El camino al éxito de Ignacio Arroyo, el basquetbolista chileno que brilla en España
El base de 20 años acaba de renovar por cuatro años su contrato con el Estudiantes de Madrid, de la prestigiosa liga ACB, club al que llegó en 2017, luego de un paso por Estados Unidos. “He tenido una carrera muy sacrificada”, cuenta el jugador.

A Ignacio Arroyo siempre le ha costado estar lejos de su familia.
Cuando tenía apenas 11 años, y vivía en Copiapó junto a su madre y hermano, empezó a viajar todos los fines de semana a Ancud, Chiloé, para jugar en la competitiva liga sureña de básquetbol, donde se forjan los mejores exponentes de este deporte en Chile.
La rutina de los largos viajes, que hacía con su hermano Patricio, también basquetbolista, duró casi dos años, hasta que decidió instalarse en la isla, en una pensión que le dio el club ancuditano.
Nancy Varela, su madre y pilar, llegó a acompañarlo cuando el base ya llevaba dos años en la isla —también jugó en el clásico rival, Castro—, y en tierras chilotas el hábil base ganó todos los torneos que disputó.
Con 16 años, “Nacho” volvió a despegarse de su mayor afecto: partió a Estados Unidos para jugar becado en un colegio.

Arroyo partió a los 16 años a Estados Unidos, donde jugó en el colegio San Diego Catholic, de Utah
“Hicimos rifas para poder costear su pasaje y estadía, pedí préstamos, nos endeudamos, muchos amigos nos ayudaron también. Hicimos de todo para que Ignacio se fuera a Estados Unidos. No fue fácil”, cuenta Varela.
El base alcanzó a estar nueve meses en Utah, hasta que abandonó la idea de formarse en el básquetbol norteamericano.
“Le costó adaptarse, y la competencia donde estaba tampoco fue tan exigente como esperaba”, explica la mamá.
El jugador, eso sí, tenía un as bajo la manga: el Estudiantes de Madrid, un equipo con presencia en la ACB de España, lo venía siguiendo. Y “Nacho” terminó aceptando la propuesta.
En 2017 partió al club estudiantil, nuevamente en solitario. Allí, en una de las canteras con mayor tradición de los cestos españoles, la figura del chileno se terminó de pulir.

El año pasado, el base chileno de Estudiantes de Madrid se transformó en el primer chileno en jugar en la liga ACB.
El 26 de mayo del año pasado hizo historia, y se convirtió en el primer jugador nacional en disputar un duelo de la ACB, la segunda mejor liga del mundo después de la NBA.
Fueron escasos minutos, que se repitieron en otros cinco compromisos.
Esta semana, la carrera de Arroyo Varela —como le gusta que le digan debido a la nula relación que tiene con su padre, el exseleccionado nacional Patricio Arroyo—, dio un salto “esperado”, según dice el deportista: Estudiantes le extendió su contrato por cuatro temporadas, con la intención que el joven de 20 años se sume exclusivamente a las filas del primer equipo, y deje de alternar partidos y entrenamientos con la filial del club, como lo venía haciendo.
“Estoy muy motivado y con la idea de ganarme un puesto en el equipo. Ir paso a paso. Sentía que podía seguir, porque siempre me han dicho que soy un proyecto del club, y por ese lado he estado tranquilo. Siempre he entrenado para ser el mejor, no pensando en que me contraten o no. Esa presión nunca la tuve”, dice Arroyo a “El Mercurio” desde su casa en Madrid.
—Llegó a unas de las canteras más competitivas de España, y logró ganarse un puesto.
“La competencia por llegar al primer equipo de Estudiantes es muy fuerte. La cantera del club es muy grande y hay muchos jugadores de nivel. Hay una competencia sana en ese sentido. El hecho de ser chileno no es un plus tampoco, porque acá nadie conoce mucho del país o basquetbolistas chilenos que hayan dejado huella en algún lado. Pero eso es una motivación para mí, porque quiero abrir puertas a otros. Dejar en claro que se pueden lograr cosas importantes”.
—En su club dicen que usted llegó a Madrid como un niño, y que ahora es un hombre.
“Me acuerdo que cuando llegué a España no se me pasaba por la cabeza llegar al primer equipo, lo veía muy lejano. Solo quería rendir con los juniors. Mejoré mucho en lo físico, y siento que he madurado también, en lo deportivo y como persona. Me han enseñado mucho en el club”.
—Hace unos meses llegó su madre a vivir con usted. ¿Eso le ayudó?
“Ella es mi pilar. Vino para apoyarme y ha sido clave para que me vaya bien. Todo sería más difícil si hubiese seguido solo. Durante mi carrera, lo que más me ha costado es estar lejos de mi familia. Todos los procesos los empecé solo: en Chiloé, en Estados Unidos y en España. Fue muy duro y sacrificado, pero valió la pena”.
—El entrenador del primer equipo es Javier Zamora, quien fue su DT en los juveniles.
“Hemos hablado algunas cosas, pero él siempre me dice lo mismo: que trabaje, me siga esforzando al máximo, y que ahora me tengo que ganar el puesto. Independientemente de que él me haya traído al club, y que tengo su confianza, va a depender de mí ser considerado en el plantel”.
—Cuando se fue a España dijo que su sueño era llegar a la NBA. ¿Lo mantiene?
“Mi sueño sigue siendo llegar a la NBA. Pero ahora estoy concentrado en lo que viene en la liga ACB. Aún me queda un largo camino. En enero o febrero debiese tener listo mi pasaporte español, y eso me dará más opciones de jugar, porque no ocuparía lugar de extranjero. En términos económicos mejoré mi contrato y eso también me deja un poco más tranquilo”.

Diego Aguirre Diez
es periodista de Deportes El Mercurio desde 2016, especialista en el área polideportiva, cubriendo tenis, golf, rugby, atletismo, básquetbol, entre otras disciplinas.