible pelear cualquier campeonato. Tres derrotas cuando el torneo aún no llega a su cuarta parte, mientras el resto de los aspirantes acelera.

Un candidato con cemento en los pies, porque el Cacique no despega. Va a los empujones y con el escudo, esta vez, no le alcanza.

El equipo alternativo, que incluye piezas de recorrido, pero como colectivo no tiene rodaje ni funcionamiento, no es el mismo que perdió en Rancagua (cinco titulares se repiten de dicha jornada) ni tampoco la mixtura que superó a Huachipato (seis nombres), y eso, a la larga, pesa.

Ñublense lo hizo notar en momentos determinantes, porque ganó los duelos y supo resistir en el comienzo de la segunda parte, cuando los albos insinuaron una levantada (una chilena de Damián Pizarro que atajó Nicola Pérez, otro remate del ariete vendido a Italia y un zapatazo de Pablo Parra).

El local fue deformando a su rival, sacudiéndolo en cada transición ofensiva. El buen partido de Gabriel Graciani, un volante que parece pesado, pero que se hizo imparable en las rupturas, se refrendó en el primer gol, tras un avance urdido con simpleza (robo de Rafael Caroca, pase de Iván Rozas y asistencia de Ismael Sosa) y finalizado por el entrerriano, ante un marcaje espantoso de Emiliano Amor y el achique indefenso de Brayan Cortés. Cada salida de Patricio Rubio del área para descargar en los costados vació un terruño alquilado por Graciani, una y otra vez, con los blancos siempre mirando.

El Cacique ganó juego en el segundo tiempo con alguna mejora de Vicente Pizarro, pero las malas decisiones en el último tramo mutilaron cualquier reacción.

Una pelota detenida mal defendida sentenció la suerte colocolina: tiro libre del “Chuco” Sosa y cabezazo de Bernardo Cerezo para el 2-0, en una acción de cuatro rojos contra seis blancos defendiendo en zona.

Ahí se rompió la segunda línea del plantel de Almirón, con la autoestima por el suelo, reflejada en los balones divididos (Lorenzo Reyes los ganó todos) y en una fluidez escasa.

Los campeonatos, se sabe, se ganan de principio a fin de año. Colo Colo da señas de abdicar en abril. El remate final, para hacer el mazazo inmisericorde, fue una jugada básica: saque largo del arquero y Álex Valdés se llevó a Jeison Rojas antes de ceder para la definición de Rubio entre las piernas de Cortés.

Queda mucho campeonato, pero Colo Colo ya camina roto, embelesado por la alucinación internacional.

“Mucha rabia, no era para tanto, sí tuvimos detalles y errores que los pagamos caros, debemos mejorar mucho. Hicimos cosas que practicamos, agarrar la pelota y ser pacientes, pero tuvimos errores y tampoco aprovechamos los espacios que deja el rival. Bastante bronca, sinceramente, porque nos venimos esforzando mucho y no lo demostramos en el resultado. Masticar esta bronca y cambiarla rápido porque nos vamos para Río”, repasó Emiliano Amor ante el silencio de Almirón en el Ñuble.