Las actrices Sandrine Kiberlain y Thaïs Alessandrin interpretan a una madre y su hija menor que pronto cumplirá la mayoría de edad y hará su vida independiente.
Divertida a su pesar, ocurrente y rápida como una prestidigitadora salvando los más pedestres escollos, la protagonista de “Mi niña” (“Mon Bebé”, “Sweetheart”) es el gran puntal de esta “dramedia” familiar francesa. Héloïse (Sandrine Kiberlain) es una sobreviviente que sortea el día a día con más sentido del humor que quejas. Lo suyo ha sido hacer malabares con su vida, que de fácil ha tenido poco. Hace ya tiempo se separó, quedando a cargo de tres niños pequeños, cuyo padre es de aquellos que se les olvida depositar la pensión.
La película de Lisa Azuelos —a quien también hay que agradecer la autoría de ciertos desopilantes diálogos— tiene una frenética partida, en una escena tan cotidiana como universal. Todo es grito y carreras en el departamento en París, donde Héloïse vive con su hija menor, Jade (Thaïs Alessandrin). La joven va atrasada al colegio, justo cuando está en los últimos exámenes que ha de rendir si quiere llegar a la universidad de Canadá a la que ha postulado. Héloïse se ofrece a llevarla en su auto. Lo que viene es una de las secuencias más graciosas y bien logradas de una buena comedia.
El talento de Héloïse improvisando la escena precisa para desarticular a quien, con justos motivos, se le pone enfrente, lo volveremos a ver en otros momentos memorables.
Ella es una atractiva mujer de mediana edad, algo disparatada e impulsiva, pero ha salido adelante con su restaurante, donde trabaja con su hijo Théo (Victor Belmondo, nieto del mítico Jean-Paul); su hija mayor es independiente y ahora “su pequeña” está lista para hacer su vida. Y esto es lo que la tiene acongojada. Ella y Jade, que aún no alcanza la mayoría de edad, están en esa difícil transición, un cambio de vida que implica el distanciamiento. Algo que es más complejo de sobrellevar para Héloïse que para Jade, pero en el fondo exige a ambas un importante salto de madurez.
La película es un canto a la familia, que en este caso, también incluye a un singular abuelo; a los afectos y amistades que se cosechan (y se pierden) a lo largo de los años, y también a la importancia de tener una vida propia, por muy loable que sea postergarse por los hijos y un padre anciano.
Racontos y flashbacks ayudan a configurar la historia, y algunas de esas escenas —como la del anuncio del divorcio— capturan ciertas realidades universales.
Sumando y restando, “Mi niña” deja un buen sabor, abriéndonos a un cotidiano salpicado de vivencias cercanas y reconocibles.
Una película que se agradece en estos días.
(Disponible en VTR y desde el 27 de mayo, en iTunes y Google Play, para arriendo o compra).