Bombardero de una generación
La muerte de Castec nos devolvió a los 80, cuando en medio de la oscuridad, el fútbol se convirtió en el espacio en el que todos nos congregábamos sin miedo y nos sentíamos felices.

Larga fue la agonía de Sandrino Castec. Un delantero centro cuya carrera, potencialmente, debió ser mucho mejor. Él no quiso; tampoco las lesiones, que incluso lo dejaron sin opción de integrar el plantel del Mundial de España 1982.
El “Bombardero Azul” fue mucho más que un atacante de Universidad de Chile. La “chilena” del 18 de septiembre de 1980 en el “Malvinas Argentinas”, que significó el 2-2 con la entonces campeona del mundo, representó una alegría inconmensurable para un fútbol que por esos días aún lamentaba la pérdida de la Copa América frente a Paraguay (1979) y se aprestaba a enfrentar las eliminatorias de la Copa del Mundo de España 1982. Esa noche mendocina fue su debut por la Roja.
El empate de Castec se instaló casi como un fetiche para el país
futbolero, pero ante todo para la generación que vivió el fracaso de Oviedo y Gijón. Cuando la mano venía mal, muchas veces nos aferramos a la ilusión de una “chilena” como la de Sandrino.
Los hinchas de la U lo recuerdan porque rejuveneció un plantel que también en 1980 estuvo cerca de romper la maldición de la sequía que se arrastraba desde el título de 1969. Castec era corpulento, cabeceaba bien y jugaba por abajo. De lo contrario, Fernando Riera no lo hubiera considerado.
La muerte de Castec nos devolvió a los 80, cuando en medio de la oscuridad, el fútbol se convirtió en el espacio en el que todos nos congregábamos sin miedo y nos sentíamos felices. En la selección nacional, la imagen de Carlos Caszely era un faro, a pesar de que en 1982 al “Chino” se le consideraba un “veterano” de 32 años. La historia suele ser cíclica y cuando hablamos de recambio, es bueno mencionar que en ese momento nos preguntábamos quién ocuparía el lugar del legendario artillero de Colo Colo.
Castec era un nombre fresco, que fue titular en el triunfo sobre Paraguay, con el gol de Patricio Yáñez (7-6-1981). Ya asomaba como un “9” de nivel internacional, hasta que sufrió la rotura de la rótula derecha. En paralelo, Juan Calos Letelier se mostraba como un atacante por todo el frente en Wanderers y Audax Italiano. El “Lete” jugó en España 82 y anotó el segundo descuento en la caída 3-2 frente a Argelia.
En Deportes La Serena y Unión Española daba sus primeros pasos Osvaldo Hurtado. El “Arica” no era un goleador clásico. Técnico y fino, aguantaba de espalda y giraba. Le costó explotar, pero su jerarquía resultaba innegable. En Universidad Católica conocimos su mejor versión.
A diferencia de lo que ha sucedido en los últimos 20 años, el grueso de los clubes tenía un delantero centro chileno. Juvenal Vargas dejó huella en O’Higgins y la UC; Víctor Estay vino desde Deportes Concepción antes de militar en Unión Española y Rangers. Jorge Peredo brillaba en Santa Laura, luego de su salto a la Primera División en Deportes Aviación.
Hubo otros que no les alcanzó para ponerse la Roja, pero sí mostraban eficiencia y eficacia. Luis Ahumada cumplió en Lota Schwager y Cobreloa. Fidel Dávila picaba y guapeaba en Deportes Iquique viniendo desde la derecha. Oscar Arriaza fue carta sobre todo en la UC, Naval, Cobreloa y Huachipato.
La partida de Sandrino Castec nos entristece. Se fue muy pronto. En su despedida, el recuerdo para una época en que buscar un “9” chileno no era un acertijo.

Danilo Díaz
es un comentarista, periodista deportivo y escritor chileno. En 2009 obtuvo el premio de Premio Nacional de Periodismo Deportivo de Chile.