Señor Director:

Hace una semana murió un tío muy querido; estaba con un cáncer terminal y falleció de una neumonía que se complicó debido a su ya deteriorado estado de salud.

Escribo esta carta para visibilizar la realidad de muchos pacientes, quienes al igual que mi tío, se encuentran evidentemente en el final de sus vidas y, por lo tanto, requieren de cuidados paliativos de manera urgente. No obstante, por algún motivo, estos no son derivados.

Desconozco las verdaderas razones de esto, pero puedo elucubrar algunas: desinformación de las familias, falta de formación de los profesionales para aceptar que ya no pueden salvar la vida de una persona, y aquella que ronda constantemente en la mente, pero que aterra la sola idea de que pueda ser cierta, y que es que los cuidados paliativos reportan bastante menos dividendos que la sobreintervención a la que son sometidos algunos pacientes.

Volviendo a mi historia personal, gracias a que llevo años involucrada trabajando por la importancia de los cuidados paliativos, es que me atreví a pedirle a un doctor amigo que asistiera a mi tío, lo que no solo cambió el final de sus últimos días, sino que la vida de su señora y la de mis primos.

¿Cuál será realmente la razón de la no derivación? Solo pido que la nueva Ley de Cuidados Paliativos y cada una de las organizaciones que acompañamos a las personas y a sus familiares en el fin de sus vidas ayudemos a visibilizar su trascendencia y a que las familias se atrevan a exigir lo que es un derecho universal: morir en paz.

Mónica Gana Arteaga
Directora ejecutiva Fundación Casa Familia
Directora Fundación Elisabeth Kübler-Ross Chile