El drama de Shawn Bradley, la exestrella de la NBA que hoy está en silla de ruedas
El tercer jugador más alto de la historia de la liga (2,29 metros), que apareció en Space Jam, la película de Michael Jordan con caricaturas de Warner y fue misionero mormón antes de volverse profesional, fue arrollado mientras andaba en bicicleta y quedó paralizado de la cintura hacia abajo.
El momento de mayor fama de Shawn Bradley llegó en 1996, cuando fue invitado a participar en la película Space Jam, una cinta que mezclaba animación con actores reales y que tenía en su reparto a Bill Murray y Danny DeVito, y que era protagonizada por Michael Jordan. En ella, Bradley se representaba a sí mismo, un poste de Philadelphia que perdía sus habilidades a manos de uno de los villanos del filme.
Que a su lado hayan estado figuras de la talla de Charles Barkley y Patrick Ewing demuestra la popularidad de Bradley, hijo de un militar estadounidense que nació cuando su padre estaba destinado en Alemania Federal, por lo que tiene ambas nacionalidades.
Y es que sus 2,29 metros de estatura no pasan inadvertidos. Solo dos jugadores de la historia de la NBA medían más que él: el rumano Gheorghe Muresan (2,31 m) y el sudanés Manute Bol (2,30). Durante su carrera jugó en los Nets, en los 76.ers y en Dallas Mavericks, el único equipo con el que alcanzó los playoffs y en el que conoció a Dirk Nowitzki, quien lo convenció de acompañarlo a jugar en la selección alemana, con la que fue cuarta en el Eurobasket de 2001.
Su historia, sin embargo, tiene más capítulos. Aunque de pequeño (es un decir, pues a los 14 años ya superaba los dos metros de estatura) practicó fútbol americano y béisbol, su vía lógica era el baloncesto. Lo jugó en la Emery High School de Utah, el lugar al que volvieron sus padres tras su experiencia en Europa. Sus números fueron espectaculares y dos veces fue elegido MVP del estado. Incluso, revistas especializadas lo escogieron como el mejor jugador escolar en 1990. Aún tiene los récords estatales de más bloqueos en un partido (18), en una temporada (209) y en toda la carrera (605).
Iba directo a la NBA… Pero no. En 1991 entró a la Brigham Young University, también en Utah, pero abandonó un año después, para servir como misionero en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la iglesia mormona, en la que había sido educado. Partió a Australia a predicar, donde estuvo dos años antes de volver a Estados Unidos y declarar que ya estaba listo para el deporte.
Su fe lo acompañó durante toda su carrera e, incluso, pagó por ella: él mismo reveló a un medio mormón que fue citado a una cena obligatoria por el gerente del equipo en un strip club por parte de su equipo y se negó a asistir por sus creencias. ¿Resultado? Una multa de 10 mil dólares que no tuvo más remedio que pagar.
CONSEJERO, CANDIDATO… Y UN TERRIBLE ACCIDENTE
Merced a una serie de roces con el técnico Don Nelson en Dallas, que no lo tenía demasiado considerado en el quinteto titular, y mientras sus números ofensivos declinaban temporada a temporada (los defensivos, eso sí, siempre destacaron), Bradley decidió dejar el baloncesto competitivo en 2005, con 33 años, con un récord de bloqueos en la temporada 1997 como legado.
Con varios millones en el bolsillo y tiempo disponible, “The Stormin’ Mormon”, como era conocido, volvió a su Utah amada para trabajar en la West Ridge Academy, un centro de tratamiento creado por miembros de su iglesia para jóvenes con problemas de adicción o conducta, donde ejerció como consejero y entrenador.

Bradley promedió 8,1 puntos, 6,3 rebotes y 2,5 bloqueos por partido en sus 12 temporadas en la NBA. Foto. France Presse.
También intentó en la política: en 2010 se presentó como candidato a congresista estatal por el Partido Republicano, pero perdió estrechamente ante el demócrata Tim Cosgrove (51,13% contra 46,49%). Su veta social la ha desarrollado en diferentes fundaciones: ha participado en “Básquetbol sin Fronteras”, es charlista en una red de hospitales y ha visitado colonias de enfermos de lepra en India.
Todo cambió, no obstante, en enero pasado. Mientras paseaba en bicicleta por St. George, la localidad en la que reside, fue arrollado por una van que le provocó múltiples lesiones. Fue sometido a una operación para reparar una fractura en su cuello, aunque las lesiones en su médula lo dejaron paralizado de la cintura hacia abajo.
“Los médicos le han dicho que su camino hacia la recuperación será largo y arduo, quizás un desafío físico aún más difícil que jugar baloncesto profesional”, se lee en un comunicado emitido por Dallas Mavericks, en el que aseguran que ya comenzó el proceso de rehabilitación junto a su esposa Carrie, y que no ha perdido su fe.
“Shawn pretende utilizar su accidente como una plataforma para crear una mayor conciencia pública sobre la importancia de la seguridad de los ciclistas”, dicen sus cercanos, quienes agregaron que el ex canastero agradece todas las oraciones y saludos que ha recibido y que está seguro de que su proceso de rehabilitación será exitoso.
Es solo otra estación de su camino.

Héctor Opazo M.
es coordinador de Deportes El Mercurio. Periodista de la Universidad de Chile, participó en la cobertura de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y en los JJ.OO. de Río 2016, entre otros eventos.