Señor Director:
El
profesor Couso, con la argumentación propia de quienes hoy disfrutan en Chile de una normalidad democrática lograda por otros durante varias décadas, hace aparecer como que la "obediencia reflexiva" ya estaba establecida en el artículo 335 del Código de Justicia Militar (CJM). No obstante, al menos, valora la Nueva Ordenanza General de Ejército y su implementación.
La Ordenanza, a diferencia del CJM, tiene por primera vez expresiones clarísimas que buscan evitar los trágicos hechos del pasado. Su promulgación e implementación son parte de la contribución a la transición militar, concretada en el período del Presidente Ricardo Lagos con Juan Emilio Cheyre como comandante en jefe y del suscrito como ministro de Defensa. Se buscó así asegurar la "no repetición", para que uno de los valores más importantes de la justicia internacional comparada fuera una realidad en Chile.
Respecto del artículo 335, los escasos, teóricos y ambiguos espacios para disentir que podría contener se anulan absolutamente en el mismo documento, al remitirse en su inciso final: "Si se insistiere en su orden, deberá cumplirse en los términos del artículo anterior". La taxativa letra del artículo 334, que el profesor Couso omite señalar, establece perentoriamente "el derecho a reclamar de los actos de un superior que conceden las leyes o reglamentos, no dispensa de la obediencia ni suspende el cumplimiento de una orden del servicio". Eso no es más que la expresión más clara de la "obediencia absoluta" que era exigible a todo militar.
Los debates en temas relevantes siempre son positivos. Sin embargo, en esta temática se ha ido cargando de ideologías. Los mismos teóricos y jueces que, como Jaime Couso, tanto tiempo dedican a culpar a un sector, poco han criticado, por ejemplo, a un sistema judicial que no podía sino haber sabido lo que estaba ocurriendo. Pese a ello, por décadas esos jueces no acogieron miles de solicitudes de amparo, que de haber sido atendidas, tanto dolor habrían evitado. Hoy, muchos de sus sucesores tratan desde la judicatura de reparar "pendularmente" esta triste historia de la conducta del Poder Judicial y recurren a la creatividad jurídica, para no reconocer que los responsables de esos crímenes fueron quienes impartieron esas órdenes y no los jóvenes oficiales, suboficiales y tropa, que no tuvieron otra alternativa que obedecer, a riesgo no solo de sus carreras, sino de sus propias vidas.
Es tiempo ya para que cada uno asuma su pasado y como tal rectifique personal e institucionalmente sus errores. Al menos en el campo de la Defensa y las FF.AA. lo hicieron y me siento orgulloso de haber contribuido a ello.
Jaime Ravinet de la Fuente