El Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile (CMM) celebró 25 años, un orgullo para el país.
En la ceremonia, al director del CMM, Héctor Ramírez, le tembló la voz cuando agradeció. Y continuó: sintió el aliento de los académicos allí, en el Salón de Honor de la Casa Central.
Desde la testera, el Presidente Gabriel Boric y la rectora Rosa Devés, lo seguían. Y Antoine Petit, presidente del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia. Él y la rectora firmaron la renovación de un acuerdo de trabajo que lleva dos décadas y media (2025.cmm.uchile.cl/acerca).
Entre los premios nacionales estaba el Dr. Carlos Conca, que en una entrevista me citó a Einstein: “Cualquier tonto puede saber algo pero entenderlo es otra cosa”. A entender se dedican en el CMM sus 80 investigadores.
Entender bien por qué las rutas y tacos en el transporte, cómo los bosques de algas mitigan el cambio climático, cuál es una estrella que estalla, dónde actúa el crimen, como mejorar la atención en salud, y una joya, cómo enseñar y aprender matemáticas. Ya abarcan a más de 1 millón de estudiantes.
Francisco Martínez, decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, recordó que, desde el inicio, el CMM ha sido apertura, diversidad. Nació en la Universidad de Chile unido a la Universidad de Concepción y se han asociado siete otras universidades. Funciona la interdisciplina.
Rondaba en el aire la tensión del gobierno de Donald Trump con las universidades.
Antoine Petit citó al Presidente de Francia, Emmanuel Macron: “Debemos construir nuevas rutas, no para conquistar, sino para explorar mundos de libertad y equilibrio”.
El Presidente Boric recordó la Revolución Francesa y acusó que se están violentando sus valores: libertad, igualdad, fraternidad.
La rectora Devés enfatizó que la ciencia debe sustentarse en la libertad académica, que la verdad no puede ser reemplazada por la mentira, y amenazó: “Avanzar en esa (otra) dirección compromete también la paz”.
Hace una semana, en el New Yorker, Emma Greene reporteó las tensiones en la academia estadounidense.
Escribe sobre académicos despedidos, financiamientos cerrados, población afectada por las medidas del gobierno. Y muestra rectores que, ante la polarización, ingenian rutas para cambiar espacios de conflicto por oportunidades de diálogo. Confrontar ideas sin perder la amistad.
Cerró la ceremonia el decano Martínez: “La aceleración de decisiones y procesos nos sobrepasa. Las instituciones no están preparadas. Surgen fenómenos que dicen ‘¡sí!, lo podemos hacer', aunque pasen a llevar a muchos. La tecnología ha acelerado nuestra sociedad. No es trivial transformar en órdenes de magnitud la velocidad en que nos comunicamos, la velocidad en que construimos nuevas realidades”.
(Sin tiempo para pensar, diría Otto Dörr).
Hubo un cóctel después. Amigos, amigas, diversos, para medir y entender. Con un tiempo para un sorbo, celebrando al CMM y su esmero de retratar la compleja realidad para actuar con fundamentos sobre ella.